Gil Pereg fue diagnosticado por los psiquiatras y psicólogos del hospital El Sauce como un paciente que padece una psicosis llamada parafrenia que se puede definir como un trastorno delirante crónico e irreversible.
“Es una psicosis que puede producir inimputabilidad. Con tratamiento de por vida puede estar estable, pero es un delirio irreversible. No es normal”, declaró hoy la psicóloga María Jimena Rivas, una de las especialistas que viene tratando diariamente a Pereg desde agosto pasado, como integrante del equipo interdisciplinario del neuropsiquiátrico de Guaymallén.
Esta mañana, Rivas declaró ante en el juicio por jurados que se está realizando en el Polo Judicial y que tiene como imputado a Pereg por el doble homicidio de su madre y su tía.
Posición oficial del hospital
El testimonio de esta licenciada en psicología fijo la posición del Hospital El Sauce ya que lo definieron con un enfermo mental irrecuperable, oponiéndose al diagnóstico ofrecido por los médicos del Servicio Penitenciario y del Cuerpo Médico Forense que consideran a Pereg como un sujeto “raro, extravagante” pero sano, que no delira y que solo presenta un trastorno (de la personalidad) esquizotípico.
La gran diferencia es que estos especialistas lo trataron poco tiempo y le hicieron breves entrevistas; en cambio los estudios de los profesionales de El Sauce son profundos, con un seguimiento de un año.
Así las cosas, para Rivas, Pereg es un enfermo mental que tiene un delirio sistematizado con un núcleo delirante. “Si le tocan el núcleo delirante, reacciona. Por ejemplo, si le patean un gato puede tener una respuesta violenta.
“En su caso el delirio –se cree gato- está enquistado y toda la vida va a seguir siendo así. Puede ser muy inteligente pero no tiene sentido común”, afirmó la psicóloga.
Si bien puede realizar algunas acciones de la vida común y es preciso con las matemáticas, tiene un discurso monótono, con intereses restringidos. En un sentido “es como un niño”: le tuvieron que enseñar a bañarse, no reconoce partes de su cuerpo, le decían que se lavara las axilas y le lavaba las rodillas.
Por otra parte, no se baña porque se considera limpio, su olor para él es normal porque “se rige por las reglas de la naturaleza, considerándose un ser superior”.
En cuanto a los famosos maullidos que el imputado emite en algunas circunstancias, considero que maúlla “para pedir auxilio” y no es un simulador.
Por ejemplo, en las audiencias por videoconferencia que ha participado desde El Sauce, no ha maullado. Solo lo hace “cuando se siente amenazado como un mecanismo defensivo. Es parte de su enfermedad mental”.