Comienza la recta final. Falta una semana para la votación. Los días en los que los grandes contendientes de la elección tratan de redoblar apuestas, cuando los sondeos no son muy favorables, o serenarse y procurar no cometer errores, si las perspectivas son alentadoras.
En el caso de Mendoza, entre los dos grandes protagonistas de la elección hay una sensación de paridad notable. Ambos, Alfredo Cornejo y Omar de Marchi, son optimistas y confían en el respaldo ciudadano, pero por una u otra razón tienen derecho a dudar por encontrarse inmersos en una realidad: la sociedad, la mendocina y la argentina en general, está enojada con los políticos, descree de sus aptitudes y no se presta fácilmente a los sondeos de opinión. Por eso las encuestas políticas perdieron confiabilidad.
Volviendo a las elecciones locales, Cornejo y De Marchi se asemejan a dos boxeadores en el último round de una pelea. Ambos creen que llegan parejos en las tarjetas y prefieren que definan los jurados. Ninguno quiere arriesgar para intentar un golpe por miedo a una respuesta fulminante producto de un descuido. Como ese jurado se expresarán los mendocinos, que deberán decidir entre dos dirigentes que corren con ventajas con respecto a los tres restantes y que entre ellos difieren mayormente en cuanto al estilo de consolidar poder político. Lamentablemente, una campaña muy dura y por momentos sucia impidió observar con nitidez intenciones y propuestas. Algo que no era habitual en la política mendocina.
Cuando se conozca el resultado de las elecciones comenzará una transición de poco menos de tres meses en la que quien resulte electo gobernador deberá prepararse para un verano caliente en lo económico y probablemente también en lo social y político. Casi no habrá tiempo para acomodamientos. Especialmente en el plano nacional, el que gane tendrá que intentar tomar las riendas ni bien termine su festejo triunfal. Y, por añadidura, quien sea el nuevo gobernador deberá tomar una actitud similar para acomodarse al contexto que vendrá.
Tramo final, por otra parte, para la gestión de Rodolfo Suárez, que espera poder devolver los atributos de mando a quien fue el principal inspirador de un espacio que quiere a toda costa consagrar tres gestiones consecutivas, como las que tuvo el justicialismo entre 1987 y 1999. Y cumplir, “ya que estamos”, el anhelo de Cornejo de ser el primer gobernador de Mendoza reelecto dentro de los términos que impone la Constitución provincial. Suficiente incentivo para quien, ante la imposibilidad de ser protagonista en la escena nacional en estas elecciones, vuelve gustoso a buscar un cargo que siempre le sienta mejor que una banca legislativa. Y si Cornejo es electo nuevamente gobernador y el 22 de octubre se confirman los malos pronósticos para la fórmula presidencial que encabeza Patricia Bullrich, poco y nada tendrá para lamentarse por no haber tenido más preponderancia en su incursión nacional. Tiempo al tiempo; la política da revanchas.
Al margen de con qué nuevo presidente tenga que relacionarse desde el 10 de diciembre quien resulte sucesor de Suárez, habrá que observar, también, con qué sector político tendrá que posicionarse. Nadie puede predecir el destino de Juntos por el Cambio si es oposición, especialmente si su candidata presidencial ni siquiera llega a la segunda vuelta. Curioso si se tiene en cuenta que posiblemente ese espacio siga siendo preponderante en cuanto a bancas propias en el Congreso. El gran problema de Juntos por el Cambio es el liderazgo, Macri incluido. El ex presidente no sólo no advirtió el daño que podía producirle (y le produjo) a su coalición la interna de las PASO y ahora no alcanza a convertir a Patricia Bullrich en el líder que necesita la coalición.
Y no hay que dejar de ponderar el fenómeno Milei. La llegada a Mendoza por estas horas de uno de sus hombres de confianza, el candidato a jefe de Gobierno de CABA, Ramiro Marra, encendió alertas sobre un supuesto apoyo explícito del líder libertario a la fórmula que encabeza De Marchi. Lo niegan, pero el dirigente porteño llega para de algún modo respaldar a candidatos del espacio que integran los libertarios mendocinos en el plano local. Un gesto, o en todo caso un guiño discreto.
En el entorno de De Marchi dicen que el lujanino acepta con gusto adhesiones, pero preferiría llegar a la elección del próximo domingo sin ser el candidato a gobernador de nadie. Si es electo, esa puede resultar una interesante postura a la hora de posicionarse ante las futuras autoridades nacionales. Y ponerse a resguardo de eventuales traspiés en la liga política mayor del país. El tiempo dirá si en algún momento no se dan las condiciones para un regreso a Juntos por el Cambio, si éste aún existe, obviamente.