Comenzó el juicio por el asesinato del ex futbolista Diego Mosca (42), quien murió luego de recibir dos balazos en una garita de colectivos de Ciudad, durante un intento de robo ocurrido el 22 de noviembre del año pasado.
Esta mañana, los 12 integrantes de jurado popular que deberá expedirse sobre la inocencia o culpabilidad de Roberto Cataldo Ortiz (43), acusado del delito de homicidio criminis causa por la muerte del deportista que jugó en Maipú, Gimnasia y Palmira, escucharon el alegato inicial del fiscal Fernando Guzzo y Andrea Lazo por la Fiscalía de Homicidios; de Jimena Villanueva, en representación de la familia de la víctima; y de la abogada defensora Hebe Bosdari.
“Lo mató para robarle el celular y 600 pesos. Lo mató por no poderse apoderar de esos bienes. Ese fue el valor que Cataldo le puso a la vida de Mosca”, dijo en el arranque de su alegato el fiscal Guzzo, previo a que Lazo expusiera sobre las pruebas que recolectó durante la instrucción.
“No voy a discutir la autoría del hecho pero si vamos a discutir la calificación legal que debería ser homicidio en ocasión del robo”, sostuvo la defensora Bosdari.
El caso
En la tarde del domingo 22 de noviembre pasado, Mosca había salido de su casa de Luján para ir al Casino de Mendoza. Estuvo allí jugando con un amigo hasta las 22.
Quince minutos después, mientras esperaba el micro en Rioja y Brasil de Capital, un delincuente lo abordó con una pistola 9 milímetros. Mosca se resistió al robo y forcejeó con el ladrón, quien lo baleó dos veces en el tórax sin sacarle nada.
El asaltante escapó por la Costanera hacia Dorrego, en tanto que el herido fue llevado al Hospital Central, donde perdió la vida la madrugada del día siguiente.
Cataldo fue detenido por la Policía tres días después del crimen, luego de que la fiscalía reuniera elementos de peso que lo comprometían. En primer lugar, tres testigos presenciales describieron al agresor con tatuajes y características físicas similares a las del sospechoso. Además, las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona reforzaron estas coincidencias.
En cuanto a evidencias científicas, se realizaron cotejos de ADN que dieron positivo entre el imputado y dos elementos hallados en la escena del asesinato: un barbijo y una gorra.