Muchos mendocinos desconocían su existencia, pero la pandemia los sacó de sus campos y los puso en la calle, más precisamente en el Arco Desaguadero. “No los unía el amor, sino el espanto”, pero desde allí diluyeron en solo tres días, la imagen del ganadero de la pampa húmeda, el gaucho y los pastizales, y se transformaron en mendocinos desarrollando su actividad en un paisaje algo menos que agreste.
Los productores lograron empatizar con una parte de la ciudadanía que desconocía la actividad como parte de la economía en Mendoza.
De pronto: cría, recría y terminación de bovinos sonaban algo más cercanos que hace apenas unos meses atrás. Los números los avalan: mientras que la ganadería bovina viene ganando espacio -entre 2002 y 2019 sumó más de 100 mil cabezas- la fruticultura perdió un poco más de 9.000 hectáreas en los últimos 16 años, según los datos del último Censo Agropecuario, realizado por el Indec. Si bien este año debido a la sequía, el stock de vientres caerá 15%, saliendo de la coyuntura el sector crece, con inversiones y genética.
De hecho, los números de DEIE muestran que entre 2004 y 2019 el agro perdió 3,2 puntos de participación en PBG. Hoy la agricultura aporta apenas el 6,8% sobre el total de los sectores económicos de la provincia. Los únicos que crecen en ese mismo periodo son los sectores relacionados con la ganadería. Mientras que otros rubros muestran serias debilidades y tienen poca capacidad de respuesta, los ganaderos con paso firme van desarrollando el sector.
La fruticultura tiene graves problemas de rentabilidad. En los últimos 15 años cayó 37%, evaluando su valor agregado bruto en pesos constantes. La olivicultura perdió 33% y el sector de las aromáticas, con el orégano a la cabeza, se derrumbó con el 49%.
¿Qué sucede en Mendoza?: estas producciones vienen de muchos años con poca inversión, retraso en la infraestructura, y poca adecuación de la oferta a la demanda. Básicamente, nadie puede invertir y crecer si está en “modo superveniencia”. Los productores simplemente “respiran” a la espera de algún signo de mejoría, una helada general que tracciona una mejora de los precios.
Todas las generalidades son injustas, es cierto; hay productores que trabajan con tecnología de punta y logran superar ese techo de cristal, pero también es un hecho que la gran mayoría no lo pueden hacer.
En cambio los números de la ganadería muestran que el sector pecuario creció 35% entre 2004 y 2019, y aporta más a la economía en valor bruto que la fruticultura (excluyendo la vitivinicultura) y olivicultura juntas. El sector de cría de ganado creció 46% en el periodo analizado. Ahora, para que el esfuerzo y la puesta en marcha no se diluya, se debería armar un frente consolidado e uniforme. No hay dudas que una cadena consolidada tracciona para poner en marcha pedidos al Estado y lograr financiación.
Como en toda actividad económica, hay tensiones entre cámaras y productores, pero sería interesante ver una especie de “mesa de enlace”, como la que surgió tras la “125”, en donde varias entidades que a priori tienen diferencias, van en ciertos temas como frente unido.
Se sabe que Argentina consume 51 kilos per cápita de carne bovina, pero Mendoza solo produce el 10% de lo que se consume. Tecnificación para riego, genética y financiamiento son algunos de los reclamos más serios que tiene el sector. Sólo restará saber si este envión que llegó de la mano de la protesta en Desaguadero puede ser el puntapié inicial de un sector, que tiene potencial para desarrollarse en Mendoza y podría significar para algunos, el inicio de la diversificación del agro.