Parapente en Tucumán

Esta sensación narcotizante se concreta en la Reserva Natural situada en las sierras de San Javier.

Parapente en Tucumán

¿Quién no ha soñado con volar? No subirse a un avión, sino desprender los pies del suelo y simplemente volar. Como un ángel, como Peter Pan.

¿Quién no soñó alguna vez con eso? Seguramente todos… hasta el más miedoso a las alturas.

Hacer parapente es volar y sentirse como un pájaro. Al menos unos minutos. ¿Quién se anima?

Ubicado en la sierra de San Javier, Loma Bola es una Reserva Natural de Aventuras, cuya principal actividad es el parapente. Aquí, de los 365 días del año 300 son aptos para el vuelo, lo que lo hace un lugar de condiciones únicas, no sólo en el país sino también en América.

Es una siesta de sol y sólo algunas nubes cubren el cielo. Los preparativos previos al despegue incluyen la correspondiente charla técnica con Ariel -el instructor-  ponerse el equipo y esperar a que el viento sople en la dirección correcta. Hay algo de nervios; no se pueden negar. Acostumbrados a esa dinámica, los pilotos  -cuatro hombres cuyas edades van desde los 20 a los 50 años- no tardan en hacer chistes y convertir los miedos en risas.

Sin embargo, para quien el humor no sea suficiente, merece la pena saber (o recordar) que Tucumán ofrece condiciones óptimas para practicar esta actividad. "El aire no tiene cambios bruscos, ni grandes turbulencias, no es violento" dice Mario "Mono" Sueldo, biplacero e instructor de parapente.

"Eso te permite poder hacer un vuelo seguro" agrega.

Una vez que el aire da la orden, Ariel grita ¡Corré! y hay que hacerlo con todas las fuerzas. La vela se levanta y, con ella, también los pies del suelo.“Tenemos un despegue muy sano” dice Mario. “Hay  algunos lugares que tienen grandes barrancas o una caída libre que si te acercás da  miedo verlo. Acá el despegue tiene césped y una pendiente que se va haciendo más pronunciada”.

En esta zona 300 días del año son aptos para el vuelo. Por esta razón es un sitio de condiciones únicas, no sólo en el país, sino que también en América. Por aquí, el aire no tiene cambios bruscos y es óptimo para estos fines.

Como si se tratara de un reflejo las zapatillas mantienen el movimiento de los pasos aun cuando lo único que pisan es aire. A continuación, la emoción y la adrenalina del ascenso. La escena conmueve el alma y se traduce en una instantánea felicidad. Después el silencio de la altura. El aire tibio que envuelve.

La yunga tucumana que -desde arriba- parece una prolija maqueta. Los árboles son un bosque de brócolis gigantes, meticulosamente plantados. Las casas, miniaturas de juguete. A lo lejos la ciudad, detrás el cerro.

Durante los vuelos de bautismo en Loma Bola, son –aproximadamente- 800 los metros de desnivel entre el despegue y el aterrizaje y, la duración, es de 15 minutos.  "Una vez que estás arriba te distendés y desconectás" dice Sabrina, una tucumana de 21 años que ha volado hoy por primera vez y que relata su experiencia con tranquilidad. "Para mí fue especial, porque tengo mucho miedo a las alturas. Lo tomé como un desafío" comenta Lorena una salteña que viajó a Tucumán especialmente para el vuelo. "Ahora me siento preparada para cualquier cosa" agrega entre risas.

Para Mario cualquier persona puede volar y, a continuación, cuenta algunas experiencias que lo demuestran: una señora de 89 años y un joven cuadripléjico han sido algunos de sus pasajeros.

El tener sólo dos mandos, hace al parapente una aeronave simple y al mismo tiempo también compleja, ya que –justamente- con esos dos mandos se hace prácticamente todo, explica Mario. Eso exige tener un conocimiento profundo de cómo funciona el parapente.

Hace 15 años Mario acompañaba a un amigo a volar. Él era quien lo esperaba una vez que aterrizaba. Sin embargo, un día decidió animarse y desde entonces el parapente se transformó en una gran pasión.  Algo similar le sucedió a Franco, el instructor más joven del grupo, que  al principio sólo iba a ver los despegues, porque vivía cerca del predio. Las historias se multiplican y siempre hay un mismo final: el que prueba, repite.  “Estás vendiendo felicidad. Aterrizan con una sonrisa y eso es impagable” dice Mario respecto de su trabajo. “Todos los vuelos son diferentes, eso es lo que lo hace adictivo” concluye.

Antes de aterrizar, el instructor advierte que levante los pies. Él se encargará del aterrizaje. A medida que el suelo se acerca, vuelve la adrenalina y el miedo del principio. El piloto tira de los tensores y la vela se frena. Un suave golpe nos devuelve literalmente a la tierra.  Eso sí, con la narcotizante sensación de haber volado.

Datos útiles

Cómo llegar:  Loma Bola se ubica a aproximadamente 6 kilómetros de San Miguel de Tucumán. Las excursiones incluyen vuelo y traslados.

Parapente: Vuelos $1200 (incluye traslados, equipo y fotos) y $1400 (incluye traslados, equipo, fotos y video).

Volar Excursiones: www.facebook.com/VOLAREXCURSIONES

Teléfono: 0381- 155239572

Loma Bola Parapente

www.lomabola.com.ar

www.facebook.com/LomaBolaParapente

Teléfono: 0381 4908454

Dónde dormir: 

Hotel Sol San Javier. 

El hotel cuenta con spa, piscina, restaurant y unas vistas inigualables de la ciudad. 

Habitación doble con vista a la ciudad, desayuno incluido. Desde $1790, sujeto a temporada y disponibilidad.

Habitación doble con vista al cerro, desayuno incluido. Desde $1590, sujeto a temporada y disponibilidad.

www.hotelsolsanjavier.com.ar

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