A seis meses del asesinato de la oficial Nidia Angulo (30), hallada sin vida en la subcomisaría de El Sauce con un disparo en la cabeza, durante un juicio abreviado su colega Claudia Pérez, la única sospechosa de haberle arrebatado la vida por celos, se adjudicó la autoría del crimen para evitar pasar a juicio por jurados y fue condenada a prisión perpetua.
La investigación del dantesco crimen estuvo a cargo del fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello, quien acusó a Pérez de ser la única autora. Tras analizar una batería de pruebas, el juez Horacio Cadile la condenó por el delito de “homicidio agravado por alevosía, por el vínculo transversal en concurso ideal, agravado por el uso de arma de fuego”.
Una muerte planificada
Durante la madrugada del 18 de febrero, Angulo y otros dos policías estaban prestando servicios en la subcomisaría de El Sauce, en Guaymallén. Alrededor de las 5, los dos hombres se desplazaron debido a un llamado al 911 y la mujer policía se acostó en el cuarto donde descansan los oficiales en sus guardias. Ambos volvieron a la delegación y vieron a su colega durmiendo, pero minutos más tarde -a las 7- cuando quisieron despertarla se percataron de que tenía un disparo en la cabeza.
Luego, los galenos constataron que la mujer estaba muerta. Hasta ese momento la angustia de todos se vio atada a la idea de que la oficial había aprovechado el hecho de quedarse sola para quitarse la vida. Pero cuando llegó el fiscal con la División Homicidios y la Policía Científica se percataron de algo fundamental: no estaba el arma, ni el celular de la víctima.
“A partir de eso descartamos la hipótesis de que fuera un robo, ya que no se habían llevado otras cosas, no había nada forzado e ir a robar a una comisaría en la madrugada es complejo. Entonces nos volcamos al círculo de la policía fallecida”, explicó el fiscal Gustavo Pirrello en diálogo con Los Andes.
Investigación precisa
Tras una primera recolección de datos, el representante del Ministerio Público Fiscal aprehendió entonces al padre de los hijos de Angulo, a la nueva pareja de la víctima y a la ex novia de este último (ambos también policías). Los tres pasaron a ser los sospechosos del hecho de sangre.
“Una vez que los aprehendimos hicimos la prueba del barrido electrónico y el resultado que obtuvimos minutos después fue que la policía Claudia Pérez tenía presencia de pólvora en las manos y en la ropa. Esto implicaba que en un plazo menor a seis horas había efectuado un disparo”, agregó el fiscal.
Fue por eso que, durante la tarde de ese mismo viernes, Pirrello ordenó liberar a los dos hombres. Mientras que la única sospechosa fue imputada por homicidio agravado y toda la artillería investigativa apuntó hacia ella.
Pérez había estado durante nueve años en pareja con un compañero y se habían separado a mediados de 2021, pero meses después el hombre comenzó una relación con Angulo, situación que la ahora condenada no había podido aceptar.
Enceguecida por los celos había amenazado varias veces a los flamantes enamorados, tanto así que 12 horas antes del crimen, Pérez le había escrito a su ex un mensaje en WhatsApp tras conocer la noticia de que junto a Angulo habían apostado a la convivencia. “La vas a volver a ver en un cajón”, le advirtió.
Acorralada
Además de los mensajes, los sabuesos peritaron la tarjeta SUBE de la detenida y su celular, otras pistas que la complicaron aún más. “Cuando hicimos el pedido de informe de la SUBE, arrojó que en la madrugada del 18 se tomó colectivos desde la zona de la subcomisaría en los horarios en que había sido el homicidio, mientras que las antenas de telefonía celular ubicaban a Pérez en las inmediaciones, el día y la hora del hecho”, detalló Pirrello.
No obstante, una última prueba terminó de complicar a Pérez y fue cuando su familia denunció haber encontrado entre sus pertenencias una pistola calibre 9 milímetros, que al ser peritada con la vaina servida de la escena del crimen, se determinó que se trataba del arma reglamentaria de Angulo, la misma que había usado Pérez para matarla mientras dormía tras tomarla del aparador, que estaba al lado de la cama.
Por qué no se lo considera femicidio
El cargo por homicidio transversal por el que fue condenada Pérez se da cuando la muerte de una mujer está cometida con la intención de generar sufrimiento y dolor en la persona con la que se mantiene o mantuvo una relación de pareja.
Además, fue condenada por alevosía debido a que la víctima no se pudo defender, pero no fue culpada de femicidio por el mero hecho de ser mujer. “No es femicidio porque ese tipo de delito es la muerte que le causa un hombre a una mujer en un contexto de violencia de género. En cambio acá fue una mujer que mató a otra”, cerró el fiscal.