A un año de que prescriba la causa Piottante-Libedinsky: “La verdad va a llegar, tarde o temprano”

Faltan exactamente 365 días para que la investigación del doble crimen prescriba. Mauricio Suárez sigue prófugo, por lo que ofrecen una recompensa de $500.000. Habla la hermana del psicólogo asesinado.

A un año de que prescriba la causa Piottante-Libedinsky: “La verdad va a llegar, tarde o temprano”
Flavio Piottante (izquierda) fue asesinado de dos disparos. Mauricio Suárez (centro) es el único sospechoso en la causa y continúa prófugo. Estrella Libedinsky fue estrangulada hasta su muerte.

Un año, 365 días, 8.760 horas o 525.000 minutos. De la manera que se lo quiera contabilizar, ese es el tiempo que le queda a la Justicia para detener al acusado del doble crimen del psicólogo Flavio Piottante (39) y su paciente Analía Estrella Libedinsky (31), ocurrido en julio de 2006 en Capital. De no cumplir este propósito en el tiempo pautado, el caso habrá quedado impune y prescribirá.

El objetivo es Mauricio Suárez (46), el prófugo más “famoso” de Mendoza y único acusado en el expediente. Está a 12 meses de su libertad sin riesgos.

Sin entrar en la cuenta regresiva y lejos de las respuestas que pueda llegar a darle la Justicia, Andrea Piottante, hermana de Flavio, tiene la tranquilidad de que todo de alguna manera se esclarecerá. “La verdad siempre sale a la luz. Será en el año que queda o más adelante, pero todo en algún momento se aclara”, aseguró en diálogo con Los Andes.

“Ha sido un proceso muy difícil, nos hace mucha falta Flavio en nuestras vidas. Todavía provoca dolor saber que lo atacaron con esa violencia”, agregó.

-¿Cómo era tu hermano?

-Excelente persona, con altísimos valores. Siempre atento al otro, cuidadoso de esas relaciones; hizo un culto a la amistad. Era amante de la música y participaba de coros. En lo profesional, siguió el legado de su padre que fue psiquiatra. Flavio con su trabajo quería transformar la cárcel, que fuera un espacio distinto al que siempre ha sido.

La víctima trabajaba en el penal provincial, que complementaba con su actividad particular.

-¿Crees que lo encontrarán a Suárez en el año que queda?

-No lo sé. De todas maneras, a mí no me sirve que haya alguien preso; eso no me va a devolver a mi hermano.

-¿Confiás en la Justicia?

-Me cuesta creer en la Justicia como institución. Sé que la fiscal Ríos -a cargo de la causa hoy- es excelente en su trabajo, pero no entiendo cómo no han podido encontrarlo si lo han buscado tanto. No ha habido decisión política para lograr el esclarecimiento. Además de que se dijeron muchas cosas que no eran así. Todo fue muy confuso desde el principio y nosotros creemos que hubo más involucrados. ¿Cómo una sola persona va a matar a dos de esa manera? Más allá de todo esto, la verdad va a llegar, tarde o temprano.

Terrible hallazgo y fuga efectiva

Los cadáveres fueron encontrados la mañana del 13 de julio, aunque la autopsia diría que los habían asesinado en la noche del 12, hace exactamente 14 años. Los forenses detectaron dos balazos en el cuerpo de Flavio: uno en el tórax y otro en el cuello. A Analía la golpearon en el rostro y la estrangularon.

Algunas de esas heridas las observó Beatriz Llín, la madre del psicólogo, al encontrarse con la terrible escena. La mujer desde el día anterior llamaba a su hijo por teléfono, pero él no contestaba. Ya preocupada, en la jornada siguiente caminó algunos metros y llegó hasta la casa del profesional, que era usada además como consultorio.

Eran casi vecinos porque ella también vivía en esa manzana de Barcala y Chile de Ciudad, donde se cometió el doble homicidio. Beatriz ingresó a la propiedad ya que tenía llaves; encontró mucho desorden, regueros de sangre y a su hijo y a la paciente muertos. Ninguno de los ingresos a la propiedad habían sido forzados.

