Todos los hombres son iguales

Me parece que la afirmación es al menos dudosa. Tal vez si ponemos a todos los hombres a un kilómetro y los miramos desde acá pueda parecer que son iguales.

Todos los hombres son iguales
Sacando las numerosas diferencias que existen entre los hombres, todos los hombres somos iguales.

Hay algunas frases que solemos decir y creer a pie juntillas, que no sé lo que quiere decir pero se usa. Frases que al menos merecerían un análisis más profundo.

Estudiemos por ejemplo la frase “todos los hombres son iguales”. Me parece que la afirmación es al menos dudosa. Tal vez si ponemos a todos los hombres a un kilómetro y los miramos desde acá pueda parecer que son iguales.

Pero analicemos la frase: en primer lugar, si todos los hombres fuéramos iguales no existiría el adulterio. El pata e’ lana no tendría razón de ser porque ¿para qué diablos la señora va a tener amoríos que implican un riesgo por acostarse con un hombre que es igual a su esposo? Esto tiene menos sentido que darle a tomar agua a un tipo que termina de ahogarse en la pileta.

En segundo lugar las huellas digitales no tendrían razón de ser porque, de ser iguales, entonces todos los hombres del mundo seríamos los culpables de todos los crímenes.

En tercer lugar Kodak y Agfa y Fuyi no existirían porque con una sola foto que saquen estarían retratando a todos los habitantes de este planeta, y el registro civil sólo tendría que confeccionar un solo DNI y hacerle millones de duplicados.

Si analizamos el caso por el lado de la política, podríamos convenir en que la igualdad es más notable porque, salvo caso de fraude patriótico, todos los habitantes de la nación valen un voto. Pero eso sólo ocurre para votar, porque no todos los habitantes de una nación valen un cargo público, y menos un cargo público prominente. Eso no, che, que una cosa es la democracia y otra es la promiscuidad. No cualquiera es dirigente, no cualquiera es funcionario, no cualquiera es presidente, y el no cualquiera está marcando diferencias que no admite la frase todos los hombres somos iguales.

Por el lado económico la frase no tiene sustento, no tiene razón de ser, pero ninguna. Si tenemos en cuenta que el diez por ciento de la población mundial, rica, acumula, amontona los mismos morlacos que el restante noventa por ciento pobre, la noción de igualdad es casi una tomada de pelo, es sencillamente una porquería.

Podemos verlo por el lado de la igualdad de oportunidades. ¡Ajá! ¿Usted se piensa que tiene las mismas posibilidades uno niño que nace en una villa que en un country privado?. No tiene las mismas posibilidades aquel que vuelve a su casa con jacussi en cuatro por cuatro que aquel que aún volviendo a patas no tiene adonde volver.

Podrá alguno decirme que la igualdad hay que buscarla en el campo de la legalidad y de la fe. Todos los hombres somos iguales ante Dios y ante la Ley. Esta es una entelequia demagógica que no resiste el mínimo análisis. Porque todos sabemos que ante la ley no es lo mismo un ladrón de gallinas que un ladrón de países. El concepto que prima es, un robo por diez mil dólares es un delito un robo por un millón de dólares es un negocio. No puede hablarse de igualdad.

Ante Dios puede ser, no he tenido oportunidad de conversar con él últimamente pero me parece que puede ser uno de sus conceptos más firmes, no así el de las religiones que lo adoran, porque sino no existirían tantos pueblos que se agarran a los coscachos por ser de religiones distintas que adoran a un mismo Dios que cree que todos somos iguales.

Por lo tanto mis queridos hombres iguales a mí, eso de la igualdad deberíamos analizarlo un poco más, y tal vez coincidiríamos en que, sacando las numerosas diferencias que existen entre los hombres, todos los hombres somos iguales.

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