Un caso de fratricidio en Luján de Cuyo sorprendió el mes pasado, cuando Kevin Rosales (25) le asestó dos puñaladas fatales a su hermano Carlos Rosales (28) tras enterarse de que había comenzado una relación amorosa con su ex novia. Ayer, el acusado admitió en la audiencia por la prisión preventiva que fue él quien lo mató y la Justicia decidió condenarlo en un juicio abreviado a 13 años de prisión.
Este miércoles llegaron al Polo Judicial el fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello y la defensa de Rosales, con la intención de realizar la audiencia para dictaminar o no la prisión preventiva del acusado de asesinar a su hermano mayor. Pero el propio acusado se adjudicó la autoría del crimen tras verse acorralado por las pruebas en su contra.
Fue entonces que la jueza Cristina Pietrasanta, del Tribunal Penal Colegiado 1, decidió hacerle caso al pedido de la fiscalía y falló contra Rosales, condenándolo a 13 años de prisión por homicidio simple.
La misma sangre y la misma mujer
Faltaban 15 minutos para que terminara el jueves 6 de octubre, cuando ingresó un llamado al 911 pidiendo ayuda por un hombre que estaba herido en la vereda de la manzana F, frente a la casa 18, en el barrio Las Margaritas. Era Juan Carlos Rosales, quien estaba tendido boca abajo ya sin vida sobre un charco de sangre que salía de su pecho.
Falleció al instante por un shock hipovolémico producto de la cantidad de sangre que había perdido en sólo segundos a través de dos puñaladas propinadas en el tórax, precisamente en el intercostal izquierdo, según especificaron fuentes judiciales a Los Andes.
Pero lo que envolvió de mayor tristeza el crimen fue que se trató de un fratricidio. Carlos murió mirándole la cara a su hermano menor, que empuñaba con fuerzas el cuchillo, enceguecido por los celos tras enterarse de que su ex novia había apostado a comenzar un noviazgo con el mayor de los Rosales.
El joven se desvaneció en la vereda y Kevin huyó sin darle auxilio. El más chico de los Rosales corrió a esconderse en un asentamiento cercano, pero no recibió apoyo de nadie y los vecinos lo echaron. Sin rumbo, buscó refugiarse en otros lugares, pero todos sus intentos fueron en vano ya que poco más tarde efectivos de la División Homicidios lograron atraparlo entre la calle Chile y el callejón El Tiradero.
Con las declaraciones de los testigos y las pruebas halladas en su contra, el representante del Ministerio Público Fiscal lo imputó horas más tarde y pidió su traslado al penal provincial. Esa misma sensación de verse nuevamente enclaustrado, sin poder escapar de las pruebas que lo sindicaban como el único autor, fue lo que sintió este miércoles Rosales al confesarle a la magistrada que aquella noche Carlos murió en sus manos.
Para la Justicia no se trataba de un nombre nuevo, ya que Kevin Rosales contaba con antecedentes judiciales por delitos contra la propiedad y las personas, y por robos a mano armada.