Inhumano, escalofriante, perturbador y -por sobre todas las cosas- indignante. No hay palabras que alcancen para definir el aterrador femicidio de la niña Florencia Romano, de 14 años, quien el sábado fue asesinada por, presuntamente, Pablo Arancibia, un hombre 19 años mayor que ella, en Gutiérrez (Maipú). Por el hecho también está imputada -por el momento- la pareja de Arancibia, Micaela Méndez (27), y sobre ambos pesa la acusación de coautoría de femicidio. No obstante, en las próximas horas la situación de Méndez podría cambiar, ya que -dentro de la investigación- toma fuerza la hipótesis de que la mujer no estuvo en la escena del crimen ni participó de la escalofriante secuencia que tuvo lugar durante la tarde del sábado en una precaria vivienda del callejón Berra, en el mencionado distrito maipucino.
Un ataque sexual
Como si se tratara de un macabro rompecabezas, la fiscal Claudia Ríos y los investigadores que intervienen en el conmocionante caso ya tienen una hipótesis trazada sobre lo ocurrido esa fatídica tarde del sábado; así como también de los movimientos desde entonces. Florencia llegó por la tarde del sábado 12 de diciembre a la casa donde Arancibia y su pareja viven, en Gutiérrez. La niña había sido contactada por el pervertido a través de la red social Instagram, y la había citado en la casa del callejón Berra. En este punto es donde se duda de la participación de Méndez -pareja del imputado, también imputada ella-; ya que todo parece indicar que Arancibia había engañado a su mujer diciéndole que se juntaría a comer con unos amigos en la vivienda, y por esto ella se fue de la casa ese día. El detalle es que, por lo visto, luego de consumado el femicidio; Méndez habría tenido participación directa en los actos posteriores para deshacerse del cadáver.
De regreso a la tarde del sábado, y ya con Florencia en la casa de Arancibia; la principal línea de la investigación apunta a que el hombre quiso atacar sexualmente a la niña; 19 años menor que él. Y que en ese momento, Florencia habría intentado defenderse. En ese momento, todo parece indicar que Pablo Arancibia arremetió violentamente contra la niña, asestándole golpes de puño en el rostro (el cadáver tenía fractura de tabique nasal) y hasta degollándola con un cuchillo; lo que a la larga terminaría siendo el principal causante de la muerte.
Prendida fuego y “descartada” en una acequia
Ya con el cuerpo sin vida, la hipótesis apunta a que Arancibia intentó prender fuego el cuerpo de la niña. Aquí se explica entonces el hecho de que el cadáver estuviera incinerado en algunos sectores. Pero el violento ataque de Arancibia no llegó hasta allí, sino que luego intentó deshacerse del cadáver, por lo que lo envolvió en una frazada y -con ayuda- se deshizo de él en una acequia.
Aquí es donde entraría en escena Micaela Méndez y un familiar de la joven, hoy imputada. Porque un familiar de la mujer es a quien le encargaron que se deshaga del cadáver envuelto en una frazada. Y fue este testigo quien aportó los datos claves que permitieron encaminar el esclarecimiento del femicidio. Según relató este hombre a los investigadores, a él se le dijo en todo momento que el cuerpo envuelto en la frazada que le habían encargado para que se deshaga era de un perro.
El llamado desatendido
Muy probablemente minutos antes del fatal desenlace, hubo un llamado que podría haber salvado la vida de Florencia Romano. Y es que un vecino de la vivienda del callejón Berra, alertado por los desesperados gritos de una voz femenina, llamó al 911 para dar aviso de una posible situación de violencia de género. Pero del otro lado del teléfono no solo que no dieron curso al llamado ni intervención a personal policial; sino que todo lo contrario: colgaron el teléfono.
Por la hora del llamado, los investigadores creen que en ese momento Arancibia atacaba a Florencia, luego de que esta se defendiera del intento de ataque sexual.