El silencio y la escasa circulación de gente que la pandemia de coronavirus llevó al Este mendocino, se rompieron abruptamente la semana pasada con un grito desesperado de justicia. Es que lunes y miércoles largas filas de vehículos hicieron sonar sus bocinas pidiendo por la resolución de dos crímenes que conmocionan a Junín y Rivadavia, ocurridos en menos de un mes: el de Carlos Gruini (64) y el de Naiara Ortiz (1).
Más allá de que por su naturaleza uno estuvo enmarcado en un hecho de inseguridad y el otro en el ámbito de la violencia doméstica, los dos terminaron del mismo modo, con la muerte de la víctima. Primero en Los Barriales, Junín, con el asesinato del camionero, y después en Los Campamentos, Rivadavia, por el brutal homicidio de la beba. La bronca, el desconcierto y la sensación de inseguridad invadieron a los vecinos de estas zonas.
No vamos a ser hipócritas y decir que los robos y la violencia no existen por estos lados, pero si es cierto que hechos de esta naturaleza se convierten en una noticia que impacta, porque no es algo que se ve todos los días. Pese a la imposibilidad de realizar reuniones masivas por las restricciones sanitarias que rigen en el país para evitar los contagios del Covid-19, cientos de personas salieron de sus casas e hicieron que las marchas, con dos días de diferencia y algunos kilómetros de distancia, tuvieran un marco especial, casi idéntico. Largas caravanas de autos, camiones, motos o camionetas y familias al costado del camino con carteles se unieron con el mismo deseo: que los responsables por los crímenes paguen por ellos.
“Cuidemos a la gente buena”
La noche del 21 de mayo, Carlos Gruini estaba solo en su casa ubicada en el carril Barriales al 3600 del distrito de Los Barriales. La ruta es muy conocida por la gente del departamento ya que se trata de una de las vías que desembarcan en el Acceso Este. También por allí pasa el recorrido del “expreso”, el colectivo que conecta Rivadavia, Junín, Barriales y Palmira con la Ciudad de Mendoza.
En esa calle, donde las propiedades están bastante alejadas una de las otras, delincuentes ingresaron por el fondo de la vivienda de la familia Gruini con la intención de llevarse todo el dinero posible. Los ladrones -armados, con capuchas y guantes- obligaron al hombre que trabajaba como camionero a entregarles $80.000, le dieron un paliza y lo llevaron a la parte de atrás de la vivienda. Allí lo ataron detrás de un tráiler y lo dejaron agonizando o ya sin vida.
Así lo encontró Isabel, su esposa, quien había ido hasta lo de su hija y 30 minutos después se sorprendió con la casa toda alborotada y con los hombres aún en su interior. Ante la insistencia de los malvivientes, la mujer les entregó dos cheques por un monto que no fue especificado y luego se marcharon vociferando violentas amenazas que ya habían cumplido. Cuando los asaltantes se fueron del domicilio, la mujer salió y pidió auxilio. Un vecino la asistió y llamó al 911. Minutos después, la Policía llegó y, tras inspeccionar el predio, hallaron a Carlos muerto en el patio.
A partir de ese día, si uno recorre las calles del departamento hasta Palmira, en San Martín, o en los perfiles de las redes sociales de gente de la zona, se puede encontrar con carteles pidiendo “Justicia por Carlos Gruini”, con la consigna “Cuidemos a la gente buena”. El impacto fue tal que el propio intendente de Junín, Héctor Ruiz, se puso a disposición de la familia de la víctima y se sumó a los reclamos de los vecinos por mayor seguridad con un expreso pedido a la Policía.
Los Andes dialogó con algunos lugareños, quienes aún experimentan una mezcla de temor y bronca por la pérdida de una persona tan querida. Jorge conocía a Gruini y lo definía como “un hombre de bien, trabajador y humilde”, según él, “el pueblo es tranquilo, pero por lo que está pasando últimamente ya hay mucho miedo”. Para el señor, las cosas comenzaron a cambiar cuando llegó “gente nueva, de otro lado, de un barrio” que está por el mismo carril y desde ahí “empezaron los robos y disturbios”.
