El cuerpo de Sebastián Luis Alberto Bordón fue encontrado el domingo 12 de octubre de 1997, el mismo día en que el joven cumplía 19 años. Hijo de Miriam y Luis, Sebastián había nacido en Martín Coronado (provincia de Buenos Aires), le gustaba la música y era fanático de Racing Club. La tarde del viernes 26 de septiembre de ese año, en un micro contratado y ocupado por alumnos de la Escuela Media 13 (donde Sebastián cursaba el último año) y la 4, de la localidad bonaerense de Moreno, comenzó el soñado viaje de egresados con destino al Sur mendocino.
La primera parada los ubicó sobre la ruta nacional 188, a la altura de Junín y la continuidad los llevó, el sábado 27, a tomar contacto con los viñedos y frutales en el ingreso a la ciudad de San Rafael.
El contingente se instaló en un albergue a orillas del lago. Estaba integrado por 31 chicos, las docentes Ana María Bava y Patricia Mabel Landalde, de la Escuela Media 13, los responsables de la conducción, Marcos Cochesso y Roberto Sanz, y la tía de una de las chicas.
Esa noche todos, menos Sebastián, fueron a un baile organizado por una sociedad de fomento del lugar. La razón de su ausencia era que “estaba cansado y solo quería dormir”, situación que se complicó el domingo 28 cuando el joven dio muestras de mareos, que fueron atribuidos a la altura de 1.330 metros sobre el nivel del mar del lugar, lo que se conoce como “mal de altura”.
Día por día
El lunes 29, después de un día en el complejo de Las Leñas, Sebastián sufrió algunos brotes de desequilibrio mental y fue llevado hasta el consultorio del doctor Eugenio Gutiérrez, profesional que le diagnosticó “depresión aguda del tipo reactivo”. Y si bien no pudo determinar ese trastorno en el estado de ánimo, a lo que se le sumaba al insomnio y una gran angustia, el médico le recetó Valium de 10 miligramos para que el chico pudiera por lo menos dormir.
El miércoles 1 de octubre todo el grupo concurrió nuevamente a Las Leñas. El humor del muchacho pasaba por momentos de pánico a mostrarse tranquilo y participando de las actividades grupales. Hasta que, ya en horas del regreso a El Nihuil, Sebastián sorprendió a todos cuando intentó saltar del micro en movimiento al grito de “¡Me quieren matar!”.
Con el ómnibus detenido en el puesto policial de El Sosneado, mientras se realizaba un control del pasaje y sus pertenencias, Bordón acusó al resto del grupo de quererlo drogar y fue el comisario Carlos Escobar quien se ofreció y lo llevó en un móvil hasta el destacamento policial de El Nihuil, dejándolo con el aval de las docentes, a cargo del cabo Esteban Merello, único uniformado en el lugar. Mientras llamaban a Luis, padre de Sebastián, quien se comprometió a ir en su búsqueda al otro día.
Esa noche el joven fue atendido por una enfermera que le aplicó 5 miligramos de Valium recetado y “se quedó tranquilo”, recordaron sus compañeros.
El jueves 2 en la mañana todo el grupo salió con destino a Valle Grande, pero previamente pasaron por el destacamento donde se había quedado Sebastián, quien quiso acompañar al grupo pero no lo dejaron argumentando que el viaje haría que se desencontrara con su padre que había viajado a San Rafael para buscarlo.
Ya en la tarde, un patrullero ubicó a las docentes en Valle Grande para comunicarles que Sebastián, después de golpear a un policía, había escapado del destacamento.
Casi a la misma hora Luis Bordón, acompañado por el director de la Escuela Media 13, Jacinto Araujo, llegó a San Rafael y se presentó en la comisaría 38 pero ahí no estaba su hijo.
El viernes 3, los medios locales dieron cuenta de la desaparición de un joven estudiante en El Nihuil. Pocas horas después el contingente emprendió el viaje de regreso, pero sin Sebastián y, a la llegada a Moreno, el micro evitó la escuela de donde había partido y se dirigió a una quinta, lejos del centro, donde los padres fueron a buscar a los chicos poniéndole fin al tan ansiado viaje de egresados. La ausencia de Sebastián ya era noticia en el pueblo.
Sólo mentiras
“El atorrante de su hijo escapó”, fue la versión “oficial” que vía telefónica recibió la madre de Sebastián Bordón. A la que se le agregó: “Lo hizo después de golpear a un uniformado”, pero a ese comentario se le sucedieron otros como: “Lo vieron haciendo dedo en la ruta” o que una mujer (Amanda Ledesma) “lo llevó hasta Unión en la provincia de San Luis”. Que un camionero (Humberto Vega Giménez) “lo dejó a la entrada de Rancul en La Pampa” fue otro de los argumentos que alejaron la búsqueda del joven de la zona de El Nihuil.
Mientras tanto, el padre de Sebastian era “paseado” por las rutas de General Alvear con la premisa de que su hijo “había dejado voluntariamente la provincia”.
