La región del Caribe muestra una singular tensión, comenzando por Venezuela. Cabe señalar que el norte de América del Sur es caribeño y que éste es el país más importante de los que tienen esta condición. Está claro que con vistas a la elección presidencial de octubre, Maduro ha logrado impedir la candidatura opositora más peligrosa para él, que era la de Corina Machado. Con esta decisión rompió los acuerdos que se habían gestado el año pasado entre oficialismo y oposición, avalados tanto por los países desarrollados de Occidente, como por otras naciones de la región.
Washington analiza restablecer las sanciones económicas que tenía vigentes en perjuicio del régimen venezolano antes del acuerdo ahora incumplido. Pero no es claro hasta dónde lo hará. Machado nominó como su candidata a Corina Yoris, una historiadora de más de ochenta años. Ante los primeros pasos de ella, en forma casi inmediata Maduro impidió también su candidatura por un pretexto: no pudo anotar su candidatura electrónicamente como establece la ley. La situación es incierta. Al quedar sin candidato la principal fuerza opositora que está ganando en las encuestas, analizan apoyar a otro candidato frente al gobierno, que se encamina a competir contra una oposición desarticulada. Aún los presidentes “progresistas” de la región como Lula y Petro están tomando distancia de Maduro que se apresta para gobernar hasta 2030 el mismo año que Putin también buscaría presentarse para un nuevo mandato hasta 2036, al igual que lo pretendería Maduro.
El conflicto entre Venezuela y Guyana -otro país de América del Sur que es caribeño- escala en la segunda quincena de marzo. El parlamento venezolano ha declarado que Esequibo -la región de Guyana que es materia de controversia territorial entre los dos estados- es una provincia más de Venezuela, con capital en el estado de Bolívar, fronterizo con el territorio en disputa. Argumenta para ello el categórico resultado del referéndum realizado el 3 de diciembre, en el que más del 90% de los que concurrieron a votar sostuvieron que Esequibo pertenece a Venezuela. También sostiene que desde Guyana se prepara una incursión militar articulada por Washington y la empresa petrolera Exxon para desplegar tropas en la zona en conflicto.
En forma coincidente, el presidente francés Emmanuel Macron se reunió el 25 de marzo con el presidente Lula en la región de Amazonia, próxima a la Guyana Francesa. Es un intento de revitalizar la relación bilateral que en los últimos años entró en conflicto por el tema ambiental. Dos días después, el 27 de marzo, Macron visita la Guyana Francesa, territorio de ultramar que está sobre el Caribe y tiene frontera con Brasil y Surinam, y donde se incrementan reclamos de mayor autonomía respecto a la metrópoli.
Cuba es el principal aliado de Venezuela en la región caribeña, pero sufre su mayor crisis política y económica desde 2020. Tuvieron lugar entonces grandes manifestaciones opositoras que fueron sofocadas por el gobierno, que detuvo a más de mil activistas, muchos de los cuales continúan todavía en prisión y algunos con largas condenas.
Ahora, un conjunto de circunstancias han producido una crisis económica que algunos comparan con la que sufrió en los años noventa, cuando la economía cubana quedó desconectada de la de Rusia por la disolución de la Unión Soviética. Desde comienzos de marzo están creciendo gradualmente las protestas, tanto en La Habana como en el interior del país. Los lemas son tres: Alimentos, electricidad y libertad. Los dos primeros se vinculan directamente con la crisis económica. El precio de los alimentos se ha visto muy afectado por la inflación y ello ha deteriorado la calidad alimentaria de los cubanos. Las restricciones energéticas -varios de los países aliados que proveían al régimen cubano de petróleo barato han suspendido los envíos- provocan diversas dificultades cotidianas. Sobre este “mal humor social”, los activistas ideológicos que reclaman libertad han encontrado nuevamente espacio para impulsar sus críticas y propuestas. El presidente Miguel Díaz Canel, si bien mantiene el apoyo de la cúpula castrista, encuentra dificultades crecientes.
El arco de las tensiones en el Caribe se completa por la crisis de Haití, que pone al país en una situación de “estado fallido”. Las soluciones desde el exterior para encauzar la crisis no han resultado eficaces. El intento de apoyar la permanencia transitoria del primer ministro Ariel Henry fracasó. Cuando en febrero se encontraba en Kenia negociando el acuerdo por el cual dicho país africano iba a encabezar una fuerza policial multinacional para estabilizar la crítica situación generada por las bandas criminales que dominan la capital y otras ciudades del interior del país, la urgencia del deterioro lo obligó a retornar. Intentó hacerlo vía Santo Domingo pero no lo logró, y desde hace semanas se encuentra en Puerto Rico sin poder retornar a Haití.
Frente al reclamo armado de las bandas del crimen organizado, se vio obligado a renunciar. Estados Unidos lideró, a través del Secretario de Estado, Anthony Blinken, el proyecto de negociar un Ejecutivo colegiado para ordenar la situación y encauzar el país hacia una salida democrática. Este acuerdo fue avalado por algunas de las bandas criminales, pero por otras no, y hasta ahora no ha logrado organizarse eficazmente.
Al finalizar marzo, Venezuela, Guyana, Cuba y Haití conforman un cinturón de tensiones políticas y geopolíticas en torno al Caribe.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.