A sólo horas de que terminara el 2022, Verónica Figueroa fue asesinada de tres disparos en su casa en Guaymallén y tras su trágica muerte, su marido Carlos Tapia (51) a quien la Justicia señala como el presunto femicida y cuyo pasado está marcado por la delincuencia, se quitó la vida de un tiro que le atravesó el cráneo. A pesar de que en la escena del crimen no estaba el arma homicida y sigue sin aparecer, una pericia puntual sirvió para creer que él era el autor de la sangrienta Nochevieja.
Faltaban minutos para las 21 del pasado 31 de diciembre y mientras Mendoza se preparaba para recibir el Año Nuevo, un llamado al 911 alertaba de una situación de terror: vecinos aseguraban que había ocurrido un homicidio en contexto de violencia de género y que el autor se había quitado la vida en el asentamiento Castro, en el distrito Jesús Nazareno.
En cuanto llegaron los primeros uniformados se encontraron con la mujer de 40 años -y madre de dos menores- tendida en el piso de su casa, sobre un charco de su propia sangre que brotaba de los tres disparos que había recibido, uno de ellos había ingresado por el ojo. A los metros, estaba el cuerpo de su marido con un tiro en la cabeza yaciendo sin vida.
Minutos más tarde llegó al lugar personal de División Homicidios, junto a la Policía Científica y el Cuerpo Médico Forense. En la escena del crimen, los peritos pudieron observar que había casquillos coincidentes con una pistola calibre 9 mm servidos alrededor de ambos cuerpos, pero para sorpresa de los investigadores faltaba el arma homicida.
Un abanico de hipótesis inundó a los sabuesos, pero fue cuestión de minutos para descartar algunas posibilidades, como un crimen por ajustes de cuentas, y perfilaron más fino por la hipótesis de que lo que había ocurrido era un femicidio por parte de Tapia, quien luego arrepentido se había quitado la vida.
Esta última línea investigativa tomó fuerzas luego de que una pericia determinara que el disparo que había recibido Tapia había ingresado por la boca con salida por el cráneo y que la forma en la que había sido efectuado era coincidente con un suicidio. Además se le realizó un barrido electrónico, el cual reveló que el presunto femicida presentaba restos de pólvora en sus manos.
En cuanto al arma, para los sabuesos la misma fue secuestrada por los vecinos del asentamiento que rodearon la escena de sangre para poder observar lo que sucedía, mientras esperaban que llegara la Policía.
Pasado delictivo y cárcel
Los mismos vecinos declaraban ante los oficiales que Tapia maltrataba a su esposa y que Figueroa sufría violentos episodios de manera recurrente. A pesar de ello, el hombre no tenía en su haber denuncias por violencia de género, aunque sí tenía un pasado delictivo amplio en el que hasta figuraba un paso por el penal provincial.
El presunto femicida registraba causas relacionadas con robos, tentativa de homicidio y abuso de armas. Luego, quedó privado de la libertad por hechos de resistencia agravada a la autoridad, tenencia ilegal de armas de fuego consideradas de guerra y por robo agravado.
Tras salir de la cárcel, nuevamente fue imputado por robo, abuso de armas y amenazas graves. Así como también quedó relacionado en varias causas relacionadas a la comercialización ilegal de estupefacientes.