A fines de diciembre de 2018 salieron a la luz los primeros detalles de una escalofriante denuncia en la que un joven (de 27 años por aquel entonces) acusaba ante la Justicia a dos monjes del Monasterio del Cristo Orante -en Gualtallary, Tupungato- de haberlo abusado sexualmente y de manera sistemática en reiteradas oportunidades mientras estuvo viviendo en el lugar. Con el correr de la causa, y a raíz de distintas pericias, se comenzó a evidenciar también un supuesto abuso de consciencia y a través del cual el joven también daba indicios de haberse visto obligado a someterse ante la autoridad de los denunciados (y hoy imputados). A poco más 3 años y medio desde que se iniciara esta causa en la Justicia provincial, fiscal de la causa solicitó este jueves que los monjes Oscar Portillo y Diego Roqué sean juzgados por los reiterados abusos cometidos en este tranquilo y remoto monasterio.
Fue la fiscal que lleva adelante el caso, Eugenia Gómez, quien hizo la solicitud formal para que la causa sea elevada a juicio cuanto antes, al considerar que la etapa de investigación y recolección de pruebas (instrucción) ya llegó a su fin y hay elementos suficientes para que Portillo y Roqué lleguen al banquillo de los acusados. “Se notificó ayer (por el jueves) a las partes y ahora será el juez quien deberá resolver si se eleva o no a juicio. Probablemente haya oposición por parte de los imputados, pero creemos que las dudas que estén quedando deberán aclararse en la audiencia preliminar previa al comienzo del juicio. Esperamos que se llegue al debate”, destacó la abogada del denunciante (Nicolás Bustos), Viviana Crespillo a Los Andes.
Del lado de la defensa de los monjes, efectivamente habrá una oposición a este pedido de elevación a juicio. Así lo adelantó el abogado de Diego Roqué y Oscar Portillo, Eduardo De Oro, a Los Andes.
“Voy a plantear la oposición al requerimiento fiscal de elevación a juicio. Me voy a basar en distintas testimoniales, pruebas documentales y peritajes que nos permiten comprobar que no hubo abuso”, explicó De Oro.
El consentimiento, clave en la causa
Aunque los monjes señalados por los abusos sexuales están en libertad, continúan imputados por los abusos. Según la denuncia de Nicolás Bustos de fines de 2018 -y ampliada en declaraciones posteriores-, él comenzó a frecuentar el monasterio cuando tenía 17 años y en ese momento comenzó a vincularse con Roqué y con Portillo. De acuerdo a sus palabras, durante los 5 años y medio que estuvo en el lugar vivió “una pesadilla”.
Y es que Bustos denunció que ambos monjes abusaron sexualmente de él en distintas oportunidades. Incluso, en algunos mails que están en manos del Ministerio Público Fiscal queda en evidencia que la relación entre el denunciante y Roqué -uno de los monjes- comenzó cuando el entonces adolescente tenía todavía 17 años y era menor de edad. En esos correos se puede leer como ambos -Bustos y Roqué- confesaban amarse mutuamente e, incluso, el monje (que firmaba como “Diego de Jesús”) trataba al adolescente de “bebé”, “mi amor” y “amor de mi alma”. Por aquel entonces, Bustos no había ingresado aún al monasterio para iniciar su camino como aspirante a monje y -según se desprende del intercambio de correspondencia electrónica- Roqué viajaba a la Ciudad de Mendoza para encontrarse con Bustos.
Según publicó Los Andes en mayo de 2019, entre otros comentarios de este intercambio de mails, se destaca que Roqué le contaba al hoy denunciante sobre futuras visitas a la ciudad -venía del monasterio en Tupungato-. Incluso, en un mail enviado el 4 de agosto de 2009 (16 días antes de que Bustos cumpliese 18 años) le avisó que le traería aceite para lámpara, velas, nueces y rosarios de soga. “¡Claro que te voy a cobrar por todo lo que te lleve! Un beso por peso... ¡Son como 200 besos!”, se explayó el monje. “Te lleno de besos. Claro que mañana, aunque vayamos presos, no sabés la de besos que te voy a dar”, sentenció desde el mail que llegaba a nombre de “p. Diego de Jesús” y donde firmaba con una “d.”.
