Pedaleando el globo

Pablo García desde hace 15 años recorre el mundo en bicicleta. Ya conoció 155 países y va por más. Una historia de vida alucinante, otra manera de viajar.

Pedaleando el globo

Pablo García es un soñador pero no uno cualquiera. Es uno dispuesto a perseguir sus sueños y hacerlos realidad como pocos lo hacen y muchos añoran. Pablo también es un aventurero, de aquellos con credenciales y ¡qué credenciales!

En 2001, este porteño, dejó nuestro país para emprender un plan tan descabellado como romántico: recorrer el mundo en bicicleta. Desde entonces pasaron 15 años, 105 países, 155 mil kilómetros pedaleados y muchas, muchas historias. En su paso por Mendoza, se reunió con Los Andes para hacernos partícipes, al menos por un rato, de su asombrosa travesía.

La búsqueda de aventuras estuvo en él siempre latente. A los 19 años, Pablo partió como mochilero rumbo a Brasil. Viajó durante un año y luego se instaló en Maceió donde fundó una agencia de turismo junto a unos amigos. “Después de cinco años vi que la rutina, el confort, la estabilidad y las preocupaciones del trabajo me estaban apartando de mis sueños, aquellos que me habían hecho salir de Argentina: aventura; deseo de conocer el mundo, de estrechar la mano de gente de todos lados. Soñaba con meter lo indispensable en una maleta, alejarme de los afectos y salir a ver lo que la ruta me deparara".

Así fue como Pablo dejó su trabajo. Vendió su parte de la agencia y se puso a prueba: pedalear los 4.571 kilómetros que separan a Maceió de Buenos Aires. El desafío le llevó 6 meses y a su regreso comenzó a planificar la vuelta al mundo. No sólo ver mapas y trazar caminos, sino también buscar sponsors, contactar con medios de comunicación y armar una página web. Hoy, con la distancia que dan los años y sin arrepentimientos, reflexiona: “Yo cambié un departamento frente al mar por mi carpa; el auto por la bicicleta y el dinero que ganaba mensualmente, por lo que pudiera generar día a día.”

La idea original era demorar dos años, pero la ruta le depararía otros planes. Comenzó en setiembre de 2001 en Sudáfrica y tardó 27 meses en llegar a Egipto.  En Europa recorrió 30 países. Luego el Norte de África, Oriente -Cercano y Medio- y la India. Más tarde el Sudeste Asiático, Japón, Mongolia, Tíbet. "Sólo en Asia estuve 4 años", rememora. "Después fui a Australia, Nueva Zelanda y hace 4 años aproximadamente que vengo bajando desde Alaska. Recorrí América del Norte por las dos costas, Centro América, las Antillas Menores, las Antillas Mayores y ahora vengo de Brasil, a través de Bolivia y entré a Argentina hace un mes por Jujuy."

¿Habías vuelto a Argentina desde que te fuiste en 2001?

Volví unas tres veces a Buenos Aires. La última, hace dos años: visitar a mi familia, a echar un cable a tierra, engordar y descansar un poco. Siempre por un período de dos meses. Dejo la bici donde me encuentro, vengo, visito a la familia, me vuelvo y sigo viajando. Más que nada vine a producir: la última vez un documental sobre el viaje (disponible en su web) y otra vez un libro -en inglés- que hice cuando estaba por Australia.

Esta última llegada a Argentina ¿cómo fue?

Totalmente emocionante. Imaginate después de 15 años viajando, llegás a tu país y decís: “Bueno, lo hice”. Nunca pensé que iba a tardar tanto tiempo. Se me fue la mano, pero hice lo que quería. A veces la gente me pregunta ¿cuál es el mejor país para quedarse? Y yo que me crucé con un montón de argentinos viviendo en el exterior y con mucha gente que vive afuera de sus países, vi que casi todos se quejan. Creo que no hay mejor país que el país de uno. Donde uno tiene sus raíces, su idiosincrasia; porque afuera siempre vas a ser un inmigrante. Yo ya hice lo que quería, que era recorrer y viajar por el mundo y ahora, lo que busco, es estar por lo menos un tiempo en Argentina, disfrutar de los afectos. Porque ésa es una de las cosas que sacrificás cuando estás en un viaje así.

¿Cómo has organizado el viaje?

Planteo primero los continentes. Después la ruta para atravesarlos. Una vez que entro a un país, trato de ir a la capital, que es donde puedo generar dinero, contactar los medios. Hago un promedio de 100 kilómetros por día -supongamos- y voy viendo. Si entre medio tengo pueblos o pequeñas ciudades, me abastezco en esos lugares; si no, me equipo en la bici y cargo comida para tantos días como precise. He cruzado trayectos en Australia y Canadá, en los que he tenido que cargar víveres para una semana. El agua la conseguís en el camino.

Con 105 países recorridos ¿cuáles fueron los que más te gustaron?

Los países musulmanes me gustaron mucho. También son muy hospitalarios. Yo he llegado a pueblos de noche y por no querer acampar he golpeado la puerta de una casa y mediante señas he comunicado que necesitaba un lugar para dormir y comer y los tipos enseguida me hacían pasar y me podía quedar los días que necesitaba. Otra de las cosas que rescato de los musulmanes, es que son muy generosos. Allí he conseguido los mejores patrocinadores de mi viaje. Pero a nivel de belleza, me quedo con Jordania -el desierto de Wadi Rum, por ejemplo-. Turquía también es hermosa. India me encantó por la cultura. China es un país impresionante. También, México, Brasil, son imprescindibles.

Anécdotas del viaje miles. ¿Alguna para compartir?

