El crimen de Lucio Dupuy conmocionó a un país entero. El niño de cinco años falleció el pasado viernes a causa de politraumatismos que le causaron un sangrado interno. En las últimas horas, se conoció una novedad que le podría haber salvado la vida al nene de La Pampa.
A fines de agosto, el hermano de la vecina que vive pared de por medio con la casa en que vivía Lucio Dupuy con su madre y con la pareja de ella, llamó a la policía para denunciar que al nene le estaban dando una paliza. Ese antecedente directo y concreto de un acto de violencia jamás quedó asentado.
El Diario de La Pampa publicó una imagen de un intercambio de mensajes de WhatsApp en el que esa mujer le pidió a su hermano que llamara al 101 (número de la policía) porque en el departamento 2 de Allan Kardec 2385 estaban “pegándole al nene”. De otro mensaje se deduce que se trataba de algo habitual: “Todos los días llega del jardín y la novia de la mamá lo caga a palos”. Se refería a Abigail Páez, pareja de Magdalena Espósito Valenti, ambas detenidas desde el sábado, acusadas del asesinato del chico.
El dato, además de estremecedor, contradice las explicaciones que hasta ahora ensayó el gobierno provincial para responder a las acusaciones de falta de acción y previsión en el caso. El gobernador, Sergio Zillioto, dijo públicamente que había ordenado a todos sus ministerios que pusieran toda la información disponible sobre Lucio a disposición de la Justicia. Y el Poder Judicial, en su cuenta institucional de Twitter, afirmó hoy, en un escueto comunicado, que “hasta el momento no hay evidencias de que exista denuncia alguna o presentación por presuntos maltratos” contra el chico.
Por eso, la aparición de aquel chat y del error subsiguiente ponen en crisis la respuesta estatal en el caso. Hoy, el jefe de la policía de La Pampa, comisario Daniel Guinchinao, sostuvo, en relación con aquella denuncia del 25 de agosto pasado, que “lamentablemente, el hermano de esta vecina pasó mal la dirección y el patrullero fue a un lugar equivocado... Fue una presencia que no dejó nada”.
Pero rápidamente le retrucó y lo desmintió “el hermano de la vecina”: “Señor Daniel Guinchinau, déjeme presentarme, mi nombre es Pablo Omar González. Yo fui quien se comunicó con el 101 aquella noche del 25 de agosto. Solicité un móvil y les describí la fachada del inmueble, ‘un paredón blanco con portón de chapa’, e indiqué ‘es en el departamento 2, en el 1 vive mi hermana, que es quien escuchó todo’. Pasó mucho tiempo hasta que mi hermana me dijo ‘ahí llegaron’ y están gritando ‘señora nos llamó el hermano de su vecina, dice que están golpeando a un niño’, gritaban desde la calle. No le dieron mayor importancia y ni siquiera se dignaron a constatar cómo estaba el niño en ese momento. No se escude cobardemente detrás de un ‘pasaron mal la dirección’. El tema es que el efectivo que se presentó no actuó como debería de haber actuado. Hágase cargo de su puesto y capacite a los oficiales y agentes para que puedan tratar con la sensibilidad, seriedad y respeto por el uniforme que visten. Y si le queda grande el saco, adelante con sus ‘vacaciones permanentes’, que seguramente hay alguien con ganas de colaborar seriamente en proteger y servir a la comunidad que han de resguardar. Usted juró en algún momento salvaguardar a los ciudadanos. Hágale el favor de ocuparse de sus labores y no de desinformar de tal forma a la gente”.
Hoy, el comisario Guinchinao estuvo en General Pico y se reunió con el abuelo paterno de Lucio. Pero su situación institucional quedó sumamente debilitada con esta revelación y su paso en falso al intentar dar una explicación oficial.
La del 25 de agosto pasado no fue la única vez en la que alguien tuvo conocimiento de que a Lucio le pegaban. La abuela paterna afirmó que, cuando el niño apenas había aprendido a hablar, una vez le dijo “Abi pegó acá y acá”; “Abi” era Abigail Páez, y “acá y acá” eran la mano y la cola del nene.
Además, en el Hospital Evita, donde finalmente no pudieron salvar a Lucio tras infructuosas maniobras de RCP, está su historia clínica. En ella consta que tuvo varias entradas y atenciones por traumatismos severos y fracturas. Una de ellas, a fines de diciembre pasado, fue una fractura en una mano, que la madre del chico atribuyó a que “se había caído de la bicicleta”.
A eso se suma la autopsia, que reveló que Lucio había muerto por politraumatismos que le causaron una hemorragia interna. El forense Juan Carlos Toulouse, que entregará mañana el informe final de la necropsia, confesó que en sus casi 30 años de carrera tanatológica “nunca vio algo así”.