Luego de cinco días de juicio, este viernes el jurado popular dio su veredicto y declaró culpable de homicidio criminis causa a Erik Suazo (25) por la muerte del transportista Carlos Victorio Gruini (64) en Junín. El único sospechoso, que estaba detenido en el penal provincial, quedó acorralado por las pruebas luego de que se conocieran unas escuchas en las que admitía el asesinato.
El debate para definir su culpabilidad se celebró en los Tribunales de San Martín, donde 12 jurados escucharon atentos a la fiscalía del Este, la defensa y la querella exponer cada uno sus partes sobre la participación de Suazo en el crimen de Gruini, ocurrido el 21 de mayo de 2020 en Barriales.
Este viernes era el turno de los alegatos de cierre del juicio que había comenzado el lunes y que con el correr de los días fue sacando a la luz una batería de pruebas que incriminaban a Suazo, como el único autor de la sangrienta muerte del transportista, quien falleció a causa de severos golpes en la cabeza propinados con un fierro.
Acorralado por las pruebas
Pero sin dudas, la prueba que presentó la fiscalía y que más comprometió a asesino fueron las escuchas telefónicas que presentó División Escuchas Telefónicas de la Policía de Mendoza en la audiencia del jueves.
Como el ahora condenado era sospechoso desde el primer momento, los investigadores comenzaron a interceptar sus llamadas y fue así que obtuvieron el momento en que Suazo admitió su autoría. “Le pegué con un fierro”, se escuchaba en las grabaciones la voz del acusado, quien además indicaba haberlo guardado en el techo de su casa. Se trata del arma homicida que fue encontrado por la Policía durante un allanamiento.
Entre los especialistas llamados a declarar en la audiencia previa a los alegatos estuvo Marcelo Martínez, jefe del Cuerpo Médico Forense, quien frente al jurado popular se refirió al arma homicida. El perito explicó las características de la misma y la consideró “compatible” con las heridas letales que presentaba el cuerpo de Gruini al momento de la autopsia.
El especialista se refirió concretamente a cierto sector del hierro que coincidía con una herida de 2 centímetros que los médicos habían detectado en la cabeza de la víctima.
Otra de las pruebas que acorralaron a Suazo fue un seguimiento de los sabuesos en sus redes sociales, donde hallaron indicios y pruebas sobre la similitud de una campera secuestrada en la casa del homicida y el parecido de la prenda con una publicación de su Facebook usándola.
Se trata de una prenda que fue detectada por los perros de la Policía en aquel rastrillaje que se hizo en la casa de Gruini y cuyo olor direccionó a los canes a la casa de Suazo, ni bien comenzó la investigación.
Los especialistas también le presentaron al jurado una pericia sobre la altura del imputado, que fue comparada a través de un software especial con las imágenes registradas por una cámara de seguridad, estableciéndose que son similares: el hombre mide 1,77 metros y el registro virtual marcó 1,74. Es decir, una diferencia que es considerada como positiva, teniendo en cuenta que el margen de error es de 3 centímetros.
En el último día de enjuiciamiento, el jurado se volcó por la hipótesis que manejaba el fiscal de Cámara, Mariano Carabajal. En los alegatos de apertura el representante del Ministerio Público Fiscal había enumerado las pruebas más importantes: la comunicación telefónica entre Suazo y su suegra.
En esa conversación, la mujer le reclamaba el mango de fierro de una pala y le preguntaba: “¿Con ese fierro mataste al viejo?”, a lo que Suazo le respondía que sí, agregando además que lo había escondido en el techo de su casa.
Dinero y muerte violenta
Faltaban minutos para las 23 del 21 de mayo de 2020, cuando delincuentes ingresaron a la casa de Carlos Gruini, un camionero domiciliado en el carril Barriales al 3600, del departamento de Junín.
Los ladrones ingresaron por la parte trasera de la propiedad, tras romper una malla metálica que cercaba el perímetro de la propiedad. Los ladrones llegaron hasta allí con el objetivo de robarle al transportista 80.000 pesos que había destinado para arreglar dos departamentos.
Luego lo llevaron a la parte de atrás del predio, donde, tras atacarlo a fierrazos, lo ataron detrás de un tráiler y se fueron.
Minutos más tarde, llegó la esposa de Gruini a la vivienda y se encontró con dos delincuentes revolviendo todas las pertenencias. Al verla, la maniataron y la golpearon para que indicara dónde estaba el dinero. Ante la insistencia, la mujer les entregó dos cheques.
Antes de escapar, los bandidos le advirtieron que no gritara ni llamara a la Policía o tomarían represalias contra su marido. Sin embargo, Gruini ya había muerto.
Minutos después, una comisión policial llegó al lugar y, tras inspeccionar el predio, los uniformados hallaron al camionero en el patio y un médico del Servicio de Emergencias Coordinado constató el deceso.