Habló el padre del joven que murió luego de haber sido baleado en el tórax en el marco del brutal ataque en el partido de ayer por la cuarta fecha del torneo Clausura de la Primera C de fútbol en el estadio Municipal de Luján.
Joaquín Coronel, de 18 años, falleció en el hospital de Luján, en Buenos Aires, donde había sido trasladado en estado crítico tras los enfrentamientos, junto a otros seis heridos.
“No alcanzan las palabras para describir lo que era mi hijo. Estaba terminando la secundaria y le gustaba ir a la cancha. Cómo no van visitantes, no había riesgos, pero después pasó lo que pasó”, dijo su padre Javier a A24.
“Me llegó un video de Joaquín y salí con el auto rápido, me fui hasta el hospital y él ya estaba en el quirófano. Lo estaban operando, pero ya estaba muy mal. ¡Pobre Negro! Simplemente fue a ver un partido, no era un barra”, dijo.
“Bajaron a los tiros de una camioneta. Se le vaciaron los cargadores pero fueron a matar. No entiendo ya más nada del fútbol. Era tímido, nunca pedía nada. Le pegaron un tiro y festejaron como si fuese un trofeo”, agregó dolido.
Según la investigación, todo se inició minutos antes del partido, cuando la hinchada de Luján estaba en inmediaciones de la esquina de Francia y Pellegrini, de esa ciudad del oeste del conurbano bonaerense, mientras que la de Alem se disponía a ingresar por el acceso de Colón y Pellegrini.
En esas circunstancias, un auto blanco se acercó a donde estaban los hinchas de Luján y, desde el interior, comenzaron a disparar. Tras ello, integrantes de ambas hinchadas se enfrentaron en las afueras del estadio, mientras la Policía intentaba separarlas.
En total, siete personas resultaron baleadas, todas ellas del club Luján, entre las cuales estaba Coronel. “Se fueron a dormir y lastimaron a un montón de gente. No puedo entender que no haya nadie preso”, dijo su padre.
“Ellos son hijos de dirigentes del club Alem. Todos los conocen a ellos, pero nadie sabía de lo que eran capaces. Mi hijo era un amor”, dijo.
Javier dijo que ni desde el club ni de la AFA se habían comunicado con él o su familia. Además, dijo que la Policía había ido a su casa para buscar ropa y que le había reclamado porque la había lavado. “La lavé porque estaba llena de sangre y no quería ver eso”, aclaró.
“Vienen, matan, se van y festejan. Sacaban armas de todos lados y mi hijo se llevó la peor parte. Lamento no haber estado ahí para sacarlo”, concluyó.