En un operativo meticulosamente planificado, la Policía Federal Argentina (PFA) y la Procuraduría de Nacrocriminalidad llevaron a cabo una exitosa operación que condujo al desmantelamiento de una organización narcocriminal en Rosario. La banda, dirigida desde la prisión por Julio Rodríguez Granthon y su mano derecha, Facundo “Jirafa” Pérez, era la principal proveedora de drogas de la banda delictiva conocida como “Los Monos” y tenía vínculos comerciales con el clan Alvarado.
Durante los intensos 10 meses de investigación, los agentes realizaron una treintena de allanamientos en la ciudad de Rosario, logrando identificar a los líderes de la organización, así como a los encargados de la logística y del lavado de activos. La operación se llevó a cabo de forma quirúrgica y en un lapso de 72 horas, lo que permitió mantener la confidencialidad de las operaciones y monitorear los movimientos de los investigados.
El primer detenido fue Facundo “Jirafa” Pérez, quien tenía numerosos antecedentes por drogas y evadió investigaciones anteriores. Según la investigación, Pérez desempeñaba un papel clave en la organización, encargándose de la entrega y cobranza de estupefacientes, así como de llevar las cuentas del grupo.
Además de la detención de Pérez, se arrestó a otros integrantes de la organización dedicados a la provisión, distribución y comercialización de drogas a menor escala en el barrio de Villa Banana. Entre ellos se encontraban Ubaldo Pérez, hermano de “Jirafa”, y Marcelo Alejandro Núñez.
Sin embargo, el mayor golpe a la banda fue la desarticulación de su estructura de lavado de activos. Se identificó a aquellos encargados de construir viviendas con fondos provenientes del tráfico de drogas, las cuales eran posteriormente vendidas o alquiladas. Además, se allanaron propiedades de un agente inmobiliario y depósitos de transporte de cargas que eran utilizados por Julio Rodríguez Granthon para invertir sus ganancias ilícitas.
Según las fuentes, Rodríguez Granthon quien cumple condena desde el 2019, también conocido como el narcopiloto peruano, es uno de los principales proveedores de cocaína en la provincia de Santa Fe y tiene un control absoluto sobre varias zonas de Rosario, donde los vendedores de drogas están obligados a adquirir exclusivamente su mercancía. Para imponer su dominio, utilizó sicarios y ordenó actos de violencia contra rivales y clientes.
