Tensiones y gobernabilidad en la región

La fragilidad institucional que dificulta la gobernabilidad es otra clave del conflicto ecuatoriano con proyección regional.

Tensiones y gobernabilidad en la región
Protestas en Ecuador

La crisis ecuatoriana pone en evidencia claves de proyección regional, comenzando por el protagonismo indígena. Se trata de un factor que viene teniendo creciente protagonismo político desde la última década del siglo XX.

Entre 1997 y 2005, tres presidentes cayeron en Ecuador por las protestas violentas lideradas por los movimientos indígenas en las calles. Uno de ellos fue un populista lo cual, Abdalá Bucaram y el otro un coronel, Lucio Gutiérrez, que ya había sido electo con apoyo de las organizaciones indígenas.

Durante los gobiernos de Rafael Correa -alineado con el eje bolivariano articulado por Chávez, Castro y Morales- los movimientos indigenistas se mantuvieron en apoyo -pero no sin tensiones- de gobierno. En cambio durante la gestión de Lenin Moreno (qué había sido el último vicepresidente de Correa) en el primer año de Guillermo Lasso, tras las protestas violentas lideradas por el indigenismo pusieron a ambos presidentes muy cerca de caer por un “golpe de la calle”. En los dos casos, se convocó a las Fuerzas Armadas para controlar la situación.

Moreno tuvo su momento más difícil en 2019, cuando las protestas generaron muertos y heridos, y Lasso -un presidente de centro derecha que es economista y empresario- lo tiene ahora, al cumplir solo un año en el poder. La crisis de las estructuras políticas tradicionales es la segunda clave de este conflicto.

En Colombia, Chile y Perú, al igual que en Ecuador, el fenómeno de la “antipolítica” qué caracteriza al mundo occidental, se ha manifestado plenamente. Colombia es un ejemplo claro al respecto. El bipartidismo liberal conservador quedó enterrado en la reciente elección presidencial que llevó al poder a un candidato de centroizquierda. Pero su oponente, Rodolfo Hernández, ha sido una expresión de la antipolítica. Los partidos tradicionales quedaron fuera de la segunda vuelta.

En Chile, las protestas sociales violentas precipitaron la crisis de la política tradicional representada por el socialismo y la centroderecha. La elección para la Asamblea Constituyente mostró su fuerte debilitamiento y el crecimiento de distintas expresiones de la antipolítica, desde anarquistas a secesionistas mapuches. Elección presidencial de finales de 2021 mostró que ninguna de las dos fuerzas tradicionales llegó a la segunda vuelta. Ganó un dirigente de la protesta estudiantil, Gabriel Boric, y quedó segundo José Antonio Kast, candidato de una nueva expresión de extrema derecha.

En Perú la crisis de los partidos tradicionales no es un hecho nuevo, pero se ha agudizado desde mediados de la década pasada. Ganó la segunda vuelta Pedro Castillo, candidato de Un partido de izquierda de base territorial local. Enfrente, con menos de un punto, quedó Keiko Fujimori, expresión de una fuerza de centroderecha ajena a la tradición política peruana.

En Ecuador, la elección presidencial de 2021 género una segunda vuelta entre Guillermo Lasso, un empresario y banquero candidato de una coalición de centroderecha, donde se reordenaron sectores conservadores y se impuso sobre Andrés Arauz, candidato apoyado por el expresidente Rafael Correa.

La fragilidad institucional que dificulta la gobernabilidad es otra clave del conflicto ecuatoriano con proyección regional. El sistema electoral de doble vuelta de Ecuador, por el cual los resultados de la primera determinan la cantidad de legisladores, dificulta la mayoría parlamentaria cuando un presidente llega a la segunda con un porcentaje muy bajo.

Lasso llegó con solo una quinta parte de los votos. En consecuencia, su cantidad de legisladores está lejos de la mayoría y se ve obligado a negociar, en un escenario en el cual varias de las fuerzas opositoras están a su vez divididas. Pero para la destitución del presidente hacen falta dos tercios de los legisladores y la oposición -en gran medida articulada por el expresidente Rafael Correa- se encuentra ya a solo 9 legisladores necesarios para destituir al Presidente.

Situaciones semejantes se registran en Chile, Perú y Colombia, donde los Presidentes que han ganado la segunda vuelta no tienen mayoría parlamentaria y se ven obligados a complejas negociaciones. Es una situación que también puede darse en Bolivia si crece el enfrentamiento de Evo Morales con su partido.

La situación económico-social, con aumento de la inflación y de los combustibles en particular, es la cuarta clave del conflicto. Eso ya detonó en 2019 las protestas violentas en Ecuador liderada por las organizaciones indígenas, que provocaron más de 10 muertos y cerca de 1000 heridos. Entonces, como ahora, el presidente Lenin Moreno convoca a las fuerzas armadas para mantener el orden público. Salvo su gobierno a menos de dos años de la finalización del mandato. Ahora la situación en alguna medida se repite, pero con Guillermo Lasso cumpliendo recién un año en el poder.

Protestas sociales violentas que pusieron en riesgo a los gobiernos tuvieron lugar en 2019 también en Chile, en Colombia en 2020, con menor intensidad en Perú, y entre fines de 2019 y comienzos de 2020 se dieron en Bolivia, originadas en el conflicto político por las denuncias de fraude. Los efectos sociales de la pandemia jugaron un rol. Los reclamos económicos y sociales fueron el centro de estas protestas.

Las cuatro claves de la crisis ecuatoriana mencionadas se van transformando en un fenómeno regional, aunque en cada país con sus circunstancias particulares.

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