Terminó oficialmente la temporada de heladas el 15 de noviembre y, finalmente, el resultado es promedio. Los registros del gobierno de Mendoza muestran que este año se afectaron unas 8.000 hectáreas, mientras que en 2022 la afectación por heladas superó las 55.000 hectáreas. Esto impactó considerablemente, llevando a Argentina a anotar su peor cosecha registrada y generando un mercado alterado que se movió al ritmo de la oferta. Es decir, fue el año del productor. La pregunta es si este será el año de las bodegas.
Esta temporada se avecinan nuevos problemas, uno de ellos el daño por viento Zonda. Ya se sabe que este viento tan típico en Mendoza ha ocasionado problemas en viñedos, varios de ellos con pérdidas por daños mecánicos y escaldaduras que podrían afectar gravemente el rendimiento de las cosechas. Según los técnicos, algunas variedades han experimentado corrimientos, agravando la situación aún más. Lo peor es que, al ser un fenómeno poco común, muchos productores aún no han dado cuenta del problema. La provincia ha habilitado la posibilidad de presentar denuncias para evaluar y atender los perjuicios causados por este fenómeno climático. Quedará por ver qué ha sucedido realmente.
Otro tema que está en discusión es que, en poco menos de cuatro semanas, es tradicional comenzar a gestionar los créditos de cosecha y acarreo. Pero en Argentina, al contrario del resto del mundo, un mes se considera largo plazo. Nadie puede saber a qué tasa se prestará ni quiénes podrán acceder; es probable que todo termine dependiendo, entre otras cosas, de lo que suceda en el país después del balotaje.
La temporada pasada se colocaron, según datos del gobierno provincial, 2.000 préstamos a una TNA del 56.5% para productores vitícolas que exploten hasta veinte hectáreas de viñedos. La devolución fue en dos cuotas con vencimiento el 15 de noviembre de 2023 y el 15 de enero de 2024. Por ahora, hay silencio y es esperable, dado que no se sabe qué ocurrirá. No obstante, varias asociaciones empresariales ya están planteando el tema. Se sabe que sin financiación, la posibilidad de desarrollar la actividad es prácticamente nula, a lo que se suman las incógnitas sobre cómo actuarán este año las grandes bodegas.
Al parecer, a medida que el año llega a su fin, el sector vitivinícola se encuentra con cada vez más incertidumbres.
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