El exjuez Hugo Leonardo Torino (66) está siendo enjuiciado por estos días en el Polo Judicial de Mendoza. El proceso comenzó el viernes pasado y sobre el exmagistrado -quien se está defendiendo a sí mismo en el juicio- pesan las imputaciones por “abuso sexual con acceso carnal, privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida con violencia de género, en concurso ideal con privación ilegítima de la libertad contra una persona a quien se le debe respeto especial y, además, coacciones simples en tres hechos” (según consta en el expediente P-747527/19).
Fue su expareja, una mujer de nacionalidad haitiana, quien lo denunció por estos episodios reiterados. El detalle es que, en el mismo juicio, Torino también arrastra otra causa por “tenencia de material de menores referido a actividades sexuales explícitas o representación de sus partes genitales con fines predominantemente sexuales”.
En pocas palabras, Torino está en el banquillo de los acusados por los delitos cometidos contra su exmujer -a quien se identificará con la inicial J. de ahora en adelante-, pero además porque encontraron en un pen drive de su propiedad Material de Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes (MASNNA, que es la denominación correcta para lo que, equivocadamente, se llama “pornografía infantil”). Fue en un allanamiento por la denuncia de J. que encontraron este material y que le valió la segunda imputación.
Luego de algunas demoras dadas por planteos puntuales del exmagistrado -la causa lleva más de un año elevada a juicio-, el viernes 16 de junio por la tarde finalmente comenzó el debate. Y, por pedido expreso de él mismo, Hugo Leonardo Torino está acompañando en la defensa a su propio abogado defensor, Maximiliano Legrand.
En ese sentido, Legrand insiste en que las acusaciones no están fundadas ni probadas. “Es una vergüenza la acusación. Significa que la Fiscalía puede hacer lo que quiera con cualquier persona, un abuso de poder”, resumió el abogado.
Desde su lugar, Legrand y Torino buscan demostrar que no existió ni privación ilegítima de la libertad ni abusos sexuales. De hecho, Legrand hasta aclara a Los Andes que el ex juez no tenía consigo Material de Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes (MASNNA).
“Torino no tenía MASNNA consigo. Lo que ocurre es que en uno de los pendrive que tenía consigo (porque tenía 6 pen drives y 5 computadoras personales) había habido MASNNA, pero estaba borrado. Aparentemente había bajado por error una carpeta con muchas fotos y la borró después”, argumenta el abogado defensor del imputado.
La historia entre el ex juez y J.
J. nació en Haití, tiene 35 años y vive en Mendoza desde hace ya casi 8 años (llegó en octubre de 2015). Aunque actualmente está tranquila y a la espera de que haya una sentencia en el juicio que se inició por su denuncia, sus primeros años en el país y en Mendoza fueron una verdadera pesadilla, según ella misma relata a Los Andes. Esos días han sido descriptos en detalle en la denuncia que, oportunamente, radicó en la Justicia de Mendoza y que luego fue ampliando. Todas esas fojas, que llegaron finalmente a juicio, constan en el expediente N° P-747527/19.
La mujer haitiana llegó al país enamorada de un hombre 30 años mayor que ella –mendocino-, a quien había conocido en Puerto Príncipe y tras hacer las veces de guía turística y traductora para él. Este hombre fue Torino.
“El mismo día en que llegué a Argentina, se transformó en otra persona. Desde el primer momento revoleó toda mi ropa diciéndome que nada era lindo”, recapitula J. sobre el mismo día en que aterrizó en el país y fue recibida por el hombre a quien denunció años después.
Ya en Mendoza, y de acuerdo a lo denunciado por la mujer, el ex juez la mantuvo encerrada en su casa de Dorrego (Guaymallén), la obligaba a tener relaciones sexuales cuando él quisiera y también le exigía que le cocinara y limpiara.
“El primer día en que llegamos a Mendoza, me dejó en el departamentito –que estaba al lado de su casa, comunicado por una puerta-, me sacó los documentos y me dejó sola. Esa misma tarde me fue a buscar para que yo limpiara su casa. Así fueron los primeros 3 meses, conmigo teniendo que estar ahí, limpiando, cocinándole y teniendo sexo cada vez que él quería”, resume la denunciante en diálogo con Los Andes.
La llegada a Mendoza
De acuerdo al relato de J., mientras coincidieron en Haití, encontró en el hombre mendocino a una persona “encantadora, gentil y muy amable”. Por entonces, ella tenía 27 años e iniciaron una historia de amor en aquel país de Centroamérica.
