Santi Maratea: por qué lo odian, por qué lo aman

El influencer se puso al frente de la colecta más viral del país: salvar al Club Atlético Independiente con 20 millones de dólares. Este hecho histórico reabrió el debate sobre si estamos frente a un acto antipolítico, una patriada o una acción de marketing.

Santi Maratea: por qué lo odian, por qué lo aman
Santiago Maratea y la colecta para Independiente. En la foto junto a un ídolo del club, Pepé Santoro.

Lo que Maratea sabe de fútbol, lo sabe por la play. No tiene el olfato de los Grondona, de los Tapia, de los D’Onofrio. No conoce los entresijos de las relaciones con las barras, con los representantes… No es empresario, no es sindicalista, no es conductor de TV. Y quizá, gracias a toda esa “ignorancia”, está por lograr un verdadero hito en la historia del fútbol argentino.

El influencer continua con la colecta para el Club Independiente.
El influencer continua con la colecta para el Club Independiente.

Desde el jueves, Maratea ayuda al Club Atlético Independiente con una colecta que tiene como meta llegar a los 20 millones de dólares y pagar así todas las deudas que amenazan con quebrar al Rey de Copas.

Un influencer del que habla todo el país.
Un influencer del que habla todo el país.

Siempre va por más Dice el blondo que su próxima patriada será construir un hospital especializado en cáncer ínfantil del que solo hay dos en todo el mundo.

Sostiene que hará esto y aquello sin tomarse ni un solo café con los políticos. Su única arma es un avatar de instagram copado, un equipo chico que ordena las acciones, y sus millones de seguidores, que nunca -hasta ahora- se han sentido defraudados. Y eso es muchísimo decir en nuestro bendito país.

El muchacho de los ojos claros es solamente un “influencer”. Un “instagramer”. O un “youtuber” como le llaman equivocadamente desde el establishment. No es un héroe. Es un ciudadano, con capacidades notables para comunicar y con una idea clara: propalar que -a partir de las nuevas tecnologías- se pueden llegar a organizar aquellos que están detrás de un mismo objetivo, como para que ese fin que parece más o menos utópico, vaya cobrando visos de realidad. Así consiguió un remedio de 2 millones de dólares para la pequeña Emma que sufre atrofia muscular espinal (AME) del tipo 1; o compró vehículos de bombero para apagar los incendios de Corrientes; entre otras cruzadas.

Brancatelli se pelea habitualmente con Maratea.
Brancatelli se pelea habitualmente con Maratea.

Su capital es la voluntad y la credibilidad. Y no le importa nada más. Es capaz de, en el fragor de la tarea, escrachar a ministros incapaces o incluso tomarle el pelo a los propios dirigentes de Independiente, frente a las cámaras, en el mismísimo estadio del rojo (“Hubo un dirigente que quiso darme clases de transparencia. Todo bien amigo, le dije, pero vos trabajas en un club al que le faltan 20 millones de dólares…í”, espetó).

Quienes critican a Maratea, lo hacen desde un extraño púlpito, endilgándole ser bandera de la “anti-política”. Lo ven como un adalid del individualismo cheto. A él no le importa. “Mis colectas son simples, se explican en 5 minutos. Es tan simple como no robar. Es más fácil no robar que robar. Simplemente hay que poner la plata que otros pusieron donde tiene que ir. Eso es lo que hago. Tengo la capacidad de tener millones de pesos sobre una mesa, y no tocarlos”.

Quienes cuestionan a Maratea lo hacen por “hacer caridad” para el marketing, algo que desmiente. Como ese día que le contestó a Brancatelli: “Decís cosas como ‘el que ayuda no tiene que mostrarlo’, pero yo no ayudo y lo muestro. Yo creé una dinámica de conexión entre cientos de miles de personas que nos ponemos de acuerdo a través de Internet para solucionar problemas que la gente que vos defendés generó”, continuó. “¿Cómo lo logro esto si no lo muestro? Si justamente lo que hacemos es mostrar la problemática y entre todos resolverla como podamos. ¿De verdad guachín pensás que vos podés venir a explicarme algo? Te amo”.

El flaco está lejos de ser perfecto. Obvio, también le saca rédito personal a sus movidas solidarias (no lo veo mal). Pero va de frente, con los puños llenos de datos y con su visión del mundo. Nunca puede dar lo mismo mentir que decir la verdad; hacer que no hacer. Empujar a las masas, que repetirse en la queja. Maratea ya es algo diferente desde ese lugar. Desde el lugar de mostrar las absurdas asimetrías de la Argentina, y desnudar así las estructuras dirigenciales que las permiten, y hasta las alientan vaya uno a saber con qué gris propósito.

Preferiría instituciones que funcionen, hombres y mujeres honestas al cargo, estructuras más abiertas y blandas. Seguro que sí. Prefiero la política, la buena política. Pero mientras tanto, bienvenidos sean los Marateas. Bienvenidos aquellos que propongan unir argentinos, antes que desvivirse en separarlos.

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