Usos políticos de la pandemia con fines electorales

No es serio mezclar ambas cosas, la lucha contra la pandemia debe andar por caminos paralelos al hecho electoral, no se puede politizar la salud de la población.

Usos políticos de la pandemia con fines electorales
No es serio mezclar ambas cosas, la lucha contra la pandemia debe andar por caminos paralelos al hecho electoral, no se puede politizar la salud de la población.

Hace unos días, el Gobierno nacional desató una pequeña discusión en el interior de Juntos por el Cambio con la difusión de una foto que supuestamente representaba el acuerdo alcanzado por el oficialismo y la principal fuerza de oposición para modificar el calendario electoral.

No había tal cosa, pero el gesto fue suficiente para que el Gobierno colocara el tema en el centro de la agenda política, aunque no se haya mostrado igualmente dispuesto a explicitar su proyecto alternativo.

De hecho, es probable que aún no exista el imprescindible consenso en el interior del Frente de Todos sobre la cuestión de fondo, ya que referentes de los distintos sectores de la coalición oficialista tienden a opinar de manera divergente.

Mientras unos hablan de suspender las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso), otros sugieren que estas se realicen en septiembre y hay quienes proponen que se lleven a cabo el mismo día que las elecciones generales.

El argumento excluyente que se esgrime en cualquiera de estas tres opciones es el mismo: por el nivel de circulación que registra en la actualidad el coronavirus, la movilización social que implica una elección provocaría innumerables contagios.

¿Se puede prever a mitad de abril cuál será la situación sanitaria de todo el país entre agosto y noviembre? No, sin duda.

Es más: la situación presente, así como la experiencia de los casi 13 meses que llevamos conviviendo con la pandemia, demuestra que mientras algunas áreas geográficas pueden estar muy complicadas, por lo cual las autoridades instrumentan ciertas restricciones de circulación, en otras regiones las cifras se mueven dentro de parámetros muy diferentes.

En consecuencia, la suspensión o postergación de una elección es una decisión que sólo puede tomarse en los días previos.

Ahora bien, en un país con la extensión que tiene Argentina, pero con una concentración tan importante de votantes en Ciudad Autónoma y provincia de Buenos Aires, ¿habría que alterar el calendario electoral por la realidad sanitaria de gran parte del país o sólo por lo que pase en esos dos distritos?

Sin ir más lejos, las estadísticas de estos días indican que mientras provincia de Buenos Aires tiene ocupadas más del 60 por ciento de las camas críticas de su sistema hospitalario, en otras provincias esa ocupación es bastante menor.

No hay que ser muy suspicaz, entonces, para conjeturar que hay cierto deseo de eliminar las Paso en función de lo ocurrido en 2019: una elección que no resolvería ninguna competencia interna arrojó en el acto el resultado de la elección general, con lo cual obró como una virtual primera vuelta de la presidencial.

Si de verdad se quiere reducir el riesgo de contagios, la mejor alternativa sería instrumentar la boleta única y multiplicar las mesas para que haya menos votantes en cada una.

Sembrar incertidumbres sobre el calendario electoral no puede ser la opción.

Nada eliminará el virus, y las elecciones previstas por ley deben realizarse.

Además, no es serio mezclar ambas cosas, la lucha contra la pandemia debe andar por caminos paralelos al hecho electoral, no se puede politizar la salud de la población.

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