Pilar Geijo: “Es tan importante ser buena persona como campeona”

Es tetracampeona del mundo de aguas abiertas y, en el pico de madurez, da un mensaje con sabiduría y lo apoya con hechos: estudia dos carreras y ayuda a la comunidad.

Pilar Geijo: “Es tan importante ser buena persona como campeona”

Es de madrugada en Nápoles, pero Pilar Geijo no puede acostarse de tanta felicidad. O no quiere. Todos duermen en la habitación, pero ella no larga el celular y sigue compartiendo su felicidad con quien la quiera escuchar. Apenas pasaron algunas horas de su consagración como tetracampeona de aguas abiertas aunque ella recién esté cayendo.

“Toda mi vida soñé con ser campeona del mundo, pero nunca cuatro veces. Creo que todavía no soy consciente de lo que logré pese a que incluso ya había sido bicampeona (2010 y 2011). Es algo nuevo, una gran alegría”,  explica desde un hotel ubicado a diez cuadras del estadio San Paolo, aquel donde brillara otro campeón del mundo, Diego Maradona.

“Acá mostré una foto mía con él y me aman”, dice con una sonrisa quien fue la noticia del domingo en la ciudad del sur italiano tras ser segunda en la última maratón acuática del calendario, la mítica Capri-Nápoles, y así pudo coronarse en el Grand Prix FINA (le sacó cinco puntos en la general a la italiana Alice Franco).

-¿Corriste para ganar o pensando que hasta con el tercer lugar te alcanzaba?

-Lo mío es nadar fuerte y no hacer tantos cálculos, aunque sabía que me alcanzaba con el tercer lugar. Pero el nivel es tan alto que sabía que podía ser segunda o sexta. No especulé.

Nadar hasta por 8/9 horas, con corrientes, olas y aguas frías, no es para cualquiera. Y ella explica cómo lo hace. “Se necesita de todo. Mucha mentalidad, sí, pero a este nivel es más que lo psicológico. Se entrena mucho, hay que estar muy preparada porque te duelen hasta los huesos”, comenta.

“Si a una persona que no es del ambiente le decís que nadaste 8 o 9 horas, no entiende; te pregunta si paraste en el medio, si comiste… Y yo, la primera vez que corrí la Santa Fe-Coronda (57 kilómetros), terminé y dije ‘nunca más’. Mirá ahora dónde estoy...”, retrata.

Son tan difíciles los momentos que se atraviesan en las pruebas, cansancios extremos que por ejemplo han hecho que Geijo se haya desmayado al arribar, que son conocidas sus historias de motivación.

Como cuando le mostraron un cartel que decía Mascherano y ella se sintió el Jefecito en el agua; cuando imaginó un naufragio y ella debía llegar a la costa para avisar; o simplemente cuando vio flamear por horas la bandera argentina desde el bote que la acompañaba. Esta vez, a días de cumplir 31 años, fue distinto.

“Fue una carrera en la que me di cuenta que ganara o no, iba a ser feliz y eso me dio tranquilidad y felicidad. Estoy en un punto de madurez en el que siempre soñé. No me creo tanto las victorias ni me bajoneo con los malos resultados. Entiendo mucho más la vida y de qué se trata la competencia. Ser campeona del mundo es importante, pero más es tener salud, compartir momentos con quienes uno quiere y ser una buena persona”, explica con sabiduría.

Pili aprendió a nadar a los seis años. “Por seguridad”, rememora. Pero a los ocho ya era federada y deslumbraba en la pileta de GEBA. Los padres eran sus sostenes.

“Me llevaban a entrenar, me pasaban a buscar, de ahí al colegio, luego a inglés y los finde a los torneos. Sin su apoyo y ejemplo nada hubiera sido posible”, explica quien encontró en las aguas abiertas su lugar en el mundo.

“Arranqué a los 15 porque me atrapó nadar distancias largas, donde todo es más impredecible, más táctico y estratégico. Me divierten las adversidades. Y aguas abiertas tiene eso. Debés tener un carácter especial, ser paciente, manejar la ansiedad, saber tomar decisiones y arriesgarte”, comenta quien tiene tatuada tres estrellas y al volver al país irá por la cuarta.

Geijo es mucho más que una gran nadadora. Es una chica con inquietudes. Por eso sólo necesita aprobar cinco materias más para recibirse de contadora pública nacional en la UADE y ahora empezó a estudiar Periodismo Deportivo en el Instituto River Plate, el club que representa.

“Me saqué diez en fútbol”, cuenta, sonriente, explicando que se ha hecho fanática de deporte más popular. Ella cree que el estudio es tan importante como ser campeona mundial.

“Es esencial para la vida. Cuando escucho a otros nadadores justificarse que no estudian porque no pueden por los tiempos yo les digo: 'justo a mí no me vengas con ese cuento que yo me rompo el alma para poder hacer todo'. De la natación, si tenés suerte y sos talentoso, podés vivir unos años, pero después se acaba la fiesta... Además el estudio te abre la mente, te relaciona con gente”, razona.

Pilar, además, se organiza tan bien que tiene tiempo de devolver a la comunidad. Gracias a la Huella, un programa de su sponsor Weber Saint Gobain, Geijo puede elegir una institución por año a ayudar, esta vez está definiendo si será en Santa Fe o Paraná.

"Lo que hace Weber es increíble, no lo hace ninguna otra empresa. Algo digno de copiar. Porque es tu sponsor y te hace ayuda a ayudar. Le da sentido a nuestra carrera deportiva, nos permite cerrar el círculo", valora.

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