Hay cada vez más vigiladoras: las mujeres componen el 40% de las empresas de seguridad privada en Mendoza

Desde los últimos tres años, cada vez más féminas realizan tareas de vigilancia y ya son cerca de 3.200 en la provincia. Tienen mayor demanda en lugares como shoppings, supermercados y boliches pero aún son rechazadas en otros.

Hay cada vez más vigiladoras: las mujeres componen el 40% de las empresas de seguridad privada en Mendoza
Las características a la hora de trabajar, la demanda de empresas para ocupar puestos específicos y una mayor capacitación figuran entre las causas del aumento de mujeres en esos puestos. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

Al crecimiento sostenido que han tenido en los últimos tres años las empresas de seguridad privada lo acompaña un aumento constante de mujeres que se incorporan como guardias. Según estimaciones oficiales, de los más de 8.000 vigiladores registrados en Mendoza, el 40% son mujeres. Algunas agencias se esfuerzan por tener un staff de personal con la mitad de hombres y la mitad de féminas, en un contexto en el que la mujer sigue ganando espacio en sitios antes reservados para varones. Las características a la hora de trabajar, la demanda de empresas para ocupar puestos específicos y una mayor capacitación figuran entre las causas del incremento.

“Para mí trabaja mejor en la seguridad la mujer que el hombre. La mujer no tiene problemas en capacitarse, es mucho más higiénica, tiene más vocación”, sentencia Claudio “Pastor” Cardozo, mánager de seguridad con más de 25 años de experiencia en el rubro. “Yo soy uno de los primeros que empezó a trabajar con mujeres. Son muy ordenadas y trabajan muy bien. Hace 10 años que trabajo con mujeres y hace siete que trabajo con una jefa de seguridad”, detalla quien se encarga de organizar la vigilancia en boliches y en eventos.

Pero, en líneas generales, el “boom” por incorporarlas se dio en los últimos tres o cuatro años, antes de la pandemia, y se potenció después. “Desde hace alrededor de cuatro años se da esta exigencia del cupo femenino y se ha visto más acentuada desde hace tres. Precisamente por los contratos colectivos de trabajo y hay lugares en donde rige por contratos o seguros. Además, algunos locales exigen tener mujeres”, explica a Los Andes el comisario inspector (R) Adrián Méndez, jefe del Registro Provincial de Empresas Privadas de Vigilancia (Repriv). El organismo dependiente del Ministerio de Seguridad es el encargado de controlar a los guardias y a las empresas registradas en la provincia.

“Hoy hay muchos lugares donde exigen un porcentaje determinado, dentro de los turnos de guardia, de mujeres como, por ejemplo, en shoppings o supermercados. Por lo tanto, se ha incrementado la habilitación de mujeres. Aproximadamente, un 40% del total del vigiladores son mujeres”, detalla el también licenciado en seguridad ciudadana.

En Mendoza hay entre 8.000 y 8.500 vigiladores registrados en el Repriv. Es decir que unas 3.200 guardias son mujeres. En total, hay poco más de 12.000 vigiladores, pero alrededor de 4.000 no están registrados.

“El incremento en el uso de personal femenino es notable. Crecieron mucho en los últimos tiempos pos-pandemia las inscripciones de mujeres para entrar a empresas de seguridad”, reconoce María Vildozo, responsable de la empresa Cegam y una de las primeras mujeres en trabajar de seguridad en boliches y eventos en Mendoza.

“Respecto de las tareas, estamos en igualdad de condiciones que los hombres. En seguridad vamos a la par del masculino, siempre. En canchas, en eventos, estamos al pie del cañón y al mismo nivel”, sostiene orgullosa.

Por su experiencia, y consciente de que tuvo su lucha personal por fomentar el cupo femenino en el sector, Vildozo se encarga de que en el staff de su empresa el 50% sean mujeres e igual porcentaje, varones. “Eso a rajatabla”, sentencia con tono firme pero amable.

“Tenemos operativos 150 guardias, aproximadamente, y de ellos el 30% son mujeres. Es en promedio; es un número variable”, aporta Ricardo De Bernardi, gerente administrativo de la empresa de seguridad Centuria. “El incremento se ha dado en los últimos años, hace unos tres o cuatro”, coincide.

Buena salida laboral

“Con la universidad, las mujeres han hecho muchos cursos, se han capacitado y hay más predisposición de mujeres que de hombres para trabajar. Después de la pandemia el hombre se dedicó a hacer cursos de mantenimiento y quedaron más mujeres en seguridad, donde están más al día y tienen más ganas de trabajar”, sostiene Cardozo, quien contrata a distintas empresas para organizar la seguridad en eventos.

