Productores de diferentes rubros, viñateros y bodegueros de los departamentos del Este mendocino, viven bajo la presión de sufrir periódicos asaltos o el despojo de su equipamiento y herramientas en sus propiedades.
Para el caso del hecho a mano armada, los protagonistas son integrantes de un grupo, al que se nombra como “La banda de los cinco”, que consumaron entre 15 y 17 atracos en los últimos meses causando, además del perjuicio por la pérdida de bienes arrebatados, un lógico estado de indefensión y zozobra entre las víctimas.
Los golpes armados, que tuvieron como damnificados a viñateros, empresarios de distintos rubros y hasta al conocido dirigente político del Partido Demócrata y ex candidato a gobernador, Marcos Niven, y sus allegados, fueron alcanzados por el accionar de los delincuentes.
A raíz de todo este proceso, que afecta principalmente a San Martín, Junín, Santa Rosa y Rivadavia, se han hecho las denuncias correspondientes y la Policía de Mendoza ha desplegado efectivos de Investigaciones de la zona Este y otras unidades con el propósito de neutralizar el accionar de la gavilla, según admitió a Los Andes el subdirector general de Policías, comisario general Marcelo Calipo, quien se desempeña como titular de la repartición por licencia del director, Roberto Munives.
Calipo informó que hay un detenido, sospechado de pertenecer a la gavilla y bajo esa acusación ya fue alojado en el penal de San Felipe en calidad de procesado. “Quedan –agregó- cuatro individuos sobre los que todavía no tenemos las suficientes pruebas como para pedir las detenciones. Para nosotros son seis los hechos probados e Investigaciones viene trabajando desde hace ocho meses”.
Calipo admitió que inclusive pueden producirse otros hechos, aunque no practicados por esta banda sino por otros antisociales. Relató que el jueves se hicieron allanamientos y se encontró el teléfono de una de las víctimas (uno de los integrantes de la familia Niven) en poder de una mujer que ahora está comprometida en la pesquisa.
A raíz de la sucesión de episodios, los particulares afectados criticaron la baja respuesta policial a los golpes delictivos, señalando que la institución encargada de protegerlos “dormía la siesta” y que había más preocupación por hacer partes policiales en las rutas que poner “la situación en caja”.
El subjefe policial Calipo dijo comprender el sentimiento de los afectados, pero negó que la institución no estuviera actuando. Explicó que se trabaja en el esclarecimiento de los casos con uniformados y gente de civil, que se emplean drones y, en ocasiones, se ha contado con el apoyo de uno de los helicópteros del Cuerpo de Aviación Policial.
La labor se lleva a cabo en coordinación con las fiscalías de la zona Este, y hasta hoy la titularidad era ejercida por el jefe fiscal de Rivadavia, Mariano Carabajal, actuando como fiscal de instrucción Carlos Alberto Giuliani. Mañana se hará cargo el jefe fiscal de la Unidad Fiscal San Martín-La Colonia, Oscar Sívori, quien retornará a sus funciones tras la licencia anual.
Este magistrado conoce los hechos por los expedientes pero también en carne propia: hace tres años su madre (ya fallecida) fue asaltada en una pequeña finca familiar, en Montecaseros.
Igualmente se supo que en Rivadavia (el mayor número de golpes fue en este departamento) hay actuaciones muy avanzadas.
Variedad de robos
Desde el comienzo de esta temporada de inseguridad rural en la región, el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este actuó como intermediario de los afectados y las autoridades y se puso a las órdenes de las personas afectadas. En esa labor se destacó su director ejecutivo, Mauro Sosa, promoviendo reuniones, gestionando contactos y brindando su experiencia de 30 años en la función gremial empresaria.
La entidad ya tuvo esta forma de proceder en otras temporadas en que la inseguridad “recorrió” la jurisdicción, aunque se admite que la realidad actual es de las más graves en décadas.
Las víctimas y directivos, si bien reconocen que los golpes “tipo comando” son los sucesos más preocupantes y riesgosos, dicen que hay otras modalidades delictivas que preocupan: las sustracciones en las fincas. Aprovechando las grandes extensiones cultivadas y, en algunos puntos, la falta de vecinos cercanos, se han registrado robos de cables y transformadores.
Otros desconocidos se aplican a desmontar viñedos llevándose postes, la estructura de la malla antigranizo y la propia cobertura, que luego venden en “chacaritas” o debajo del puente de alguna ruta. No faltaron casos en que lo que desapareció fueron componentes del sistema de riego por goteo, además de herramientas y maquinarias. “Es decir, un latrocinio a la vista y paciencia de todos”, como describió un asociado de la entidad de calle Alvear de San Martín.
El subjefe de Policía dijo en este aspecto que se habían realizado allanamientos en tres compraventas del Este, pero sin dar con los objetos sustraídos, y que estos procedimientos iban a continuar.
Inclusive, no faltan quienes se dedican a sustraer los frutos en plena cosecha, que luego reducen en depósitos que no parecería difícil de ubicar y allanar.
“El problema del despliegue de una o más bandas es la situación más riesgosa, no lo vamos a negar, pero aspiramos además a que se terminen los robos contra el esquema productivo de la región, porque corremos el riesgo de que se abandonen las fincas y se reduzca el trabajo rural”, dijo un agricultor que ha tenido que reponer costosas instalaciones.
En primera persona
Disponer de seguridad privada, un perro adiestrado y alarmas no sirvió de escudo para que el industrial Sergio Gómez, propietario de la bodega Don Antolín, no fuera asaltado antes de la Navidad pasada. Ocurrió en su vivienda de ruta 50. “Entraron cuatro encapuchados con guantes, de una patada rompieron la puerta tras reducir a un guardia con perro. Me tiraron al piso y a los gritos me pedían dinero, apuntándome con un revólver a la cabeza. Dieron vuelta la casa, rompieron varios muebles. Fue una violación a la intimidad que nunca creí que me iba a pasar”, narró este empresario que en 2000/2001 fue presidente del Club San Martín.
Contó que se llevaron plata que había en la oficina y huyeron en el automóvil de la custodia porque el suyo tenía GPS. “Me dejaron –añadió- una sensación de angustia que todavía perdura. Para colmo yo había salido hace poco de una operación importante pero, afortunadamente, según los médicos, no se me complicó la herida post intervención”
La situación de inseguridad se mantiene, los particulares quieren resultados más contundentes y no les alcanza la explicación de que el cerco se cierra sobre los malhechores.
“La banda de los cinco”, los encapuchados que no dejan huellas
Los asaltos cometidos en San Martín, Junín y Rivadavia, dejan traslucir un modus operandi que se fue repitiendo en cada golpe.
Los delincuentes, a los que ya se nombra como “La banda de los cinco”, aunque serían más, se desenvuelven con cierta coordinación y hasta tranquilidad. “Son golpes tipo comando y la huida la consuman con precisión”, admitió una fuente policial. Además, no se dejan ver porque están encapuchados y usan guantes de látex. Por eso, a los pesquisas se les hace difícil levantar huellas y material de ADN.
En varios casos no impusieron violencia a las víctimas, en el sentido de que no las golpearon, aunque tener un revólver muy cerca de la cabeza conlleva una coacción extrema. De todos modos, en la vivienda de Sergio Gómez se desbordaron y destruyeron el mobiliario del lugar.
En más de una oportunidad se fueron con vehículos de las víctimas, que después aparecieron incendiados.
Fuentes policiales detallaron que tres hermanos que ya están identificados (y uno detenido) son quienes comandan la banda. Por ahora las autoridades reúnen pruebas que luego permitan la captura de los ladrones.