Cuando el exjuez regresó a Mendoza, siguieron en contacto a la distancia y vía Facebook. “Él me dijo que viniera, que iba a poder estudiar, trabajar e iba a tener una vida mejor, además de poder estar juntos. En octubre de 2015 viajé a Buenos Aires”, sigue J., quien agrega que –hasta ese momento- todo iba “perfecto”.
Ni bien pisó Argentina, J. y el hoy exjuez mantuvieron aquella primera discusión sobre la ropa que debería vestir ella para el almuerzo con unos primos de Torino. Y allí es donde J. denuncia haber sufrido el primero de una serie de maltratos.
“A la vuelta él le empezó a pegarle a la pared, me gritaba, me decía que le había hecho pasar vergüenza, me decía “negra de m…”. Fue todo muy shockeante. Esa noche también se enojó, me llamó y me dijo que me iba a demostrar cómo se trata a una mujer”, agrega J., quien no lograba entender cómo la misma persona a quien había conocido en Haití y era tan amable y amorosa ahora mostraba esa personalidad. “Pensé que me iba a matar, y si me mataba, nadie iba a saber”, sigue.
Luego de la reducida estadía en Buenos Aires, y ya mostrándose más calmo, el juez y J. viajaron a Mendoza. Él le había contado que tenía un departamentito para que ella viviera, estudiara y trabajara en la provincia.
J. agregó que en Mendoza el panorama empeoró: el exjuez le retuvo los documentos y no le permitió regresar a Haití cuando se cumplieron los 3 meses que le otorgaba de estadía la visa de turista. También fue durante su tercer mes de estadía en Mendoza cuando descubrió que estaba embarazada. Así y todo, J. cuenta que, de igual manera, debía cargar con todas las tareas domésticas de la casa y que el hoy enjuiciado se molestaba si no estaban completadas.
Escape y la denuncia
Para ese entonces, de acuerdo a las palabras de J., ella era prácticamente “una rehén”. Había comenzado un curso para poder dar clases y poder revalidar en Argentina el título de maestra que había obtenido en Haití.
“Él me llevaba al instituto, me dejaba y me iba a buscar. Si me desmayaba en el instituto o me pasaba algo por el embarazo, él llegaba antes que la ambulancia y me llevaba. No quería que llamaran a nadie más”, destaca.
En junio de 2016 nació la hija de ambos, y J. continuó cursando. Pero el entorno de la mujer ya se había percatado de que ella no estaba bien. Eso fue advertido también por una amiga del juez, así como también por vecinos de ambos.
“Yo no estaba bien, pero la mayoría de la gente no entendía cómo podía ser. Porque para todos yo era la migrante, la negra haitiana que salía con un hombre por dinero”, sigue.
La mujer cuenta que esta misma amiga de Torino le propuso al hombre que dejara que J. se instalara unos días en su casa, ya que estaba amamantando. Pero que él nunca accedía. Incluso, J. reconstruye en su relato una oportunidad en que el juez fue al instituto donde estaba J. cursando y, mientras ella rendía, ingresó al aula sin decir palabra y se llevó a la hija de ambos.
“Me mandó un mensaje diciendo que si quería volver a ver a mi hija, volviera a casa. Y que, si le decía algo a la Policía, no iba a volver a ver. Yo estaba desesperada, sin casa ni documento ni nada, y no tenía en quien confiar. Llamé a dos amigas de él, les expliqué la situación y ellas llamaron a la Policía. Cuando llegué a casa, justo llegaba la Policía –los vecinos habían llamado también-, y él me obligó a entrar rápido y cerró con llave. Estábamos los 3 adentro, con mi hija, y él no le abría a la Policía. Me encerró a mí en una pieza y a mi hija en otra pieza. La nena tenía 6 meses”, sigue.
A raíz de todo este escándalo y esta situación, J. fue trasladada en un patrullero a la Oficina Fiscal. Y allí pudo, finalmente, radicar la denuncia. Esto fue fundamental para que se iniciara la causa, mientras que J. y su hija fueron recibidas por una amiga de la mujer en su casa.
En simultáneo a la causa que derivó en la imputación del hoy ex juez, también se abrió un expediente en la Justicia de Familia, ya que tenían una hija en común.
Material de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes; la segunda causa
La primera denuncia que hizo J. llegó a la Justicia Federal en 2017. Se la caratuló como un posible caso de Trata de personas, aunque oportunamente se dictaminó falta de mérito ante la posible comisión de ese delito. “Se trata de una relación de pareja que terminó mal, con las particularidades de que ella es extranjera y que él era juez en ejercicio del cargo desde el inicio y hasta el final de la relación”, indicaba la resolución.