Para Marta (51), “es muy raro que suceda esto”, por eso cuando se dan “hacen tanto ruido”. Y a la mente de la mujer vinieron los recuerdos de otros dos crímenes que en su momento calaron hondo en el “Jardín de Mendoza”: “Me hace acordar a cuando pasó lo de (Mauricio) “Cacho” Itzcovici o lo de Pedro Gini”. El primero de ellos, sucedido en 2007, aún sigue impune, mientras que por el segundo, que pasó en 2009, fueron condenados a perpetua cinco personas. En ambos -y como en el de Gruini- los hombres fueron asesinados durante robos.
Desde la comuna explicaron que en conjunto con la Subsecretaría de Relaciones con la Comunidad están trabajando en un sistema de alarmas comunitarias que conecte a los vecinos, sobre todo en lugares como este donde las casas no están pegadas.
A poco más de un mes del asesinato, no hay detenidos ya que dos días antes de que se realizara la gran marcha que inició en Palmira y terminó en Junín, el único acusado que había en la causa fue liberado, luego de los resultados negativos de las pericias de las pruebas.
Con la investigación prácticamente a fojas cero, desde el Ministerio de Seguridad ofrecieron una recompensa de $200.000 para quien pueda aportar algún dato sobre los sospechosos.
Entre el horror y el desconcierto
Con un mes de diferencia con el crimen de Gruini, principalmente el Este - aunque se conoció en toda la provincia de Mendoza-, quedó espantado con la noticia que llegó desde Rivadavia. Naiara Ortíz, una bebé de un año y nueve meses, había sido asesinada a golpes. La investigación pronto se centró en dos sospechosos: su madre, María Isabel Ortiz (27), y su padrastro Luis Miguel Ávila (35), ambos detenidos.
Desde el lugar donde vivía la pequeña junto a su progenitora, los vecinos que hablaron todavía no pueden creer lo que pasó. “Hay todo un revuelo acá, es inexplicable lo que han hecho”, dijo Carlos, quien vive en Los Campamentos desde hace 20 años. Este distrito rivadaviense ubicado a unos 10 minutos del casco céntrico del departamento, viajando en auto, se caracteriza por ser una zona rural donde predominan las fincas y las bodegas.
Se trata de un pueblo de gente dedicada en su mayoría al trabajo de la tierra, donde rara vez suceden hechos de tal violencia. ”A este extremo nunca, delincuencia grave no se escucha, no hay acá. Uno no imagina que en medio de esta gente trabajadora haya personas de esta mentalidad”, dijo un hombre de 74 años.
“En 20 años es la primera vez que pasa un caso así. Hubo un femicidio hace bastante tiempo, por el que el hombre fue condenado. Pero nunca había pasado con un niño”.Micaela (20) sostiene que entre los vecinos “el repudio es general. Estas cosas todavía las vemos muy ajenas o que pasan en una serie de Netflix, pero ahora pasó acá cerca y no lo podemos creer”.
Es que algunos detalles del crimen de Naiara parecen sacados de una historia de terror. La pequeña fue llevada por su mamá y su pareja al hospital Saporiti por una supuesta deshidratación. Ante la gravedad, los médicos la derivaron al Perrupato de San Martín, donde el domingo 21 a las 16 fue informado su deceso. En la autopsia se descubrieron gravísimas heridas: tenía el cráneo fracturado, tres costillas rotas y lesiones en el hígado y en los riñones. El médico forense estableció que la causa de la muerte fue un shock hipovolémico producido por las graves lesiones internas y que los traumatismos se habrían producido con un “objeto contundente” y tal vez también con golpes de puño.
Durante el mediodía del miércoles 24, el mismo día que se celebró la marcha convocada por el padre de la pequeña vía Facebook, la fiscal Valeria Bottini y su superior, el jefe de la Fiscalía de Rivadavia-Santa Rosa Mariano Carabajal, formalizaron la acusación contra la pareja. Ambos fueron imputados por homicidio agravado por alevosía y en el caso de la mujer también por el vínculo, delitos por los que que arriesgarán una pena única de perpetua.
Así, la investigación continuará con los dos sospechosos del aberrante crimen en prisión y con toda una familia y un pueblo esperando que se haga justicia.