Poesía de regalo

Poesía de regalo
Poesía de regalo

A todos los enamorados de la poesía, dueña absoluta del aire y la luz, si no lo conocen les recomiendo a Roberto Juarroz (en la foto),  autor de una obra insólita, para mí única en el mundo, llamada “Poesía vertical”.

No le encuentro relación con algo que se le parezca. El sentimiento de Juarroz, apenas acompañado por la necesaria estructura del pensamiento, sorprende. Por su originalidad. Por sus casi etéreos vaivenes, cantos del alma, expresados como nadie jamás los entonó. Por sus analogías, que contrarias a la verticalidad del título, se encierran en una palabra y mediante una elipse también imperceptible, le arrojan al lector una conclusión, bella, dura, sin alternativas.

Hice un ensayo sobre su obra, con mucho miedo, es un poeta mayor. La publiqué sin pedirle permiso (una jugada intelectualmente casi suicida) y le mandé a su domicilio el suplemento cultural del diario “Mendoza” con lo por mí escrito. A vuelta de correo me llegó su respuesta. Elogió mi trabajo. La aproximación al aura invisible, no explícita, de su obra. Leer esas líneas fue una de las emociones más intensas de mi vida.

No pude conocerlo. Murió joven. Lo recuerdo muy seguido, aunque me he quedado, por regalar, por prestar (casi lo mismo), sin un solo libro de él. En otra comunicación donde yo cometí otro atrevimiento de juventud, mandarle mi primera obra de teatro (“El gran narrador”) para que me diera su opinión, recibí de nuevo su afable trato. El clásico respeto que demuestran los grandes artistas por los que inician el camino que a ellos los consagró.

Alberto Atienza

Periodista y escritor

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