En cada mes de agosto, recordamos la muerte del General San Martín. Ya es inusual que se evoque su figura con la entonación del himno en su memoria que, como la totalidad de las marchas y canciones patrias, han pasado a ser consideradas obsoletas y muestras de un pasado que solamente pervive en el recuerdo de los mayores. Ese himno comienza con una exhortación: “Yerga el Ande su cumbre más alta/, dé la mar el metal de su voz/, y entre cielos y nieves eternas/ se alce el trono del Libertador...”; ¿cuál es el significado de ese verbo “yerga”?
Proviene de “erguir”, que significa “levantar y poner derecho a alguien o algo, especialmente el cuello o la cabeza”: “Nos erguimos para poder observar bien el panorama nevado”. Se puede también usar para referirnos a un edificio o a una construcción que se levanta o sobresale sobre un plano: “Se yergue en el lugar una magnífica torre”. En sentido metafórico y usándolo como “erguirse”, toma el valor de “ensoberbecerse o engreírse”: “Se ha erguido ufana de sus logros”. Su participio “erguido” se usa con valor adjetivo equivalente a “derecho, en alto”: “Camine bien erguida y con la cabeza levantada”. En el presente de indicativo, son formas irregulares “yo yergo, tú yergues, él yergue, ellos/ellas yerguen”; esa irregularidad con “yer-” se replica en el subjuntivo “yerga”. De allí, entonces, que la forma con que comienza el himno sanmartiniano pertenezca a ese tiempo y signifique “que el Ande levante su cumbre más alta”.
Hay también otros verbos cuya conjugación nos llaman la atención: es el caso de “asir”. El significado es “agarrar, sujetar, prender, coger” y suele llevar a su lado un complemento que empieza con “de” o “por”: “Me asió de la mano con firmeza”. “Sintió que la asían por la muñeca”. Metafóricamente, puede equivaler a “tomar ocasión o pretexto para decir o hacer lo que se quiere”: “Se va a asir de esa idea para desarrollar su teoría”. Lo que nos resulta inusual es la conjugación en presente de indicativo, pues en su primera persona debe decirse “yo asgo” y esa irregularidad se repite en todas las formas del presente de subjuntivo: “yo asga”, " él asga” “nosotros asgamos”: “¡Ojalá nos asgamos de esa idea progresista!”. Se vincula a este verbo el adjetivo “inasible”, cuyo valor es “que no se puede asir o tomar con la mano”: “El recipiente de acero era inasible por el calor del metal”. Además, evidentemente, el sustantivo “asa” se relaciona con este verbo puesto que nombra “la parte que sobresale del cuerpo de una vasija, una cesta, una bandeja; generalmente tiene forma curva de anillo y sirve para asir el objeto al que pertenece”. Es sinónimo de “asidero”, cuando toma el valor de “ocasión o pretexto”: “Tus palabras fueron el asidero para su cambio de actitud”.
Algunas locuciones pueden formarse con “asa”: a un amigo muy íntimo se lo denomina “amigo del asa”; en este mismo sentido, se dice “ser del asa o muy del asa”, para señalar “ser de la parcialidad de otra persona”.
Un verbo que resulta de raro uso en el habla cotidiana es “atañer”, cuyo significado es “incumbir, corresponder”: “Esos asuntos no te atañen”. Este verbo no se conjuga en todas las personas: lo hace únicamente en las terceras personas, del singular y del plural; también, en infinitivo, gerundio y participio. Encontraremos, así, ejemplos como “En esa época, esos menesteres atañían solamente al padre de familia”.
Muy parecido resulta “tañer”, que sí se conjuga completo. Su significado es “tocar un instrumento de percusión o de cuerda, en especial una campana”: “En esa bella ciudad mediterránea, tañen las campanas en las fiestas marianas”. Cuando una persona habla con pronunciación dificultosa y vacilante, se utiliza el verbo “balbucir”: “Se fue balbuciendo sonidos ininteligibles”. Se trata de un verbo defectivo, porque no se conjuga en la primera persona del singular del presente de indicativo ni tampoco en todo el presente del subjuntivo. Esas formas ausentes se suplen con “balbucear”: “Apenas balbuceo algunas palabras en ruso” y “La prisa logra que balbuceemos solamente sílabas entrecortadas”.
¡Cuántas veces hemos querido usar el verbo “abolir” y no hemos sabido cómo conjugarlo! Recordemos que “abolir” es “derogar, dejar sin vigencia una ley, un precepto, una costumbre”. Tradicionalmente, se lo consideró defectivo pues solían usarse solamente las formas cuya desinencia empieza por “i”: “De a poco se fueron aboliendo costumbres muy antiguas”. “Por entonces, se abolía toda forma de esclavitud”. Hoy, según el Panhispánico, se consideran válidas las restantes formas de la conjugación: “Se abole la pena de muerte”. Es regular en su conjugación, por lo que la “o” de “abolir” nunca cambia a “-ue-”; por lo tanto, no puedo decir “*yo abuelo” y será “yo abolo”, aunque no lo usemos en la comunicación cotidiana. Como sustantivo relacionado, encontramos “abolición”, equivalente a “cancelación, invalidación, derogación”. Y alguien me ha preguntado si existe más de un verbo “asolar”. En efecto, en las fuentes académicas encontramos que hay dos verbos “asolar”, homónimos, dado que, si bien confluyen en formas idénticas, provienen de etimologías distintas. Uno proviene de “assolare”, que significaba “derribar o echar al suelo”; se usa porque significa “arrasar o destruir completamente un lugar”. Este verbo es irregular porque cambia su “-o-”, en “-ue-”, cuando coincide en sílaba tónica: “Esas fuerzas asuelan el territorio”. En los demás casos, se mantiene la “o”. En cambio, el otro “asolar” se forma sobre el sustantivo “sol” y nunca diptonga; significa “secar el sol, el calor o la sequía un campo”. Es totalmente regular: “Una terrible sequía asola la zona”. Como se advierte, los dos se cruzan semánticamente; por eso, hoy comparten el sentido de “destruir por completo” y ambos se conjugan sin diptongar. Nos alejamos con dos verbos comunes que se conjugan mal: “apretar” y “enredar”. El primero es irregular pues cambia su “-e-” en “-ie-” cuando recae en sílaba tónica: “Me aprieta el zapato”, “Las circunstancias aprietan”. En cambio, “enredar” es totalmente regular y nunca cambia su “-e-” por “-ie-”; decimos, pues, “enredo” y “desenredo”: “Se trata de una comedia de enredo”.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.