Llamó a la Policía y la zona rápidamente se pobló de investigadores. Era ese despliegue clásico e inmediato de los hechos policiales, pero que en este caso no traería resultados satisfactorios.

Y eso que la pesquisa se activó rápido; o quizás demasiado tarde. Cuando tuvieron la primera pista fuerte contra el acusado, éste ya se había fugado y hasta hoy jamás lo volvieron a ver.

Fue un amigo del propio Suárez quién lo terminó poniendo como sospechoso. Se trata de Diego Coronel, por aquellos días director de Logística del Ministerio de Seguridad, quien declaró en la fiscalía el 16 de julio y contó que había estado con el presunto autor cenando dos días antes en la calle Arístides Villanueva y que éste le había dicho: “Me mandé una cagada y me tengo que ir del país”.

La causa empezaba a tomar color. Suárez era el ex novio de la pareja de Piottante -Andrea Troncoso- y, posiblemente sintiendo celos, decidió ir a atacarlo. Se ordenó su arresto inmediato, algo que nunca se concretaría.

El acusado dejó algunos rastros: su auto Fiat Uno fue encontrado cerca de la terminal y sus padres contaron que había estado almorzando con ellos en Las Heras, el mismo 16 de julio en el que sería declarado sospechoso. El detalle del coche en esa zona fue un indicio de que se tomó un micro y se fue de la provincia.

Tiempo después llegaría otra prueba que alimentaría las presunciones, y fue que las antenas localizaron su celular en la esquinia de Barcala y Chile la noche de las muertes.

Hubo un peritaje que lo benefició. Fue un cotejo de ADN con una huella con algo de sangre recolectada en el casa de Piottante, que no coincidió ni con las víctimas ni con él. Allí se abrió la posibilidad de que este hombre los hubiera matado con la ayuda de alguien más, hipótesis nunca confirmada porque no se logró identificar a nadie tras ese hallazgo.

Que el sospechoso jamás haya vuelto a pisar Mendoza, incluso no viendo más a su hijo, casi que lo delata. Las pruebas en su contra se caerán, si de acá al 12 de julio de 2021 Suárez no es atrapado. A partir de ese momento, podrá volver tranquilamente, sin rendirle cuentas a nadie.

El derrotero judicial y el último año de búsqueda

En estos 14 años la investigación pasó por las manos de cuatro fiscales y, por ahora, ninguno pudo cumplir el objetivo de dar con el autor del doble asesinato.

El primer pesquisa fue Daniel Carniello, subrogando un par de días a Eduardo Martearena, quien durante años lideró el expediente. El primer mencionado fue el encargado de tomarle la testimonial clave a Diego Coronel, amigo del sospechoso.

El tercer fiscal fue Santiago Garay que, apremiado por los tiempos, armó una importante estrategia en el caso: cambió la calificación y la muerte de Libedinsky se transformó en un homicidio criminis causa, es decir, que la mataron para conseguir la impunidad en el crimen de Piottante. Este delito tiene pena única de prisión perpetua. Esto les daba tres años más a los sabuesos para encontrar a Suárez y detenerlo. De lo contrario, la causa iba a caducar a los 12 años.

El Código Penal establece que los delitos con perpetua tienen hasta 15 años de plazo para ser esclarecidos, una vez que se define a alguien como el acusado formal de la investigación.

Hoy el doble asesinato está al mando de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos. Se tomaron nuevamente declaraciones y se recepcionaron informes de un posible paradero de Suárez; se habló de San Juan, San Luis, Buenos Aires y Chile, pero ningún dato fue preciso. Sabiendo que sólo les queda un año y que el panorama es poco alentador, la fiscal no baja los brazos y asegura: “Seguimos trabajando la causa”.

En todo este tiempo abundaron las recompensas económicas y los trascendidos se hicieron sentir. Por ahora, nadie ha podido con Suárez.

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