Psiquiatras y psicólogos penitenciarios y del Cuerpo Médico Forense que trataron a Gil Pereg coincidieron en el diagnóstico que hicieron sobre el paciente israelí, quien está siendo juzgado por los homicidios de su tía y su madre.
Según los especialistas afirmaron estar ante una persona rara, con una personalidad “extravagante” pero nunca ante un enfermo psiquiátrico, aunque Pereg, desde mayo pasado, está detenido en el pabellón psiquiátrico del hospital El Sauce.
“Sano”, “no delira”, “no alucina”, “diferencia el bien del mal”, fueron algunas definiciones de los especialistas en salud mental que, traducidas a la jerga jurídica significa que el imputado no es inimputable.
Esta mañana declararon el psiquiatra Dardo Dalla Torre del Servicio Penitenciario de Mendoza, quien lo trató durante los primeros meses que estuvo detenido en el penal de San Felipe. Luego fue el turno de la psiquiatra Ana Interlandi, quien lo entrevistó durante una hora por el Cuerpo Médico Forense; y luego fue el turno de la psicóloga Gema Lara, quien tuvo varias entrevistas antes de diagnosticarlo, también para el Cuerpo Médico Forense.
Todos coincidieron en diagnosticar como una persona con un “trastorno esquizotípico con probable origen psicótico”, una larga definición técnica que no es considerada como una patología sino como rasgos de personalidad que lo pintan como un sujeto “raro, extravagante”.
Dalla Torre sostuvo ante el tribunal popular que, en enero de 2019, tras ser detenido e ingresar a la cárcel, mostró cierto “mutismo, no hablaba, no comía, estaba a la defensiva” pero lo definió coma “una persona extravagante y que “tiempo después empezó con los maullidos”.
“No lo consideraría una paciente peligroso, pero hay indicadores de riesgo. Se comporta con conocimiento de lo que hace, pero presenta un trastorno esquizotípico: es una forma de ser, una personalidad. Es extravagante, con dificultad para comunicarse, no encaja en el contexto”, explicó el médico.
Luego sostuvo que tiene el juicio crítico conservado (sabe distinguir entre el bien y el mal) y que tuvo momentos delirantes (cuando actuaba como gato) que no implican por ello la pérdida de contacto con la realidad.
Frente a cuadros de depresión, ansiedad y por eso se lo medicó con ansiolíticos, antipsicóticos y antidepresivos, ni bien ingresó al penal. Si bien no es paciente paranoico, tuvo momentos paranoides, con compartimiento hostil y persecutorio, con rechazo a los alimentos.
Además, su comportamiento (gritos, falta de higiene, desnudez) hizo que los otros detenidos del mismo pabellón se sintieran molestos ya que nunca logró adaptarse a las condiciones de encierro.
Una persona sana
Por su parte, la psiquiatra Interlandi, sostuvo que es una persona “sana, aunque no tiene comportamientos normales, pero no tiene patologías. Es raro, extravagante; tiene un modo de ser diferente”.
Cuando lo entrevistó junto a otros colegas, lo encontró “lucido pero descuidado en su aspecto; no tenía ideas delirantes, con juicio crítico conservado. También explicó que Pereg no había pasado por un brote psicótico”.
Por último, la psicóloga Gema Lara, explicó “nunca tuvo actitudes gatunas. Nunca “habló” de forma gatuna, ni tomó agua como un gato, ni caminaba en 4 patas y la agilidad mental que demostró no era precisamente la de un gato”.
Cuando se le preguntó, entonces, por qué maúlla, la psicóloga explicó que “esto tiene que ver con su extravagancia, con su trastorno antisocial porque está convencido que lo van a entender.
Coincidiendo con sus colegas, Lara diagnosticó al paciente con un “trastorno esquizotípico con probable origen psicótico”, es decir que es una persona “extravagante, pero no tiene una patología psiquiátrica. Se puede decir que no tiene un comportamiento normal sin ser un caso patológico. Tiene un modo de ser diferente”.
Para la profesional, Pereg es “sano”, tiene el juicio crítico conservado; no alucina ni delira y si bien con ella se mostró “colaborativo” con otros profesionales fue “agresivo”.