Oooooleeeé, oleeeé, oleeé, oleeeeé, Paaaaatoooo, Paaaatoooo". La tremenda ovación de los hinchas del Lobo es música para los oídos de Patricio Cucchi. Y no es para menos. Iban 38' del complemento cuando se acabó el juego para la figura del superclásico mendocino.
El hombre que hizo delirar a las más de diez mil almas de Gimnasia que deliraron con su hermosa definición. Bien a lo crack, recibió de Bazán, se hizo el espacio y abrió el pie para colocarla junto al palo más lejano de un semitapado Pity Aracena, quien se estiró pero no pudo alcanzar el esférico.
No sé si fue uno de los goles más lindos, pero sí estoy seguro que es el que más he disfrutado con esta camiseta. Demostramos cómo se juegan estos partidos." Patricio Cucchi, delantero de Gimnasia
Cucchi fue Patoruzú porque las hizo todas. Una gambeta por aquí, un caño más allá, un taco de novela en el área, otra asistencia de lujo para el pibe Morales y un otra jugada en la que Sergio Rodríguez despejó lo que hubiese sido el doblete. Patricio se robó todos los flashes y fue el mejor exponente del fútbol de paladar negro de los hinchas del Lobo.
Eso sí, cuando tuvo que dar una mano en la recuperación, no se quedó atrás. Relevó a Emma García en un par de ocasiones y corrió a todos. Cuando se iba del estadio y los hinchas del Lobo lo esperaban para mimarlo, levantó sus manos y aplaudió.
Y dejó esta frase: "La historia a nosotros no nos pesaba. Sabíamos que teníamos una responsabilidad porque es un clásico y porque teníamos que ganar. No merecíamos sufrir".