A más de 6 años del asesinato de una comerciante que fue atada y golpeada en su almacén de Tupungato el único detenido por el crimen deberá enfrentar a un tribunal popular en un juicio por jurado.
Elsa Susana ‘Kita’ Torfe (66) fue asesinada en su almacén ubicado calle almirante Brown 590 Tupungato en abril de 2016 y si bien el caso tuvo algunos sospechosos detenidos, todos fueron sobreseídos porque no había pruebas en su contra.
Pero cuando todo hacía pensar que la causa iba a quedar impute, la ciencia y la tecnología permitieron dar con el sospechoso, Matías Joel Albornoz, ya que su ADN lo ubica en la escena del crimen.
El juicio por jurado por la muerte de Torfe se realizará desde el 23 de agosto próximo en Ciudad y Horacio Cadile será el juez técnico que supervise el debate que tendrá como fiscal a Javier Pascua, ex jefe de la Fiscalía del Valle de Uco y actual responsable de la Fiscalía de Delitos Económicos e informáticos.
El imputado es Matías Joel Albornoz, quien fue detenido en 2019 y enviado a la cárcel. Allí su ADN fue ingresado al Registro Provincial de Huellas Genéticas Digitalizadas (RPHGD), dependencia del Ministerio Público Fiscal de Mendoza, para ser cotejados con el el banco de datos existente. Así fue como llegó a determinar que su ADN coincide con las muestras tomadas en la casa de la víctima. Por ello, fue imputado por el delito de homicidio criminis causa, cuya única pena es prisión perpetua.
El brutal asesinato de “Kita” Torfe en Tupungato
“Kita” Torfe (66) fue hallada muerta en su casa el 8 de abril 2016. Fue una vecina quien la encontró debajo de unos colchones, amordazada y con signos de haber recibido golpes. La casa estaba toda revuelta y el negocio contiguo daba la sensación de que la mujer había estado atendiendo hasta minutos antes de ser asesinada.
El caso conmocionó a Tupungato y enseguida el rechazo de la comunidad se diseminó a través de redes sociales. Kita no tenía rencillas ni enemigos. De allí que la primera hipótesis del caso fue que el móvil del crimen había sido un robo.
La mujer vivía sola y no tenía hijos, pero estaba acompañada por sus sobrinos y amigas. El negocio era su único ingreso y cuidaba su trabajo. Ya había sido asaltada tres veces, por lo cual tomó como medida de precaución atender tras las rejas durante la siesta y hacer lo mismo después de las 20.
Días después de su muerte, más de 200 vecinos -entre ellos familiares y amigos de la víctima- realizaron una marcha por calle Belgrano para pedir seguridad y el pronto esclarecimiento del caso.