Nuestra región se ha estandarizado. Las características socioeconómicas de la mitad del siglo XX, que diferenciaban a los países del Plata de las demás repúblicas sudamericanas que tenían (tienen) rasgos típicamente latinoamericanos (desigualdad económica y social, clases medias tambaleantes, diferencias raciales motivadoras de exclusión, etc.), han desaparecido o casi.
Ahora, salvo tal vez Uruguay, Sudamérica se ha nivelado para menos, con el deterioro constante de la vida argentina y de la proliferación del narcotráfico a nivel regional.
Un síntoma de esta mediocridad sudamericana está dado por la degeneración política. Y tal situación me recuerda la frase de Marx en su “18 de brumario de Luis Bonaparte” acerca de la afirmación hegeliana de que los hechos históricos se repiten, añadiendo el famoso apotegma, que estos hechos se dan primero como tragedia y luego como farsa.
Me viene a la memoria el candidato y luego presidente de Ecuador Abdala Bucaram, “El Loco” personaje mesiánico espectacular y exótico dueño de una vida privada extraña. En un momento confesó tener media docena de hijos extramatrimoniales.
Bucaram desarrolló su campaña presidencial con cánticos desaforados y actitudes destempladas y promesas incumplibles, que sorprendentemente le dieron el triunfo en 1996.
Éxito que le duró menos de medio año, pues en ese lapso fue destituido por el Congreso acusado de corrupción y desgobierno .
Veamos también a Pedro Castillo en el Perú, personaje singular que se presentaba como “maestro rural”, coronado con un imponente sombrero que lo identificaba. Detrás de este individuo se escondía un agitador que protagonizó la huelga más extensa de maestros izquierdistas en la época contemporánea del Perú. Y mas dramáticamente ,se escudaba el brazo político de Sendero Luminoso, el partido Perú Libre.
Simulando la fantasía que proclamaba también mesiánicamente, de que por fin las clases rurales postergadas habían llegado al poder ( bulo que periodistas internacionales creyeron y difundieron), protagonizó una presidencia plagada de corrupción y desaciertos bajo el lema de que “No más pobres en un país rico” y como infeliz corolario de su desvarío , intentó un golpe de Estado que ocasionó su vacancia y posterior prisión.
Esas imágenes especulares proyectan ahora sus reflejos a nuestro país. El histrionismo, los rugidos de aparente indignación, el insulto a diestra y siniestra, la descalificación paranoica y las promesas redentoras y una filosofia sui generis, el anarco capitalismo, que de por sí es una contradicción insalvable, que pregona la extinción o la disminución radical del Estado, factor de la regulación social, han fructificado entre el electorado nacional, dadas las cifras de las PASO.
Cómo no preocuparnos ante la perspectiva de que la admonición de Marx esta vez se invierta, aunque con los mismos desastrosos resultados. Que las farsas ocurridas en los países hermanos se conviertan en la Argentina en la tragedia de la desesperanza definitiva.
* El autor es profesor de Historia y Geografía. Licenciado en Administración