El 7 de diciembre de 2016, Viviana Luna salía de la cabaña donde vivía su ex esposo y sus hijos en Las Vegas, Potrerillos. El complejo en el que estaba la vivienda era administrado por su ex y padre de sus hijos, mientras que la mujer –quien aquel 7 de diciembre tenía 46 años- se había quedado durante unos días en el lugar. Aquel miércoles, víspera del feriado por la conmemoración de la Inmaculada Concepción de María en 2016, Viviana salió en dirección a una entrevista de trabajo.
Pero nunca regresó, esa fue la última vez que se la vio y –desde entonces- todo lo que tiene que ver con su paradero es incierto, así como también las hipótesis y teorías que se han abierto en base a su desaparición.
Hace ya varios meses, desde la fiscalía que instruye la causa confirmaron a la familia de Luna que habían encontrado tres cartas en la notebook de la mujer en las que–supuestamente- ella manifestaba sus intenciones de quitarse la vida. Incluso, les confirmaron que los documentos estaban resguardados con una contraseña –que desde el Ministerio Público Fiscal pudieron vulnerar- y les entregaron a los hijos e hijas de Viviana las copias de las 3 cartas impresas, aunque ellos nunca pudieron verlas en la notebook de la mujer. “Nos la entregaron con el disco duro roto”, rememora uno de sus hijos, Nahuel Julián Luna (23) a Los Andes.
En medio de la desesperación –y sin creer que realmente Viviana Luna haya decidido suicidarse-, la familia de la mujer realizó rifas solidarias y vendieron bonos para poder costear la contratación y la estadía del polémico adiestrador de perros rastreadores Marcos Herrero y de un par de sus canes. Y fue él quien viajó a Mendoza a fines de septiembre de este año para participar de dos rastrillajes que buscaban dar con Luna o rastros de ella, y quien también fue imputado en el transcurso de esta mañana –el mismo día en que se cumplen 5 años de la desaparición de Viviana- por haber manipulado pruebas en las escenas y hasta haber “plantado” restos óseos y otra documentación con el objetivo de hacerle creer a los hijos de la mujer desaparecida que había nuevos indicios de su paradero, precisamente en los operativos mencionados.
Aunque las pruebas contra Herrero son contundentes –y en ellas se basa la imputación oficializada en el transcurso de este martes-, los hijos de Viviana siguen eligiendo creerle al cuestionado adiestrador. “Sobre Marcos Herrero no tenemos ninguna información distinta a la que tiene todo el mundo, nos enteramos por los medios de que lo iban a detener e imputar. Pero la fiscalía nunca nos dijo nada. Cuando vino a Mendoza, yo estuve en los 2 rastrillajes y no vi que hiciera nada ni plantara pruebas, lo acompañé en los rastrillajes”, destacó Nahuel, quien trabaja en una proveeduría de Potrerillos. E, incluso, reafirmó su confianza en Herrero: “Hasta que las pruebas no demuestren lo contrario, confío en él”.
La familia contactó a Herrero
El propio Nahuel Julián Luna no tiene ningún reparo en reconocer públicamente que fueron ellos quienes contactaron a Herrero, quien vive en Río Negro y cuenta entre sus antecedentes el haber participado en rastrillajes por las desapariciones de Santiago Maldonado y Facundo Astudillo Castro, dos de los que más exposición tuvieron a nivel nacional. Su speech –el mismo que le ha valido la tan cuestionada fama- es que sus perros pueden hallar rastros de personas que se están buscando, más allá de que haya transcurrido un lapso considerable.
El detalle es que Marcos Herrero no ha realizado –ni siquiera se ha presentado- en los exámenes para integrar binomios (integrados por una persona y su perro) y ser parte oficial del Registro Nacional de Búsqueda de personas vivas con perros. Pero la desesperación y la incertidumbre llevaron a que la familia de Viviana apostara por esta alternativa.
“Con Marcos Herrero se contactó mi hermano hace dos años, por primera vez. Le habían pasado información de que era muy buen rastreador, por lo que lo presentamos con una orden escrita a la fiscalía –como nos pedían-, pero nos dijeron que no podía ser porque no estaba asentado en su registro como perito. Pero nosotros seguíamos sin saber nada de mi mamá, la hipótesis del suicidio no nos cierra, por lo que en febrero empezamos con una colecta solidaria y una rifa para poder traer a Marcos”, reconstruye Nahuel.
El 28 de septiembre de este año, Herrero llegó a Mendoza gracias a la colecta que encabezó la familia de Viviana Luna. El adiestrador estuvo 4 días en un complejo de cabañas en Potrerillos –lapso en el que participó de los dos rastrillajes-, mientras que luego estuvo en el Gran Mendoza y participó de la búsqueda de Abigaíl Carniel, una adolescente mendocina que se encuentra desaparecida desde abril de este año.
Fue precisamente durante los mencionados rastrillajes en Potrerillos en que Herrero encontró –de acuerdo a lo que él mismo comunicó- restos óseos y todo se enfocó en que podrían tratarse de los de Viviana Luna. Pero son esos restos óseos los que llevaron a que Herrero sea imputado por haberlos “plantado” en el lugar, ya que según confirmaron en el transcurso de esta mañana el fiscal Fernando Guzzo y el director del Laboratorio de Huellas Genéticas del Ministerio Público Fiscal, Miguel Marino, los restos pertenecen a un hombre y ya habían sido hallados en un procedimiento en Río Gallegos.
De esta manera, con la confirmación de la identidad por medio del laboratorio de huellas genéticas local, se confirma el aparente circuito de estos restos: Herrero los retiró del lugar original, en el Sur, y los llevó consigo a Potrerillos, donde los hizo pasar como un hallazgo en la zona.
Cinco años sin Viviana Luna
Nahuel no duda en definir lo que han sido estos 5 años sin su madre. “Cada vez es más complicado para nosotros, vivimos en una duda permanente y tremenda, siempre pensando en qué puede haberle pasado en realidad. La fiscalía nos da la teoría de que ella se ha quitado la vida, pero en lo personal pensamos que han dejado de lado al caso”, acusa el joven.
Respecto a la hipótesis del suicidio, Nahuel y sus hermanos y hermanas tienen dudas más que concretas. “Tendría que haber aparecido el cuerpo en algún momento, y no llevaríamos 5 años sin certezas. Por eso no hemos abandonado la búsqueda ni las esperanzas, la lucha y todo lo que se está haciendo”, destaca el joven comerciante. E insiste en que la hipótesis de las cartas halladas en la notebook no le termina de cerrar, principalmente porque ninguno de ellos pudo verlas en la computadora y les entregaron las hojas impresas.
“Llevamos 5 años de mucha incertidumbre. Estar desaparecida no se compara con nada. Si hubiera fallecido, le ponés punto final y listo. Pero todos los días te preguntás, y eso te va comiendo por dentro. Ese día, 7 de diciembre de 2016, yo me levanté temprano y vi que estaba desayunando. Le dije que mi papá iba a venir en el transcurso de ese día, que había llamado la noche anterior. Y después me volví a acostar. Esa fue la última vez que la vi, porque cuando me levanté de nuevo ya había salido con mi hermano a una entrevista de trabajo, también en Las Vegas, en unas cabañas”, concluye.