Las mentiras y el ocultamiento de la información nunca se detuvieron, sino que se sumó un caso “inventado” de droga, donde intervino el juez federal Raúl Acosta. Lo que después se conoció y se comprobó en la instrucción, fue que comunicada la novedad del escape después de la agresión a Merello, desde la comisaría 38 de Cuadro Benegas partió un Suzuki Swift, identificado como el móvil 839, ocupado por el oficial Daniel Gómez, el cabo Alejandro Cubillos y el agente Roberto Gualpa en busca del joven.
Finalmente lo encontraron, tras lo cual lo golpearon brutalmente. Además, respondiendo una orden telefónica del comisario Trentini de que “ocultaran al herido”, lo hicieron en un lugar que nunca pudo ser identificado para “evitar que lo viera su padre”.
A dos kilómetros
Los días transcurrían “sin novedades” en la desaparición de Sebastián Bordón y la búsqueda contó con la colaboración del intendente de Moreno, Mariano West, que viajó con dos helicópteros para sumarse a los rastrillajes aéreos.
Sin embargo, ante la falta de noticias sobre el paradero del joven, un grupo de vecinos de la localidad bonaerense llegaron al Sur mendocino para colaborar en la búsqueda recorriendo las estribaciones de El Nihuil y sus zonas aledañas.
Utilizando caballos alquilados transitaron una y otra vez en un radio de 10 kilómetros desde el destacamento. Hasta que en horas de la siesta del domingo 12 de octubre, Gerardo Merlo y Carlos Toro, integrantes del grupo acompañados por Juan Cruz Poblete, baqueano y pescador nacido en El Nihuil, descubrieron el cuerpo sobre un barranco del Cañón del Atuel, a sólo dos kilómetros del destacamento de donde había escapado 10 días antes.
Lo llamativo es que ese lugar ya había sido visitado días anteriores.
El juez de San Rafael Aroldo Gorri, subrogante de Yacante -quien se encontraba en Buenos Aires entrevistando a los otros integrantes del contingente estudiantil- llegó hasta al lugar y ordenó al médico Hugo Del Pozzi hacer el rescate del cuerpo, lo que se postergó para el otro día.
Sin embargo, por el frío y una fina llovizna, se decidió concretar el levantamiento esa misma noche y llevarlo al Cuerpo Médico Forense. La morguera llegó en horas de la madrugada acompañada por un hombre de confianza del abogado Alfredo Guevara para “evitar cualquier alteración del cadáver”.
De la necropsia participaron los peritos Carlos de Cicco y Juan Nanfaro, el forense Osvaldo Raffo y el perito designado por la familia Bordón, el doctor Raúl Soler Ponce. En el informe suscripto por los profesionales se señalaba que el cuerpo presentaba las lesiones típicas de una feroz golpiza: una clavícula fisurada, hematomas en las piernas, golpes en los riñones y una lesión en la cara con deslizamiento del cuero cabelludo que le causó una hemorragia interna y un estado de coma de grado 1 o 2 con inconsciencia.
En cambio, no presentaba ninguna de las heridas esperables en alguien que hubiese sufrido una caída. La causa de la muerte fue la deshidratación y falta de atención médica. Se agregó que no había ningún rastro de la caída, la ropa estaba intacta y tenía marcas longitudinales bajo los brazos y dándole vueltas en la zona inguinal que indicarían que el joven fue llevado atado, con o sin vida, hasta el lugar en el que lo encontraron. Es decir que el cuerpo “fue plantado” en el lugar.
Juicio y condena
Carlos Varela Alvarez, Diego Lavado y Alfredo Guevara, que sufrieron un violento robo del estudio jurídico y que llegaron a entrevistarse con la diputada nacional “Chiche” Duhalde tres años después, en diciembre de 2000, fueron los abogados querellantes en uno de los juicios más extensos donde hubo casi 200 testigos y donde la Cámara del Crimen de San Rafael conformada por los jueces Domingo Mauricio, Mario Giambastiani y Jorge Germano, condenó a cinco policías.
Hugo Trentini, ex jefe de la comisaría 38, recibió una pena de 15 años de prisión por homicidio, mientras que los subalternos, el ex oficial Daniel Gómez, recibió una condena de 12 años; el ex cabo Abelardo Castillos, 10 años y el ex agente Roberto Gualpa, 10 años, todos por el delito de lesiones graves y abandono de persona seguido de muerte.
Por su parte, el ex cabo Esteban Merello fue sentenciado a 2 años y 6 meses de cárcel. Para la parapsicóloga Amanda Ledesma la pena fue de 2 años de prisión por el delito de encubrimiento. Un fallo que dividió las opiniones del pueblo de San Rafael.
Las consecuencias
Un par de semanas después de que encontraran el cuerpo de Sebastián, la población participó de las elecciones legislativas de 1997, donde ganó después de más de 30 años el Partido Demócrata, mientras que en 1998, el entonces gobernador Arturo Lafalla, acompañado por la oposición plasmó la Reforma Policial donde el poder civil asumió el control de la Fuerza, por primera vez desde su creación.
Mientras que 6 años después, en septiembre del año 2003, el director Jacinto Araujo y las profesoras Ana María Bava y Patricia Mabel Landalde fueron echadas por la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, por “negligencia” en la organización de aquel viaje de egresados.