Uno de los correos más llamativos de los enviados por Roqué tiene fecha del 19 de agosto de 2009, la víspera del cumpleaños número 18 de Bustos. “Mi amado Nicolás: seguramente cuando leas esto, ya tengas 18 años”, escribió el monje al joven. “Sos la paga inesperada de 20 años de reservas, de 20 años de dar y dar; y darme y vaciarme por Jesús y su reino”, puede leerse en el mismo texto. “Tengo muy presente el regalo que te hace Jesús en este día (...) y es tu vocación (...). Soy parte de ese regalo de Jesús en tus 18. Dios te me regala. Y yo me dejo regalar. Porque me encanta ser su regalo. Y me encanta serlo para vos”, se explayó Roqué en este correo.
Un día después del cumpleaños, Diego Roqué volvió a escribirle a Nicolás Bustos e incluyó en el mail apodos cariñosos; además de destacar que “esto sigue en crecida. ‘Esto’ dícese de lo que te amo, hijo”. Como respuesta, Nicolás en tanto le escribió que él no podría renunciar nunca a Roqué.
“Si supieras que te amo más de lo que vos creés que te amo, no podrías seguir en pie” dedicó Nicolás en otro de los correos (25 de agosto de 2009), y en el mismo mail agregó: “Pero todo amor que viene del padre es así, te lo digo como hermano en Cristo”.
Ya como internado en el monasterio, siempre de acuerdo a la denuncia formal, Nicolás Bustos dijo haber sido abusado sexualmente en reiteradas oportunidades, no solo por Roqué, sino también por Portillo.
Ante esta acusación, la estrategia de los monjes no apunta a negar que hubo relaciones sexuales con Bustos, sino que las confirman. Pero insisten en que el denunciante era mayor de edad y fueron consentidas.
De hecho, una investigación iniciada por el Arzobispado de Mendoza y con un informe fechado en agosto de 2018 ya había concluido en que Portillo reconoció a los investigadores eclesiásticos Mario Panetta y Ricardo Poblete haber tenido relaciones sexuales con el denunciante, aunque sostuvo que fue el joven quien lo acosaba.
“Nos cuesta entender como personas adultas como son los dos sacerdotes (...) se dejen acosar por un joven de 18 años”, destacaron oportunamente Panetta y Poblete en el informe preliminar de la primera parte de la investigación, que luego fue trasladada a un tribunal eclesiástico de Buenos Aires. Asimismo, al cierre de las conclusiones, los investigadores sugirieron “que se puede dar crédito a la denuncia de Nicolás, y se debería proseguir con la investigación”. En ese sentido, consideraron que se investigue “este patrón de conducta manipulador de las conciencias”.
En septiembre de 2021, a través de una sentencia del Tribunal Interdiocesano Bonaerense, el monje Diego Roqué Moreno fue suspendido por ocho años como cura.
La sanción se sustenta en el hecho de que el monje fue encontrado “culpable del delito que se desprende de la obligación de castidad para los clérigos”. No obstante, en la misma sentencia se aclaró que “se determinó que no consta el delito de abuso de potestad”.
“Se le impuso como pena justa la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal por ocho años (canon 1.336 1, 3°), en cualquiera de sus dimensiones, inclusiva impartir sacramentales o el ministerio de la palabra, también en modalidad virtual”, estableció la notificación sobre la sentencia eclesiástica.
Si bien esta sanción contra Roqué confirmó que el monje mantuvo relaciones sexuales con el denunciante –por ello se lo sanciona por incumplir el canon de castidad-, no confirma que Nicolás Bustos haya sido abusado. “La sentencia canónica es clara en el sentido de que no hay abuso”, reafirmó en aquel momento y en diálogo con Los Andes el abogado De Oro, defensor de Roqué y Portillo.
Por fuera de la más reciente sentencia eclesiástica contra Roqué, anteriormente el Arzobispado de Mendoza ya había sancionado a Portillo en dos oportunidades. La primera fue una sanción administrativa impuesta por el entonces arzobispo Carlos Franzini por una denuncia –por abuso de conciencia- realizada por otro joven que también estuvo en el monasterio del Cristo Orante. Oportunamente, Franzini suspendió a Portillo quitándole el rango de máxima autoridad en el monasterio (priorato) y trasladándolo a San Luis. Además, el arzobispo actual Marcelo Colombo le impuso otro castigo a Portillo en su momento.