Pero desde la Justicia Federal se giró la causa a la Justicia Provincial y allí sí se inició otra causa en la que la entonces fiscal de Violencia de Género, Mónica Romero imputó al hoy exjuez por “abuso sexual con acceso carnal, privación ilegítima de la libertad, agravada por ser cometida con violencia de género, en concurso ideal con privación ilegítima de la libertad contra una persona a quien se le debe respeto especial y, además, coacciones simples en tres hechos”. Esta es la misma imputación con la que llegó al juicio, que se desarrolla actualmente.
Fue durante un allanamiento ordenado por Romero, a raíz de la causa que recayó en sus manos que, en una de las habitaciones de la casa del juez jubilado, se encontró un pen drive con 1.380 fotos de niños y niñas en ropa interior, con trajes de baño o desnudos directamente, algunas de ellas con contenido explícito. Por la tenencia de Material de Abuso Sexual de Niños, Niñas y/o Adolescentes (MASNNA), en 2020 se ordenó un nuevo allanamiento y el exjuez Torino fue imputado en otra causa –que se inició desprendida de la primera- por el delito de “tenencia de material de menores referido a actividades sexuales explícitas o representación de sus partes genitales con fines predominantemente sexuales”. Esa es la otra causa con la que el exjuez llegó al juicio que transcurre actualmente, y por la que -en aquel momento- se ordenó su detención.
La actualidad de la denunciante
Con el juicio contra Hugo Leonardo Torino ya en marcha, y que unifica las causas de abuso sexual agravado y privación ilegítima de la libertad con la de tenencia de Material de Abuso Sexual de Niños, Niñas y/o Adolescentes (MASNNA), J. reconoce estar un poco más tranquila.
“Estoy bien, he hecho terapia durante todo este tiempo y estoy militando. Tengo un pequeño espacio antirracista donde hago trencitas, funciones y aprovecho para hablar sobre algunas cuestiones de migración. Lo que más me interesa es que no se me estigmatice a mí, yo quiero que a mí se me considere una persona, que se respeten mis decisiones. Yo sé que él sigue teniendo fotos mías en su Facebook y sigue decidiendo sobre mi vida. Porque yo no puedo viajar a Haití a ver a mi familia”, concluye J.
La defensa de Torino rechaza las acusaciones y acusa a la denunciante de ser “una buena actriz”
Maximiliano Legrand es el abogado defensor de Hugo Leonardo Torino y, aunque el exjuez ha decidido acompañarlo, es Legrand quien lleva las riendas (porque su especialización es el Derecho Penal). Consultado por Los Andes, Legrand deja en claro que intentarán demostrar en el juicio que la denunciante “miente con el fin de obtener beneficios de tipo familiar”.
En ese sentido, Legrand insiste en que las pericias psicológicas avalan que el relato de J. no es real y que en su personalidad hay un componente histriónico. “Es una buena actriz. Tenemos a una denunciante que hace el papel de víctima”, destaca el abogado a Los Andes.
En ese sentido, el letrado destaca que el caso de Torino y J. desprestigia y banaliza el sistema de Violencia de Género. De hecho, Legrand insiste en que la primera versión que aportó la denunciante a la Justicia apuntaba al presunto delito de Trata de personas y que, al desestimarse en la Justicia Federal, adapta su relato para convertir el hecho en un hecho de privación ilegítima de la libertad y agrega el relato de abuso sexual.
“No entiendo que se hable de privación ilegítima de la libertad si ella podía salir, ir a cursar. Aquí ya empieza a verse rara la acusación. Acá hay algo que, para mí, es un discurso falaz y un relato que se exagera para tratar encuadrar dentro de una figura legal algo que no lo tiene”, agrega Legrand. E insiste en que hay muchas contradicciones en la denuncia y en la imputación.
Respecto a la imputación por abuso sexual (que denuncia la mujer y confirma como acusación la Fiscalía), Legrand también la rechaza. “Durante la investigación, ella dijo que él no la abusaba. Dijo que cuando quería hacer el amor, le preguntaba. Y que, si ella decía que no, se enojaba. Dos años después de haber dicho esto, cambia el discurso”, argumenta.
En ese sentido, el abogado defensor del exjuez imputado también rechaza la imputación por tenencia de MASNNA.
“Él bajaba muchas fotos de lugares a los que tenía pensado ir. En esas cuestiones, buscando fotos, es posible que haya bajado eso por error y lo haya eliminado. Luego la Justicia recuperó, con un programa, lo que había habido allí. Pero es raro que se haga un juicio sobre algo que no tenía”, agrega Legrand.
“Torino está como puede estar, como cualquier persona con prisión domiciliaria. Está sufriendo que su expareja no lo deje ver a su hija. Hace 2 años no la ve, está destruido por dentro”, sintetiza su abogado.