Cuádruple crimen de Las Heras: la historia del chico “sin nombre” que asesinó a una familia

El 8 de diciembre de 2011 un menor de 13 años apuñaló a un matrimonio de ancianos, la hija y el nieto en Las Heras. Crónica del horror.

Cuádruple crimen de Las Heras: la historia del chico “sin nombre” que asesinó a una familia
Cuádruple crimen en Las Heras. De izquierda a derecha. Arriba: Alí (abuelo), Sara (abuela). Abajo: Mónica (mamá), Ezequiel (hijo y nieto).

Transcurría la primera semana del último mes del año 2011 cuando un hecho criminal marcó el calendario con la sangre de cuatro víctimas. Fue en la tarde-noche del jueves 8 de diciembre de ese año cuando se conmemora, desde 1854, el día de la Inmaculada Concepción de María.

Con las primeras sombras de la noche, una noticia sorprendió a los vecinos del barrio 8 de Mayo en el departamento de Las Heras, después a las autoridades y más tarde a toda la provincia y el país. En una vivienda de la manzana “C” un adolescente asesinó a cuchillazos a los cuatro ocupantes de la casa. Las víctimas fueron los jubilados Alí Miguel (79), su esposa Sara García (84), la hija de ambos Mónica Miguel (48) -docente- y su hijo Ezequiel (10). Este niño, según se dijo en su momento, tenía distintos problemas de orden psiquiátrico y recibía atención y medicamentos. Convocada la Policía Científica, la primera intervención estuvo en manos de la fiscal Claudia Ríos que, junto a su personal, se vio sorprendida por la escena macabra y sangrienta.

La primera versión dada por un chico de 13 años fue la que orientó a la Policía cuando relató: “Un hombre entró encapuchado y los mató a todos”. Agregó que él se había escondido detrás de una mesa y escapado del agresor, que sólo había alcanzado a herirlo, mientras mostraba su mano derecha recientemente vendada.

El chico era amigo de Ezequiel y vivía frente a la casa del cuádruple crimen, hasta donde llegaron los sabuesos siguiendo las manchas de sangre regadas sobre una pared medianera, la calle y la vereda, lo que confirmaba su relato sobre lo ocurrido.

Pero además llamó la atención de los efectivos que la abuela del menor, con la que vivía, con premura había lavado las zapatillas y la ropa de su nieto en un intento de borrar rastros de manchas hemáticas. Advertido de esa situación, el chico cambió su declaración y aseguró que el autor de los homicidios había sido su amigo Ezequiel y que él lo había matado en un acto de legítima defensa. Esa fue la versión que, desde ese momento, mantuvo siempre.

Con los elementos aportados esa misma noche y descartada la intervención de otra persona (ese supuesto hombre encapuchado), el expediente fue tomado por el fiscal de Menores Gustavo Farmache, mientras que el menor fue derivado a un psiquiátrico, donde pasó los primeros días.

Casi un mes después los estudios de ADN y las pericias de los rastros de sangre del cuádruple crimen de la familia terminaron por confirmar que el único sobreviviente, el vecino de 13 años, había sido el autor de la masacre.

Los sangrientos hechos

Según lo conocido por la instrucción, teniendo en cuenta que el expediente ya archivado siempre estuvo bajo secreto de sumario, Ezequiel junto a su amigo habrían estado viendo pornografía en internet, lo que dio origen a una pelea que terminó en el baño, donde el menor recibió varios puntazos por la espalda que le provocaron graves heridas que terminaron con su vida una hora más tarde en la guardia de un hospital Humberto Notti.

Con la misma arma (un cuchillo tomado de la cocina) el adolescente llegó hasta la habitación donde descansaba Mónica y la acuchilló casi sin darle tiempo a defenderse. Tras ello encaminó sus pasos hacia la salida, pero fue cuando entró don Alí, que junto a su esposa Sara retornaban de una misa. Sorprendido, el adolescente que se había ocultado detrás de un mueble, se adelantó y atacó al hombre provocando una mortal herida a la altura del cuello, mientras que Sara no alcanzó a volver sobre sus pasos para pedir ayuda y también terminó apuñalada. Si bien sobrevivió a ese ataque, la anciana falleció camino al Lagomaggiore.

Detalles del horror

Las necropsias ofrecieron datos por demás sorprendentes. Las agresiones se concretaron con dos cuchillos de cocina diferentes: uno tipo carnicero y el otro para cortar pan, armas que fueron encontradas teñidas de sangre y tiradas en el piso del baño, donde había sido apuñalado el pequeño Ezequiel.

Mónica había recibido no menos de 20 puñaladas en su cuerpo, mientras que su padre, además de la herida en el cuello, presentaba otras a la altura del pecho.

Varias semanas después, el martes 18 de enero de 2012, ya cerrada la instrucción el fiscal Farmache convocó a su despacho al imputado y le comunicó que lo identificaba como el culpable del cuádruple homicidio, aunque para la Justicia era inimputable por ser menor de edad y estar protegido por la Ley nacional de Niñez y Adolescencia, por lo tanto el adolescente del que nunca trascendió su identidad, tampoco fue a la cárcel. Y así, de un psiquiátrico particular en la provincia que lo contuvo inicialmente, fue derivado a un instituto de rehabilitación en San Juan. Esa internación fue interrumpida por las propias autoridades y entonces el menor, ya con 14 años, volvió a Mendoza y fue asistido en un domicilio nunca revelado por personal de la ex Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf).

Hoy, el joven ya cumplió la mayoría de edad pero su nombre sigue siendo desconocido para el común de la gente porque sólo fue mencionado en un expediente que el tiempo archivó y solamente quedó vivo en el recuerdo trunco de dos familias vecinas de Las Heras.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA