La Policía Federal realizó dos allanamientos en Mar del Plata y otro en la Ciudad de Mendoza y desbarató a “empresa familiar delictual” que se dedicaba a la falsificación de dólares estadounidenses.
En los procedimientos practicados por personal de la División Falsificación De Moneda de la Policía Federal Argentina se logró el secuestro de gran cantidad de billetes apócrifos listos para su venta, como otros en distintas etapas de fabricación, además de insumos, máquinas especiales de imprenta y otros elementos de interés para la causa, según informaron desde la fuerza federal.
La investigación se inició en la provincia de Neuquén cuando dos hombres fueron detenidos en momentos en que intentaban vender dólares falsos de gran calidad, que eran muy difíciles de identificar como falsos y que habían sido ofrecidos a casas de cambio y a particulares.
Tras las primeras averiguaciones se estableció que el proveedor de los billetes residiría en Mar del Plata, por lo que el caso recayó en el Juzgado Federal Nº 3 de esa ciudad.
“El fantasma, un experto imprentero”
Ya avanzada la investigación y tras arduas tareas de campo, en distintas localidades y un cuantioso análisis de información colectado, se pudo confirmar que el imprentero José Luis -alias “El Fantasma”- efectivamente vivía en la populosa localidad balnearia, detectándose que era experto en distintas modalidades de impresiones (offset, inkjet, serigrafía y tipográfica). Además, se determinó que posee un frondoso prontuario ya que había sido investigado, detenido y condenado en el año 1998 junto a su hermano, cuñados, sobrinos e hijos, entre otros y por esa misma División en el año 2008 bajo la misma modalidad.
Esta modalidad de trabajo “en familia” se volvió a detectar ahora ya que “El fantasma” continuaba operando junto a su hermano Miguel Gustavo quien cumplía la función de financista y proveedor de insumos utilizados en la imprenta, y los hijos de los mencionados José Luis (hijo) y Miguel Gustavo (hiljo), quienes se encargaban de la distribución de los billetes apócrifos a gran parte del territorio argentino, operación que realizaban a través en encomiendas que simulaban ser correspondencia epistolares, con destino a provincias tales como Neuquén, Mendoza, Córdoba y Formosa.
Los investigadores informaron que debieron extremar el trabajo investigativo ya que la fábrica de billetes estaban en un finca de grandes dimensiones, rodeada de grandes arboledas y custodiada por sistema de cámaras. Además, durante meses no salían de esa propiedad.