Uno de las señales de que una sociedad se está animalizando es que un sector de ella comienza a prevalecer sobre el resto por medio de la fuerza, la violencia, y la imposición de su voluntad.
En una sociedad civilizada, la autoridad está puesta para poner límites a la animalidad y para encausar toda conducta dentro de un marco de orden y respeto mutuos. La Constitución de una República trata de encargarse de esto.
Pero cuando las personas se salen de ese orden por medio de la fuerza y la violencia, y pasan por encima del orden y respeto, se está entrando a territorio caótico, a la ley de la selva.
Lo primitivo de una sociedad queda al descubierto cuando una facción gana "derechos" a través de someter a otros con piquetes, huelgas extorsivas, o "legitimidad ganada en las urnas". Mientras, un ciudadano que no está cartelizado bajo estos grupos de choque va perdiendo su espacio, su patrimonio, y comienza a pensar que en esta selva sus méritos y trabajo ya no cuentan. Sus opciones son o asociarse a una de las bandas cavernícolas, o mudarse a una sociedad que valora el mérito y esfuerzo en paz. Crear aquí mismo una sociedad así es una tarea difícil, pero intentarlo es necesario.
Mauricio E. Gallardo
DNI 22.790.843