Los productores rurales de Mendoza, principalmente de la zona Este, están alarmados por la creciente ola de robos en sus propiedades. En los últimos meses, muchos de ellos han sido víctimas de la inseguridad en múltiples oportunidades y aunque reclaman una solución a la problemática, entienden que la policía local está también desbordada por la situación.
Los intereses de los delincuentes han sido bien variados. Los Andes habló con algunos de ellos y contaron que se han llevado de sus propiedades desde los elementos de trabajo como tractores o herramientas, pasando por palos de los cercos perimetrales y hasta muebles y comestibles, como un paquete de mayonesa abierto y botellas de agua.
Gabriela Lizana, presidenta de Asociación de los Productores del Oasis Este Mendocino (APROEM), dijo que “hay poca estadística porque no siempre se hace la denuncia, porque la gente está trabajando y eso lleva mucho tiempo”, aunque la situación es habitual, sobre todo en los departamentos de San Martín, Junín y Rivadavia.
Desde este medio intentamos consultar las cifras oficiales con el Ministerio de Seguridad de la provincia sobre los delitos rurales, y tal como explicó Lizana, no hay números concretos al respecto.
Los únicos números disponibles sobre el trabajo de la Policía Rural corresponden al rescate de animales, algo que según los productores también se presenta principalmente con caballos y otros animales utilizados para el consumo.
Según las cifras, en 2019 las autoridades recuperaron más de 8.000 animales, de los cuales 4.607 eran ejemplares de ganado mayor y 1.467 animales de ganado menor, mientras que el resto eran aves y otras especies.
Sin embargo, la mayor preocupación de los productores es el faltante de las herramientas de trabajo o en las casas particulares. “Es gravísimo, todos los días hay robos de bombas de pozos, tractores, en las casas”, aseguró la dirigente y comentó que las autoridades policiales y municipales están al tanto de la situación.
Para Lizana, los causantes del creciente índice son la desocupación, la desatención de las zonas y el incremento de la pobreza.
“No quiero que se entienda como que se relaciona directamente la pobreza con la delincuencia, porque no es así. Pero sí la falta de trabajo es propicia para que se forme un caldo de cultivo para los robos. No solo en la zona rural, también se ve en las ciudades, pero la zona rural está mucho más expuesta”, manifestó.
Los robos en primera persona
Un ejemplo de todo esto que enfrentan los productores locales es el caso de Patricio Mammarelli, propietario de una finca en Los Campamentos, Rivadavia, quien en los últimos meses fue víctima de tres delitos consecutivos.
“Nos entraron y yo hice la denuncia on line el 22 de mayo. A la semana siguiente volvieron a robar y la siguiente a esa ya desvalijaron completa la casa, incluso los colchones. Tuve que guardar lo poco que quedaba en un galpón porque ya se iban a llevar hasta la heladera, que fue lo único que dejaron porque era muy pesado”, relató.
“Me pareció terrible la cantidad de cosas que se llevaron, ninguna de primera necesidad”. Es que la lista de elementos que sustrajeron de su vivienda es bastante larga e incluye muebles, ropa, vajilla, herramientas, los utensilios de la parrilla y comestibles. Pero lo más insólito de todo fue que los ladrones escaparon con botellas de agua y un paquete de mayonesa ya abierto, tal como lo manifestó en su denuncia.
A Mammarelli le tocó enfrentar una situación que él calificó como “curiosa”. Hace una semana, el hombre que trabaja en su hogar se topó con uno de los muebles que le habían sacado de la finca en el patio de una vivienda en Rivadavia. Luego de avisar a las autoridades, lograron que se hiciera un allanamiento en el lugar y el objeto fue recuperado; sin embargo, todavía no ha vuelto a estar en su poder.
“La oficina fiscal no se volvió a comunicar conmigo y el mueble lo tiene la Policía y no sé qué habrá pasado con las personas que viven allí y tenían el mueble, a mí no me informaron nada de cómo siguió la causa”, sostuvo.
Tal como había comentado Lizana, no todos los hechos se denuncian. En el caso de Mammarelli solo se presentó en la comisaría la primera vez y ante la falta de respuestas prefirió no hacer la denuncia de los episodios posteriores.
“Para seguir estos procedimientos tenés que tener un tiempo libre, porque realmente no te dan mucha atención. A mí me entraron a robar tres veces e hice solo una denuncia, porque sinceramente no iba a estar todas las semanas si no tuve respuestas”, expresó el hombre.
Pero su caso no es aislado. En el mismo departamento, Héctor, el dueño de una empresa mediana en la zona Este, reveló que justamente en la noche del miércoles pasado fueron víctimas a pesar de contar con seguridad privada en el lugar.
“Intentaron ingresar y alcanzaron a sacar lo que estaba afuera en una pequeña obra que tenemos, herramientas que no podemos entrar porque son difíciles de ingresar. Hace un par de meses nos desarmaron un galpón que tenemos abajo y así, es permanente”, sostuvo.
Él también sufrió el accionar de los malvivientes en tres oportunidades, efectuando siempre la denuncia, a pesar de que la respuesta no ha sido tan satisfactoria. “Están desbordados y los entendemos, porque hay muy poco personal, se entiende su trabajo”, dijo en un tono muy comprensivo con la labor policial.
Héctor manifestó que la única solución que han encontrado es “cuidarse entre ellos”. “Entre los productores la medida que hemos tomado es hacer grupos de WhatsApp con los vecinos y alertarnos de lo que sucede, no hay otra alternativa”, concluyó.
Para cerrar, la presidenta de la Asociación de Productores consideró que “hay que poner en evidencia esto porque si nosotros no adoptamos políticas que tengan que ver con el desarrollo territorial de la zona rural, esta problemática no se va a dar solo ahí”.