A 17 años de la muerte de Paula Toledo (19) y tres años después de que la Corte provincial lo ordenara, se realizará el tercer juicio por la brutal violación grupal y asesinato de la joven sanrafaelina. El debate tendrá en el banquillo de los acusados a sólo uno de los cinco sospechosos iniciales: Marcos Federico Graín (36), quien será juzgado por abuso sexual seguido de muerte.
La muerte de Paula -un caso que desde la perspectiva actual ameritaría la caratula de femicidio, delito que tiene como pena la prisión perpetua- es un verdadero escándalo judicial y no sólo por la demora en su resolución. Es que el crimen fue investigado de forma abiertamente negligente: no se recogieron pruebas fundamentales de la escena de crimen –la chica fue torturada con cigarrillos y no se resguardaron las colillas-, se desecharon muestras de semen y sangre y hasta se llegó a lavar el cuerpo de la joven antes de que se terminara la necropsia. Luego, la ropa que tenía Paula cuando fue asesinada fue “donada” a una institución de beneficencia.
El viernes próximo se realizará la audiencia preliminar, por lo que en los próximos meses se iniciará el juicio, si no siguen los retrasos. Para este tercer debate se ha encontrado una “nueva prueba”: se trata de una vieja cinta de VHS donde se registró el burdo trabajo de necropsia realizado por el Cuerpo Médico Forense sureño.
El material fue recuperado –por la insistencia del periodista sureño Cristian Pérez Barceló- de los archivos judiciales, dentro de un sobre que nunca, en ninguno de los dos juicios anulados, se abrió. Es decir que ningún juez ni fiscal solicitó que fuera vista cómo se realizó la polémica necropsia. Las imágenes permiten ver cómo el médico del Cuerpo Médico Forense, Francisco Talio, ordena lavar el cuerpo en medio de la necropsia, lo que impidió recolectar muestras de ADN de los depredadores sexuales que la mataron.
La familia demandó a la Provincia
A la espera de este tercer juicio, la madre de “Poli”, la incansable Nuri Ribotta (73), ha iniciado una demanda civil contra el Estado provincial en la que lo responsabiliza por “pérdidas de pruebas, por no brindar acceso a la Justicia y por retardo injustificado”, según detalló el abogado Guillermo Rubio.
“Planteamos la responsabilidad civil del Estado por varias razones: no se acordonó la escena del crimen, no se recogieron elementos que estaban allí, la autopsia fue irregular y se perdió la ropa de Paula. Una botella que se habría utilizado en el crimen fue enviada a Mendoza y cuando volvió nunca fue retirada de la empresa de transporte y se perdió”, explicó el letrado.
En el planteo presentado por Rubio se compara la instrucción del caso, en relación a la desaparición de pruebas, “con los juicios de lesa humanidad”.
Una violación masiva, una muerte violenta
El 30 de octubre de 2003 Paula Toledo terminó de hacer unas tareas que debía entregar al día siguiente en la Escuela Polivante de Arte, cuando alguien golpeó la puerta y la invitó a salir. La chica dejó la puerta entreabierta, en señal de que volvería rápidamente.
Al día siguiente su cuerpo apareció en una acequia de la calle Victorino de la Plaza, a 400 metros de avenida Balloffet, en el barrio El Sosneado. Estaba semidesnuda, boca abajo, rodeada de basura y bolsas de plástico. En un primer momento fue muy difícil identificarla.
Según la información policial, los jóvenes fueron vistos ingresando a una casa abandonada que se encontraba en Los Filtros y Jacarandá, donde los chicos del barrio se juntaban a tomar cerveza y, algunos, a fumar marihuana.
En ese lugar fue torturada, abusada sexualmente por varias personas y luego asesinada. Su cuerpo presentaba golpes en la cabeza, producidos por una botella de cerveza, y cortes en el rostro. También mostraba quemaduras. Se determinó que la muerte fue por asfixia.
Al día siguiente ya estaban apresados los sospechosos que habían sido vistos por algunos testigos: Víctor Echegaray (17), alias “El Poroto”; su hermano Alejandro (16), alias “Ñaca Ñaca”; Andrés Maravilla (27), alias “Brusqui”; Iván Gauna (16), alias “Colita”; Cristian Torres, Jorge Sánchez y Marcos Graín (19), un chico con quien había comenzado a salir un mes y medio antes.
Después de las detenciones comenzó el oscuro entramado judicial. Luego un juez subrogante liberó a los imputados y, cuando el magistrado natural retomó el caso y volvió a pedir las detenciones, Graín –señalado como “un entregador”- se había fugado.
Dos juicios para el escándalo
En mayo de 2006 se llevó adelante el primer juicio por “abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte” por el crimen de Paula Toledo. Se pudo comprobar que todos los imputados habían estado en la casa abandonada donde se ejecutó la violación masiva y el homicidio.
Los jueces se basaron en la pésima instrucción para absolver por el beneficio de la duda a los hermanos Echegaray, a Gauna y a Rodríguez. A Maravilla lo sobreseyeron de culpa y cargo.
El abogado querellante, Arturo Juri, apeló la sentencia y la Corte de Mendoza anuló el juicio y ordenó hacer uno nuevo.
Para entonces, Graín, quien se había escondido en Misiones, fue hallado y enviado a juicio. La Segunda Cámara del Crimen de San Rafael dictaminó que las pruebas en su contra no eran suficientes y quedó sobreseído.
Hubo otra apelación y el fugitivo fue encarcelado a la espera del segundo juicio.
En agosto de 2011 -ocho años después del hecho- Graín fue juzgado. Dijo que en la noche del crimen él llegó con “Poli” pero después se fue y la dejó “con los chicos”.
El 1 de septiembre fue absuelto por los jueces Ariel Hernández, Rodolfo Luque e Isidro Peña por falta de pruebas. El fiscal Norberto Jamsech no había presentado acusación por considerar que no existían pruebas y el hermano de la víctima estuvo a punto de golpearlo.
Durante el debate estos jueces, por el principio del “non bis in idem” (no se puede juzgar a alguien dos veces por el mismo crimen), decidieron no volver a juzgar a los hermanos Echegaray y a Iván Gauna.