Las encuestas siempre desvelan a los políticos. Pasaron a formar parte de la actividad que desarrollan. Por lo general, cuando resultan favorables a sus intereses son dadas a conocer, trascienden, pero son un secreto cuando los números no son los esperados.
Actualmente hay mediciones, no todas, que indican que los números ya no favorecen tanto al presidente Milei. La valoración de su imagen sigue siendo muy positiva, pero cuando la consulta va dirigida a la gestión de gobierno los porcentajes caen. ¿Luz de alarma? Depende cómo sea la consideración. Es lógico que las consecuencias del ajuste inicial pasen por alguna crítica concreta expresada en estos sondeos todavía lejanos con respecto a las próximas elecciones.
De todos modos, siguen manteniéndose en los primeros lugares de la consideración pública tanto Milei como su vicepresidenta, Victoria Villarruel y la ministra Patricia Bullrich. En el caso de la vice, es evidente que sus cortocircuitos con el círculo cercano al Presidente y su desafortunada aparición por el incidente con los jugadores de fútbol franceses no afectaron del todo su imagen.
Pero también ha logrado posicionarse, aunque con porcentajes lejanos a los de los libertarios, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, tal vez la voz más crítica hacia el gobierno nacional, que aprovecha, sin ninguna duda, la importancia que tiene ser quien gobierna la provincia más gravitante del país. Aunque su empecinamiento ideológico haya contribuido para que su provincia perdiera la posibilidad de contar en el futuro con la millonaria inversión en GNL que finalmente se llevará Río Negro. Empecinamiento ideológico y mal tacto político a la vez; floja calificación para alguien que pretende posicionarse para 2027 como la alternativa a los libertarios. Aunque no es algo nuevo; sus desaciertos no pasaron inadvertidos durante su paso por el Ministerio de Economía en tiempos de Cristina Kirchner.
Por otro lado, en una semana dominada política e informativamente por el escándalo electoral venezolano, en el que Milei y su gobierno tuvieron protagonismo fuerte, de ninguna manera pasó inadvertida la reaparición pública de Mauricio Macri.
El ex presidente reasumió formalmente al frente del partido que fundó nada menos que en La Boca, el barrio que cobija a uno de los más populares clubes de la Argentina, que él presidió y en el que ejerció una conducción hábil y renovadora para la tradición de los clubes de fútbol argentinos. Se compartan o no las ideas políticas y económicas de Macri, hay que admitir que Boca Juniors le sirvió de plataforma de lanzamiento para la su carrera política: dos veces jefe de Gobierno porteño y presidente de la Nación por cuatro años.
En este caso, el discurso del ex presidente fue muy claro: él y su entorno “amarillo” comparten las ideas del Gobierno, pero advierten que para llevarlas a cabo con eficiencia no hay equipo. O si lo hay, es escaso. O con personas con poca o nula experiencia en la función pública. Lo demuestran constante desajustes y renuncias o despidos reiterados. Y cargos que todavía siguen en manos de interinos o personas vinculadas a la administración nacional anterior.
Hubo interpretaciones de todo tipo de los dichos de Macri. Algunos sugieren que lo del equipo de funcionarios que no convencen (Cristina Kirchner instaló en el acto por el primer año de gobierno de Alberto Fernández aquello de los “funcionarios que no funcionan”) lo hizo para blanquear la intención de pedir cargos para su gente. Pero aclaran desde su círculo cercano que “una cosa es pedir cargos y otra ofrecer sus equipos”. Si así fuese el mensaje sobre la gestión no deja de tener dureza.
No obstante, Macri fue contundente con su respaldo en general al Gobierno. Pretendió dejar en claro que con el Presidente tiene una óptima relación (habló siempre de Javier para referirse a él). Pero su cuestionamiento a lo que denominó el entorno, que en la práctica es una mesa chica, muy chica, no cayó del todo bien en la cúpula libertaria porque en mayor o menor medida, para quedar bien con Milei todos buscan, a su vez, quedar bien con ese entorno, que son su hermana Karina, el asesor estrella Santiago Caputo y pocos más.
Del otro Caputo, Luis “Toto”, el ministro de Economía, no habló mal. Todo lo contrario. Lo reconoció por su labor y mostró sus coincidencias con el plan ejercido desde el Palacio de Hacienda. Lo mismo hizo con Federico Sturzenegger, el ideólogo de la reforma del Estado que la actual administración piensa llevar a cabo. Ambos economistas estuvieron durante su gestión presidencial, aunque con vaivenes y recelos propios del desgaste de la función pública, en especial con Sturzenegger.
