Hace unos pocos meses me referí en un artículo de similar nombre a la preocupación que me embargaba y muy posiblemente a muchos conciudadanos acerca del riesgo de caer en un fracaso definitivo encarnado en la posibilidad de que asumiera el poder el actual presidente de la Nación.
Mis temores se suscitaban a raíz de las actitudes teatrales del entonces candidato libertario y que comportaban un estilo extravagante que chocaba con las tradicionales actitudes de los candidatos precedentes.
Ahora, ya en el ejercicio del poder ejecutivo, veo con tranquilidad que se está cumpliendo el llamado “teorema de Baglini” , propuesto por el recordado legislador mendocino y en el que se planteaba la proporcionalidad entre la irresponsabilidad y la lejanía del poder y por el contrario entre la responsabilidad y la cercanía.
Parece que quedó atrás “El histrionismo , los rugidos de aparente indignación, el insulto a diestra y siniestra , la descalificación paranoica y las promesas redentoras y una filosofía sui generis” de los que escribía en ese anterior artículo. Atrás ,para ser reemplazados por un pragmatismo y serenidad que son deseables en un gobernante.
Además, observo y nuevamente pienso que observamos una multitud de ciudadanos un plan estratégico que anteriormente solo lo veíamos planteado en unos cuantos lemas , situación que nos intranquilizaba. Bien, otra vez aparece el tema de los espejos referidos a la región.
En 1990 asumió en el Perú el presidente Alberto Fujimori, el cual a los pocos días aplicó un aumento generalizado de precios proveniente de la actualización de ellos, pues estaban artificiosamente reprimidos con mil regulaciones, establecidas por el pésimo primer gobierno del señor Alan García, quien terminó su mandato en medio de la reprobación generalizada de la ciudadanía.
De acuerdo a los datos del Banco Central peruano. la inflación ascendió de 2775.3 % , en el año 1989 a 7649.7 en 1990 , anotando que Fujimori asumió el 28 de julio de ese año . El dólar estadounidense variaba a cada minuto hacia arriba y la escasez de productos era exasperante, dada la maraña de regulaciones y prohibiciones conque García quería atajar la inflación y la devaluación de un modo infructuoso.
En 1991, la inflación fue de 132.9, marcando una baja impresionante, y en 1995, último año del primer gobierno de Fujimori, apenas ascendía a 10.2 , siempre según datos del Banco Central.
El PBI ,de 1992 a 1993 aumentó 6.4 % , del 93 al 94 , en 13.1 % y del 94 a 1995 en 7%. “tasas chinas”
Todo partió de un shock de precios, reducción de la burocracia estatal y la liberalización de la economía. No está demás anotar que pese a sus profundos problemas políticos, la inflación en el Perú continúa en un rango del 3 a 4 % anual, como resultado de la independencia del Banco Central y la prohibición de financiar al Gobierno Central.
Este espejo puede reflejar a futuro la realidad argentina, abriendo una puerta de esperanza para nuestro país, teniendo en consideración que la observación de los errores del gobierno fujimorista no se repitan en la Argentina.
Otro dato esperanzador es que nuestro país tiene una economía más diversificada lo que puede significar una salida más rápida que el país hermano. Al aplicar el shock peruano, el ministro Hurtado Miller en su alocución memorable para los peruanos, exclamó: “Y que Dios nos ayude”. Esta vez , Milei finalizó su discurso con una invocación a “Las fuerzas del Cielo”.
Perú necesitó la oración en 1990, Argentina la necesita hoy. Así sea.
*El autor es profesor de Historia y Geografía