A menos de un año de su llegada a la patria y a tres meses de su casamiento con Remedios de Escalada, el coronel San Martin tiene su bautismo de fuego en el Convento de San Carlos, el 3 de febrero de 1813, a treinta kilómetros al norte de Rosario, Santa Fe.
En ese corto período de tiempo, el futuro Padre de la Patria ya estaba compenetrado y adhería a las ideas de Monteagudo, Castelli y Mariano Moreno que operaban intensamente en la política local.
El combate de Cerritos con el triunfo patriota en Montevideo contra los realistas y la organización del Protector de los Pueblos Libres (J.G. Artigas) ya estaban marcando, en el terreno bélico, el rumbo a seguir. San Martin se puso a tono rápidamente con la causa revolucionaria de la patria. Cuando aún no terminaba de formar el regimiento de Granaderos a Caballo, fue encomendado por el Primer Triunvirato para custodiar las costas del rio Paraná que estaban siendo arrasadas por los españoles y el ejército realista desde Montevideo. Allí el Virrey Elio resistía a la Revolución iniciada en Chuquisaca en 1808 y por supuesto a la Revolución de Mayo acontecida en 1810 en Buenos Aires.
España pretendía seguir gobernando las colonias desde Uruguay a través de la Junta Gubernativa de Montevideo. En 1811 las tropas de las Provincias sitiaron a Montevideo rodeando la ciudad, José Rondeau y José Gervasio Artigas fueron los artífices de ese bloqueo, pero el mismo fue parcial ya que los realistas mantuvieron libre el puerto. Es decir que tenían comunicación por vía marítima. Desde allí salían a saquear todo lo que encontraban en el camino (ganados, víveres y distintos tipos de provisiones) para sobrevivir. La ciudadela de Montevideo, como se le llamaba en la época, no solamente era la sede del gobierno real sino también un apostadero y fondeadero de buques españoles en la cuenca del Plata.
El servicio de espías que prontamente puso San Martin en la región le permitió conocer que una flota navegaría el Rio Paraná hacia el norte y que zarparía los últimos días de enero, con la intensión de saquear la zona, interrumpir la navegación patriota hacia Asunción y asaltar el convento de San Carlos que se suponía contaba con importantes caudales. El bloqueo se haría en Diamante, Entre Ríos.
Los Granaderos a Caballo salieron de Retiro el 28 de enero y cabalgaron los trecientos kilómetros de distancia en solo dos días, hasta Rosario. Llegaron el 2 de febrero y ocuparon el interior del convento. Unos 250 soldados realistas que habían navegado en once embarcaciones desembarcaron y se encaminaron hacia el convento. En su interior San Martín había alcanzado a introducir a los Granaderos la noche anterior, y allí agazapados los jóvenes patriotas esperaron a los maturrangos, quienes fueron atacados de sorpresa.
En esta operación fue muy importante el accionar de un joven lanchero paraguayo, José Feliz Bogado, que esos tiempos trabajaba conduciendo una lancha en las costas de San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires. Después del combate San Martín lo incorpora al regimiento de Granaderos a Caballo y ocupó durante trece años el cargo de “trompa de combate”, acompañando al General San Martin en la campaña de Los Andes.
La metodología utilizada en el combate tenía una técnica muy usada por Napoleón y que consistía en un procedimiento envolvente. Dos grupos de soldados y voluntarios, que no superaban el numero de 150, salieron del “escondite” por la parte trasera del convento, rodeándolos hasta cercarlos empujándolos hacia el rio. Durante el combate, que fue cuerpo a cuerpo por la poca pólvora con que se disponía, el caballo del jefe cae herido aplastando una de sus piernas e imposibilitándole su liberación. Es allí cuando el sargento Cabral toma el cuerpo de San Martin para liberarlo y recibe un lanzazo en su espalda, muriendo a los pocos minutos. El soldado Juan Bautista Baigorria le da muerte al español que estuvo a punto de matar al coronel y después de 15 minutos la batalla finalizó. Algunos realistas se entregaron y fueron tomados prisioneros otros alcanzaron el río y se escaparon.
En la cercanía del convento a la sombra de un frondoso pino, el coronel San Martin envió el parte del triunfo al gobierno de Buenos Aires.
En el lugar donde guerrearon los bravos granaderos hoy se conoce como “Campo de la Gloria” y el pino fue declarado monumento Histórico Nacional en 1946, considerado el primer Árbol Histórico Nacional cuya vida se agotó después de 220 años. Se secó en el año 2012 y yace en la Avenida San Martin al 1550 de la ciudad de San Lorenzo. Sus hojas desecadas y el tronco orgullosamente erguido siguen siendo un símbolo originario de la libertad de una revolución que todavía no termina de materializarse.
* El autor es médico psiquiatra y escritor.