Ante una afirmación contundente, el hombre exclamó: “¡Es una perogrullada!”; su interlocutor no entendió el concepto. Consultamos el significado del término y nos encontramos su definición como “verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad el decirla”. Lo llamativo es que el diccionario nos dice “de Perogrullo” y, entonces, averiguamos que este nombre correspondía a un personaje ficticio, al que se le atribuía presentar obviedades. Si escribimos “Perogrullo”, lo hacemos con letra inicial mayúscula, cono en la locución “verdad de Perogrullo”. En cambio, “perogrullada”, como sustantivo común, va en minúscula.
En cuanto al origen del vocablo, las fuentes consultadas nos dicen que proviene de “Pero”, que equivale a Pedro, y de “grullo”, que significa “cateto, palurdo, tontorrón”. Ya María Moliner, en su famoso Diccionario de uso del español, también nos dice que Perogrullo fue un personaje supuesto al que se le atribuyen humorísticamente sentencias o afirmaciones de contenido tan sabido y natural que resulta una tontería decirlas.
En la definición, hemos encontrado el vocablo “verdad”, que se define como la “conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente”: “Siempre hay que ser frontal y decir la verdad”. Es por ello que también se considera verdad a la expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le corrige o reprende: “Le dije sin la menor vergüenza unas cuantas verdades”.
Se acuñan algunas locuciones con este término: “la pura verdad” es aquella que se considera indubitable, clara y sin tergiversación: “No le di más vueltas y me enfrenté a la pura verdad”. Cuando algo es muy evidente, fuera de la expresión que da título a esta nota, se usa la locución “una verdad como un templo”: “Cada cosa que nos dijo es una verdad como un templo”. En Mendoza, decimos “una verdad grande como una casa”.
Otras veces, para dar a nuestra expresión toda la certeza que merece, apoyamos lo que venimos diciendo con la locución “a decir verdad”, que puede también ser “a la verdad”: “A decir verdad, ha hecho un magnífico trabajo”. En cambio, hay locuciones que desmienten una afirmación: “A mala verdad” significa “con engaño, con artificio”; y si decimos “ajeno de verdad” habremos querido significar que nuestra expresión es carente de ella.
“De verdad” significa “realmente”: “La estimamos de verdad”. Otras veces, queremos decir “en serio”: “Lo dice de verdad, no bromea”. También, “auténtico”: “Actor de verdad”.
Las formas “decir a alguien las cuatro verdades” o “las verdades del barquero” son locuciones para indicar que se le dicen a alguien, sin miramiento alguno, verdades que le duelen: “Sin ninguna consideración, le dijo a su suegra las cuatro verdades acerca de lo que había pasado”. A veces, cuando estamos argumentando, precisamos contraponer algo a otra cosa; usamos entonces la locución “bien es verdad”, que puede ser también “es verdad que”: “Es verdad que la pandemia ha causado estragos, pero debemos admitir que el problema no quedó reducido únicamente al ámbito de la salud”. La mentira, esto es, el decir lo contrario de lo que se sabe queda explícita en la locución “faltar a la verdad”: “Se lo condenará por haber faltado a la verdad”. Otras veces, alguien queda disgustado porque le han manifestado sus desaciertos o defectos; para ello, se usa la expresión “la verdad amarga”: “En su cara, se evidenciaba su fastidio por la verdad amarga que le habían enrostrado”.
Cuando en el discurso se desea asegurar y confirmar la realidad de lo que se dice, se utiliza la expresión “por cierto y por verdad”: “Les garantizo, por cierto y por verdad, la autenticidad de lo que estoy narrando”. Existe una expresión usada en derecho, “verdad sabida y buena fe guardada”, que se utiliza como norma tradicional en la interpretación y ejecución de los contratos, sobre todo en los mercantiles.
Muchas personas, al hablar, van intercalando en su discurso, como una muletilla, la pregunta “¿verdad?”; con ella, se busca el asentimiento del interlocutor: “Todos sabemos que es necesario un gran sacrificio para lograr el éxito en esta empresa, ¿verdad?”.
Existe una expresión que puede aplicarse en contextos totalmente opuestos, “boca de verdades”; ella puede señalar a la persona que dice a otra, con claridad, lo que sabe o siente, como “Todos sentíamos que, para la familia, Juan era siempre la boca de verdades”. Pero, a la inversa, la expresión puede aludir a la persona que miente en demasía: “No vayas a creerle porque es boca de verdades”. En cualquier proceso, existe un momento crucial y decisivo. En esa circunstancia, se habla de “la hora de la verdad”: “Finalmente, queridos amigos, ha llegado la hora de la verdad”. Y vemos que, en los procesos judiciales, se habla de “la máquina de la verdad”. Ella no es nada más que un polígrafo, esto es, el aparato que registra gráficamente la medición simultánea de varias constantes psicosomáticas, como el pulso y el ritmo cardíaco, usados para contrastar la veracidad de un testimonio”.
Como síntesis acerca de lo que hemos dicho de la verdad, encontramos en el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes, algunas paremias; “La verdad, como el aceite, quedan encima siempre” es un refrán español que indica que la verdad no solo se acaba descubriendo, sino que es la que prevalece aunque tenga detractores o se la quiera ocultar. Otro breve refrán consignado es “La verdad es amarga”, cuyo significado es muy claro pues a raíz de su dureza, se prefiere encubrirla o sustituirla por una mentira. Y cerramos con un refrán “El que dice la verdad ni peca ni miente” que pone de relieve el valor de la verdad y exalta el valor de la franqueza. Se ponen como equivalentes “Quien dice la verdad cobra odio” y “A quiendice la verdad luego le dicen que rabia”.
*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.