San Martín y los prisioneros españoles

Dado que el General San Martín se preparó militarmente en España y luchó codo a codo con sus pares españoles, al vencerlos les dio un trato preferencial: los envió a la ciudad puntana, donde llevaron una vida apacible y en libertad.

San Martín y los prisioneros españoles
General José de San Martín

Luego de liberar a Chile, San Martín necesitaba fondos para continuar hacia el Perú. Allí se encontraban las fuerzas españolas, acabar con ellas era asegurar la Libertad. Pero la falta de fondos hacía peligrar todo lo conseguido. Buenos Aires estaba en la quiebra y Mendoza ya lo había dado todo.

Con esta preocupación en mente, a mediados de febrero de 1819, visitó San Luis y encontró un desagradable panorama: seis días atrás habían sido fusilados los prisioneros españoles tomados en la batalla de Maipú.

Dado que el General se preparó militarmente en España y luchó codo a codo con sus pares españoles, al vencerlos les dio un trato especial: los envió a la ciudad puntana, donde llevaron una vida apacible y en libertad. Incluso uno de ellos —Juan Ruiz Ordoñez— se comprometió con Melchora Pringles, hermana del futuro coronel Juan Pringles.

Lamentablemente, Bernardo de Monteagudo pensaba de un modo opuesto. Un mes antes llegó a la ciudad y convenció al encargado del gobierno puntano de imponer un régimen severo a los españoles. Cambiando lo establecido por el Libertador.

Tanto destrato despertó un fuerte malestar y los jefes realistas se rebelaron. El motín fue apagado con sangre, algunos españoles murieron en el acto. El resto terminó siendo fusilado, previa disposición de Monteagudo quién de inmediato dejó San Luis.

Cuando el vencedor de Chacabuco arribó, solo Ruiz Ordoñez no había sido ejecutado debido a los ruegos de su novia.

“Al verme el General San Martín —escribió Ruiz Ordoñez a Mariano Balcarce, muchos años después— conocí que se afectó al presentarme yo, tan joven, estropeado con una cadena tan larga que me cruzaba la cintura y tan pesada que no podía con ella. Me hizo sentar en una silla, me acarició y con dulces palabras me preguntó por lo acontecido; llamó a un ordenanza para que viniese un herrero y en su presencia me quitaron el grillete del pie con la cadena, y mandando al gobernador Dupuy, que estaba presente con mucha sumisión de pie, que inmediatamente se me vistiese con la decencia que me correspondía y el trato consiguiente y quedase hasta nueva disposición arrestado en el cuartel. A las dos horas vino al cuartel el gobernador Dupuy dándome la mano y diciéndome: está Ud. perdonado de la vida por la patria y por el Excmo. Sr. Don José de San Martín”.

Tras ser liberado, Ruiz Ordoñez contrajo nupcias con la valiente Melchora. La historia llevó a San Martín por otros caminos, aún le faltaba alcanzar algo más de Gloria. Sobre Monteagudo, su accionar sanguinario lo llevó a morir de un modo similar… pero esa es ya, otra historia.

*La autora es historiadora

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