Seis disparos en distintas partes del cuerpo terminaron la vida de un hombre de 55 años. Otros dos que efectuó el mismo tirador ultimaron a un joven de 27 que intentaba calmar los ánimos. Todo en cuestión de segundos y en el mismo predio donde la víctima más joven y el tirador vivían. Una venganza por viejas amenazas y una “bronca” arrastrada durante un tiempo se analizan como los móviles del doble crimen que sacude a Tunuyán y cuyo autor, al cierre de esta edición, permanecía prófugo.
Habían pasado 30 minutos de las 20 de este martes, cuando llamados desesperantes comenzaron a ingresar a la línea de emergencias 911. Vecinos de un predio ubicado en el cruce de calles Francisco Delgado y Boulogne Sur Mer reportaban una balacera que había dejado a dos hombres tendidos en el suelo y cubiertos de sangre. El rugido del motor de una motocicleta tipo “chopera” había terminado de sacudir la monotonía de la noche para dar espacio a un silencio mortal.
Cuando los primeros policías llegaron al lugar encontraron el cadáver de Héctor José Maldonado Cortez. A simple vista presentaba varias heridas de arma de fuego. Las pericias posteriores permitirían determinar que se trataba de seis impactos de bala, uno de ellos en el cráneo. A unos metros yacía el cuerpo sin vida de Daniel Alejandro Mamaní Sánchez, con dos plomos incrustados, según confirmaron fuentes policiales.
Los ocasionales testigos fueron los habitantes de la zona conocida como Cuadro de la Estación, poblada por trabajadores y gente humilde. Ellos relataron a los uniformados cómo sucedieron los hechos y apuntaron a Juan Oscar Sáez, un hombre de 54 años que habita en el lugar.
De acuerdo a la reconstrucción del desquiciado ataque, todo comenzó cuando Maldonado llegó a la casa de la ex pareja de su hijo, una joven a la que ambos fueron a llevarle leña. La mujer aceptó la madera, y cuando padre e hijo se aprestaban a descargarlas de un vehículo, Sáez entró en escena. El preámbulo fue breve: según trascendió, le recriminó al mayor de los Maldonado que lo hubiera amenazado con anterioridad.
“Era un problema de vieja data que uno de ellos decidió resolver de la peor manera”, resumió una fuente oficial a Los Andes. Es que, de acuerdo a trascendidos, Sáez está en pareja con una tía del muchacho asesinado y de la joven a la que fueron a llevarle leña. Por eso es que, cuando comenzó una violenta discusión entre Sáez y Maldonado por rencillas antiguas, Mamaní intercedió para tratar de calmar las aguas en la vivienda de su medio hermana.
Los sabuesos creen que la pelea se aquietó, aunque sólo por unos minutos, ya que el acusado buscó escondite entre unos árboles y matorrales, desenfundó una pistola y comenzó a disparar.
Peritos de Policía Científica contabilizaron 13 vainas servidas de una pistola calibre 9 milímetros. Seis de esos proyectiles dieron en el cuerpo de Maldonado y dos en el de Mamaní.
Fuga e intensa búsqueda
Tras el ataque, los testigos indicaron que Sáez tomó su motocicleta marca Guerrero de 200cc de color negro y mediana cilindrada y escapó a toda velocidad. El vehículo fue encontrado durante la siesta de ayer en calle El Retiro de San Carlos. Los investigadores creen que el fugitivo fue a casa de su madre y luego continuó la huida.
Decenas de policías “invadieron” el Valle de Uco tras el doble crimen en busca del asesino. Ayer durante toda la jornada se realizaron rastrillajes, que incluyeron el uso de drones y canes de rastreo, por orden del fiscal Jorge Quiroga, quien instruye la causa. “Está cercado y no tiene plata, a menos que algún amigo lo haya ayudado. Va a caer de un momento a otro”, indicó convencida a este diario una fuente de la investigación.
Durante la mañana de este miércoles el Ministerio Público Fiscal solicitó a los medios de comunicación la difusión de una fotografía del acusado para agilizar su captura. “Ante cualquier novedad comunicarse al 911″, se pidió a la población.
Ni Sáez ni Mamaní tienen antecedentes policiales, confiaron fuentes oficiales. Maldonado era quien tenía prontuario. Según consta en su registro delictual, acumulaba causas desde 1986 por lesiones, defraudación, hurto y coacción agravada. Además, cuatro denuncias figuraban con su nombre por amenazas, justamente el motivo por el que supuestamente fue salvajemente asesinado.