Esta semana se conocieron los datos de exportaciones de vino del último mes y mostraron que en el acumulado de enero-agosto, frente al mismo periodo del año anterior, se dejaron de exportar 53 millones de litros de vino. De continuar así, Argentina se encamina a tener el cuarto año consecutivo de caída en el volumen de las exportaciones, algo que ya preocupa seriamente a la industria.
Si bien en años anteriores parte de la caída estaba relacionada con la baja de los graneles, lo cierto es que los últimos números del INV dan cuenta del magro desempeño de los vinos fraccionados que se desplomaron un 24,9%, mientras que el granel marcó una sensible baja del 40,4%. El mosto también está atravesando un momento complejo y denota una baja del 54,8%.
Con las cuentas en este estado, los razonamientos sobre cómo está el mercado de traslado parecen comenzar a conciliarse con una realidad más nítida. Es que, aunque desde San Juan el productor Juan José Ramos advirtió que, a su entender, los cálculos del Banco de Vinos de Mendoza son erróneos y que no existe una posibilidad de sobrestock, la caída de la venta en los mercados comienza a perfilarse como una seria preocupación.
¿Es esta caída lo suficientemente profunda para entender que, tras una cosecha muy acotada, Argentina podría quedar a las puertas del famoso “sobrestock”? Por ahora, hay dudas en algunos sectores. En San Juan, para Ramos anticipar “con tanto tiempo que va a haber excedente de vinos cuando en realidad no se sabe qué efectos va a tener sobre el comercio exterior la medida de quita de las retenciones, por ejemplo, puede terminar perjudicando al eslabón más débil de la cadena: el productor”.
Por ahora, la tendencia de consumo a la baja deja en serios problemas a la industria del vino. No vende un producto de primera necesidad y se puede reemplazar por otros productos industriales que pueden ajustar mejor sus costos y formas de producción que la vitivinicultura. Por lo tanto, habrá que seguir viendo cómo se termina de configurar el mercado de aquí a fin de año.
Con estas cartas sobre la mesa, el futuro del mercado de vinos argentino seguirá siendo incierto y requerirá una cuidadosa monitorización en los próximos meses. Hoy pensar mucho más alla de la próxima cosecha parece imposible.