Tiene iniciativas transformadoras; lo echaron

Cuestionable expulsión de su cargo del ingeniero Fernando Vilella, que ejercía la función de secretario de Bíoeconomía del gobierno de Javier Milei.

Tiene iniciativas transformadoras; lo echaron
El funcionario nacional desplazado. Foto: La Voz

Cuando analizamos las gestiones de los presidentes más exitosos que gobernaron el país, vemos que tuvieron ministros de jerarquía. Se dijo, por ejemplo, de los elencos ministeriales del general Roca y de Marcelo Torcuato de Alvear que todos sus integrantes eran “presidenciables”.

Uno de los escasos integrantes del gobierno actual que merece por su formación antecedentes en el campo privado, académico y políticos, un cargo ministerial, el Ingeniero Villela, ha sido expulsado con la descortesía que es un hábito de este gobierno, en el que predominan inseguridades y resentimientos y la intolerancia, como en el gobierno anterior, hacia los que piensan distinto e incluso, parecido, pero sin vocación servil.

La Argentina está desaprovechando desde el kirchnerismo y su ignorancia sobre los aportes que las regiones agrícolas más productivas del país pueden dar al desarrollo nacional y la mejora del nivel de vida de los argentinos, enormes oportunidades.

Algunos gobernadores viven buscando y exigiendo recursos fiscales de regiones más desarrollados que sus provincias, sin asumir que su mala calidad institucional, sus carencias de gestión, sus derroches en obras improductivas y de escasa rentabilidad social son causa de su pobreza.

No es cuestión solamente de recursos el desarrollo. Los podemos observar con lo sucedido con los cuantiosos fondos que algunas recibieron por liquidación de regalías petroleras o privatizaciones de activos. Incluso una provincia con mayor calidad institucional como es Mendoza nos ratifica al verificar cómo se diluyeron los fondos provenientes de las regalías adeudadas por YPF. Siendo reiterativos: el problema no es solo de recursos sino de la ineptitud para aplicarlos a la transformación con transparencia y eficiencia. Ni hablar del saqueo de los fondos de Santa Cruz que anunciaban lo que vendría después en el orden nacional.

El programa del saliente secretario de Bioeconomía es un genuino plan para el despegue de las provincias argentinas. La industrialización de la producción agraria argentina para exportar más valor agregado es el camino para terminar con las carencias de ingresos de divisas que desde hace largo tiempo soporta la economía argentina que provoca desde 1948 los problemas en la balanza de pagos que frenen toda posibilidad de crecimiento sostenido de la economía.

El concepto de Bioeconomía es la producción sustentable de bienes y servicios a través del uso o transformación de recursos biológicos, sean estos cultivos, bosques, peces, animales, microorganismos y que incluye los desechos de biomasa generados en los procesos de transformación, producción y consumo.

Hay establecimientos que a partir de la producción agrícola crían y engordan ganado, producción biocombustibles, generan electricidad con la bosta de los engordes a corral del ganado.

Estos lineamientos a los que agregaba multiplicar por tres el área irrigada actual de dos millones de hectáreas fueron parte de las propuestas de Villela junto a la disminución y supresión de las retenciones a las exportaciones a la producción agropecuaria argentina, un impuesto distorsionador de la economía nacional.

Las retenciones que le han dado 200 mil millones de dólares desde 2003 al fisco nacional, no han redundado en mejoras de las infraestructuras productivas como modernización del sistema ferroviario, puertos, autopistas, conectividad. Por otro lado, han estancado la producción agrícola. Después de haberla triplicado desde la supresión de las mismas en 1990 y la firma por el secretario de agricultura Solá en 1993 autorizando el uso de semillas transgénicas desde hace una década no crecen. La ganadería también se ha rezagado desaprovechando el país la creciente demanda de carnes del mundo emergente. También las exportaciones de vino se han bajado desde el récord de 2012 cuando alcanzaron los 1292 millones de dólares, como la de otras economías regionales y que además soportan la mora en gestionar acuerdos de libre comercio, lejos de los éxitos de Chile con vinos, frutas, salmones de criaderos, resultado de más de cincuenta acuerdos comerciales.

“Ni una gota de agua dulce al mar” debería ser una política de estado. El caudal del Río Negro triplica los caudales de todos los ríos mendocinos sumados, sin embargo, en esa provincia se riega la tercera parte de superficie que en Mendoza. El Río Santa Cruz tiene un caudal de 790 m3, unos 30 más que el Negro. Hay caudales suficientes con tecnologías como las desarrollada en Israel, para agregar tres millones de hectáreas adicionales.

Los cultivos irrigados incrementan notoriamente el rendimiento por hectáreas de cereales y oleaginosas como de pasturas. También en la Pampa Húmeda con el agua subterránea se puede lograr mejores rendimientos y mitigar el efecto de las sequías que han afectado nuestras exportaciones en 2018 y 2022 con las secuelas en la balanza de pagos.

En la cuestión del riego no podemos olvidar la demora de Mendoza en encarar la modernización de un sistema obsoleto.

Nuestro país necesita proyectos innovadores y personas capaces en la gestión de los asuntos públicos. Con el desplazamiento del Ingeniero Villela se ha dado un retroceso.

*El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia

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