“Con la necesidad de trabajo que hay, y luego de una larga pandemia, la seguridad privada fue uno de los rubros que más creció. Es una buena salida laboral y la mujer no está exenta de buscar este rubro. Tenés un curso rápido de dos meses, permanentemente hay empresas que se están habilitando, han desembarcado en los últimos tres años alrededor de cinco empresas de otras provincias que han visto que el mercado de Mendoza va creciendo”, enumera Méndez.

Y agrega: “Las capacitaciones son las mismas para varones y mujeres. La provincia ha firmado convenio con cuatro universidades que se encuentran habilitadas para dictar los cursos del Repriv, avalados por el Ministerio de Educación”. La capacitación tiene 480 horas y cuenta con materias penales, como derecho penal, procesal, administrativo, legislación, y materias prácticas como asistencia para la salud y defensa personal.

Características propias

Al igual que el resto de los consultados, “Pastor” Cardozo coincide en que varones y mujeres cumplen las mismas tareas, reciben igual remuneración y trabajan la misma cantidad de horas. “En los boliches yo llevo a trabajar a 50% hombres y 50%”, detalla.

El instinto maternal y protector de la mujer parece ser un importante factor a la hora de escoger al personal en los boliches. “La mujer cuida más a la mujer. En la puerta de un boliche que haya una mujer es fundamental porque, por ejemplo, si sale una chica en estado de ebriedad la mujer la para, le pregunta dónde están los amigos, anota sus datos. El hombre por ahí es un poco más disperso. Dentro de un boliche, en el control de los baños y en las barras la mujer también es fundamental”, completa el especialista en seguridad nocturna.

Su jefa de seguridad avala sus dichos al contar su experiencia de 17 años en la noche mendocina. “Al momento de lidiar con un hombre que esté causando disturbios, las mujeres siempre tenemos una ventaja porque, al momento de poder calmarlo, no te va a pegar. Me ha pasado en muchas situaciones de poder ir, poner un freno, calmarlo, de hablar y llegar a algo. Al ver que somos mujeres se relajan un poco. Y quizás con un hombre de seguridad hasta intentan medirse. Con la mujer prima el respeto, aunque también me han pegado, no voy a mentir”, admite Vildozo.

Y detalla, orgullosa: “Las mujeres somos más prolijas para trabajar, estamos más atentas y en la actualidad, como responsable de una empresa, también lo que busco es incluir el cupo femenino. Para mí la parte femenina siempre tiene que estar. Es la que cuida el orden y tiene otra visión”.

“La mujer es más responsable a la hora de cumplir horario de entrada y de recorridos. Está más atenta a todo”, sostiene, sorora.

Pionera en un ambiente hostil

“Fui una de las pioneras en Mendoza. Empecé primero en eventos y después continúe en (el boliche) Cariló Cerro y continuamente he estado trabajando en eventos, en canchas, en el Moto GP. Gracias a Dios he tenido muy buena experiencia y es lo que me apasiona. Lo sigo haciendo actualmente”, confiesa María Vildozo.

Pero cuenta que no todo fue color de rosas al comienzo: “Desenvolverme en un ambiente donde principalmente había varones fue bastante difícil al principio”.

“Una se tiene que dar el lugarcito y tratar de hacerle sentir al compañero que no soy competencia sino que vengo a apoyar y a estar a la par de él. Esto era muy machista, sinceramente, pero gracias a Dios me pude hacer el lugar y gracias a los compañeros que me dieron esa posibilidad”, detalla.

Materia pendiente

Pese a la igualad de condiciones laborales, aún hay lugares a los que las vigiladoras no acceden. “Hay objetivos (quienes contratan los servicios) que piden específicamente no trabajar con mujeres en ciertos lugares, lamentablemente. De noche es complicado para el personal femenino pero a mí me ha tocado hacer servicios nocturnos y no he tenido problemas y he estado, a lo mejor, más atenta que el compañero que he tenido en la otra garita”, analiza con sentido crítico Vildozo.

De Bernardi coincide en que no todos los objetivos son cubiertos por mujeres pero afirma que se debe a la tarea específica a desarrollar allí. “Hay servicios que se hacen en turnos nocturnos y en motocross y ahí las mujeres no se presentan”, ejemplifica el administrador de Centuria.

El jefe del Repriv aporta otro ejemplo. “En el Valle de Uco la mayor fuente de ingresos que tienen las empresas de seguridad privada son las fincas, donde custodian la producción de frutas. Por lo general tienen trabajo de horario nocturno, que es cuando los delincuentes aprovechan para cometer sus ilícitos. En esos lugares muchas de las empresas prefieren tener varones y no mujeres, precisamente por algún inconveniente que puedan llegar a tener, ya que hemos tenido vigiladores lesionados en situación de robo. Pero todas las empresas tienen mujeres. Ninguna tiene sólo varones”, concluye el comisario inspector Méndez.

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