Coincidentemente, la reaparición pública de Mauricio Macri encuentra al Pro mendocino en pleno proceso de reinserción en la política luego de la intervención derivada de la partida de De Marchi para crear La Unión Mendocina y de la dura interna que se disputó entre el sector que lideró la vicegobernadora, Hebe Casado, y el triunfante Gabriel Pradines.
El nuevo referente provincial del partido de Macri, junto a sus vices, aprovechó su asistencia al relanzamiento en La Boca para reunirse con el ex presidente, con la intención de explicar que el Pro mendocino deberá ser en adelante una “alternativa viable para Mendoza”. Recuérdese que este espacio es uno de los que abandonaron la coalición gobernante, Cambia Mendoza, que prácticamente contiene sólo al radicalismo y algunas expresiones minoritarias siempre leales al cornejismo.
Queda mucho trayecto por recorrer si se piensa en un macrismo mendocino que llegue a enfrentar al oficialismo local. Téngase en cuenta que actualmente el gobierno de Cornejo está en línea con Milei y que De Marchi, que sigue perteneciendo a la administración nacional con un cargo en la Jefatura de Gabinete y a su vez está identificado con la nueva conducción del macrismo local, debe definir los pasos que dará en adelante el espacio provincial que gestó y con el que perdió las últimas elecciones a gobernador, La Unión Mendocina.
Siguiendo en el ámbito local, si de encuestas se trata hay sectores partidarios que vienen señalando que la caída en valoración de gestión que estaría afectando a Milei también se extendería al gobierno de Cornejo. Sin embargo, los porcentajes que dejan trascender no serían para nada despreciables en medio del marco recesivo actual.
Mientras tanto, el Gobernador mantuvo en la semana una variada actividad en la Capital Federal. No debe pasar inadvertida la reunión con el embajador Marc Stanley en la sede diplomática de Estados Unidos. No estuvo solo. El anfitrión recibió, además, a los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe y a la vicegobernadora de Córdoba. Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe han formado una suerte de región central productiva que busca ganar protagonismo en el plano económico y que por su gravitación trasciende de inmediato al plano político. Y Mendoza, a su vez, forma parte del emprendedor corredor central del país, que incluye a las provincias citadas más San Luis y San Juan.
Además, no deja de ser llamativa una coincidencia: la cita con el embajador de EEUU fue pocos días después de la importante visita que hizo a esta provincia el representante diplomático de China, invitado en su momento por Cornejo.
La otra actividad importante del Gobernador en la ciudad de Buenos Aires fue la reunión con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, junto a otros gobernadores de Juntos por el Cambio, espacio que los jefes provinciales, tanto radicales como del Pro, mantienen como emblema de unión entre ellos y de línea de conducción hacia los legisladores que los representan en el Congreso, como quedó demostrado durante el extensísimo debate de la Ley Bases y el paquete fiscal. Una estrategia en la que, también, mucho ha influido Cornejo.
No se trató de una simple charla de café. Fue la primera cita posterior a la firma del Pacto de Mayo, el 9 de julio en Tucumán, e incluyó una agenda de reclamos lógicos a un gobierno nacional que aún no reglamenta la mega ley por la que tanto bregó desde que asumió Milei.
Los tiempos se van acortando y en ese aspecto el Gobernador parece tener siempre a mano el cronómetro. Explicó luego de dicho encuentro que se habló mucho del “estado de la economía, que nos tiene siempre preocupados. Ansiamos resultados mucho más rápidos del gobierno nacional en materia económica”.
En ese marco reclamó que se agilice la tramitación necesaria para que puedan avanzar las obras nacionales en la provincia, que no son pocas, y por las cuales Cornejo, como cada uno de los mandatarios provinciales que pasaron por el despacho de Francos, obtuvo de la Nación el compromiso de reactivación. Convencieron los gobernadores a la Nación que ese tipo de parálisis de la obra pública no era pertinente y por ello ahora reclaman que desde la Casa Rosada cumplan.
Y qué coincidencia de apreciación del ritmo de la economía desde ámbitos opuestos. El empresario Paolo Rocca dijo en un auditorio de una de sus empresas con relación al plan económico actual: “Probablemente todos fuimos demasiado optimistas al penar que esto podría hacerse en el corto plazo”. “Es una situación difícil de controlar desde el punto de vista de la inflación y el equilibrio fiscal”. “Argentina recuperará credibilidad y acceso al mercado, pero llevará un poco más de tiempo”.