Hay una que es de las más graciosas y peligrosas. Estaba en Irán buscando un lugar para acampar y me agarró la noche. No me quería poner en el medio del campo solo y vi un grupo de gente a lo lejos alrededor de un fuego. Me acerqué en silencio por un camino de tierra y sin luz y cuando llegué los sorprendí. No era una familia, eran unos diez tipos que estaban contando dinero. Pilas de dinero. Resulta que eran traficantes -era la zona del opio que iba desde Afganistán y entraba a Europa desde Turquía- como después me lo explicaron. Cuando me vieron, se asustaron y algunos agarraron la plata y los otros me increparon de manera muy agresiva.

Yo no les entendía, me hablaban en farsi- pero empecé a deducir las preguntas: de dónde venía, a dónde iba, qué estaba haciendo ahí. Yo les decía que necesitaba agua, pero ellos no lo podían creer. Me pusieron contra una pared y empezaron a discutir qué iban a hacer conmigo. En un acto de desesperación me acerqué a mi bicicleta y agarré la bandera de Irán y apunté a ellos como diciendo “Ustedes, Irán” y después me fui a la bandera de Argentina y empecé a decir “Argentina, Argentina” y a gritar “Maradona, Maradona” y enseguida cambiaron de sintonía. Me dieron un poco de agua y me dijeron que me fuera, porque había algunos que me querían matar. Salí bien asustado, temblando.

¿Qué cosas llevás de equipaje?

Para mí lo más importante es el transporte, dónde dormir y la comida. Con eso tengo total libertad para acampar o irme cuando lo desee. Aparte llevo herramientas, pocas. Ropa para todas las estaciones y los elementos para trabajar: DVDs y fotos para vender. Un book de fotos y periódicos. La bicicleta, completa, pesa 85 kilos.

¿Qué sabores o comidas recordás del viaje?

En África no matan al ganado para comerlo porque es el patrimonio más importante que tienen. En cambio le tiran un flechazo a la yugular de la vaca, le sacan sangre y la mezclan con leche. Eso es lo más extraño que probé.  Si tenés que resumir cada continente en una palabra. En una sola palabra es difícil. En África, en algunos lugares vi tribus que viven comiendo raíces, como en la Prehistoria.  En Europa -como en todo Occidente- tienen objetivos económicos, son personas más materialistas. En cambio, en Asia, la palabra es espiritualidad. En América Latina: violencia y corrupción.

¿Algún momento difícil en el que te hayas planteado la vuelta?

No; pegar la vuelta no. Pero tuve momentos difíciles. En Alaska me enfermé. Pedaleaba con lluvia y con un frío terrible. Me desperté una mañana con temperatura, y entendí que tenía que avanzar y llegar a un puesto que me permitiera encontrar un cuarto para pasar la noche. De acuerdo con mi mapa, el refugio estaba a 60 kilómetros. Así que con fiebre y lluvia me trasladé en la bici hasta ese sitio. Al llegar vi que estaba abandonado. Sólo había una cabaña, me metí, saqué agua del lago, cociné, armé la carpa adentro - para aislarla más del frío - y me quedé ahí dos días tomando paracetamol, volando de fiebre. En ese momento llevaba 11 años de viaje y me pregunté a mí mismo: ¿Por qué estoy haciendo todo esto? Como pocas veces. Me di cuenta de que el objetivo siempre fue terminar el viaje. También me di cuenta de las cosas que uno tiene y que -a veces- no las sabe valorar.

¿Un recuerdo fotográfico?

Tíbet. 5.000 metros de altitud, estuve como 15 días en pasos montañosos que rondaban los 5 mil metros. En la cultura tibetana dicen que todo es un círculo. El círculo de la vida donde todo nace, transmuta y muere, para volver a nacer y mutar nuevamente. Yo me sentí parte de ese ciclo, en esas montañas porque subía para bajar y volver a subir y así sucesivamente. Estaba quizá un día para ascender y después dos horas para el descenso y otra vez volver a subir. Era como un ciclo, el ciclo de la vida.

¿Cuál fue el país más difícil y cuál el más bonito?

El más difícil fue Sudáfrica, que fue el primero. Llegué pocos años después del término del apartheid y encontré mucho resentimiento. El más bonito… muchos.

Después de tanto tiempo viajando ¿qué te sorprende?

Lo último que me sorprendió fue la reserva Eduardo Avaroa, en Bolivia. Son 500 kilómetros, a 4 mil y 5 mil metros de altura. La belleza es totalmente impresionante. Pero es tan extremo el lugar, que es muy difícil viajar por ahí.

¿Cómo sigue el itinerario?

Ahora voy a Ushuaia. Luego voy a cruzar a Chile, y a hacer zigzag volviendo a Bariloche. Después andaré por el centro de la Argentina hasta Misiones y desde ahí retornaré a hasta Buenos Aires. Quiero pasar por todas las provincias y capitales del país.

¿Qué viene después del viaje?

Primero hacer una serie de televisión documental con todo el material que tengo –más de 300 horas de filmación-. También voy a organizar charlas motivacionales y excursiones de ciclo turismo, posiblemente en la Patagonia, porque es la Meca de muchos viajeros (que andan en bicicleta en Argentina). Es uno de los destinos más buscados en el mundo para pedalear, por las distancias para recorrer a través de parques nacionales y los buenos paisajes.

Ficha de viaje

Tiempo de travesía: 15 años. 
Países recorridos: 105.
Kilómetros recorridos: 155 mil.
Bicicletas utilizadas: 3. 
Peso del equipaje: 85 kilos. 
Las crónicas de su viaje se pueden leer en: http://pedaleandoelglobo.com/
https://www.facebook.com/PedaleandoElGloboPorPabloGarcia/

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