Padre de dos hijos pequeños, Ariel Castro había sido estafado y se iba en bicicleta a su trabajo hasta poder recuperarse económicamente. En la madrugada del 5 de abril fue atropellado y abandonado en Luján, donde murió. Pasaron ocho días hasta que gracias a una denuncia anónima dieron con el supuesto conductor, a quien la defensa pedirá mañana en una audiencia que quede en libertad o, al menos, le den la prisión domiciliaria. Familiares y amigos de la víctima reclamarán justicia en el Polo Judicial a las 8.30 de este viernes.
Ya pasaron 16 días de la trágica muerte de Castro y este viernes se llevará a cabo la primera audiencia en la que un magistrado definirá si Abel Mariano Sosa Donatti, el hombre acusado de haber atropellado, asesinado y abandonado al ciclista, recibirá la prisión domiciliaria o si directamente quedará en libertad mientras continúe la investigación, precisaron a Los Andes fuentes judiciales.
Ese motivo fue el que incentivó a familiares amigos de Castro a reunirse a las 8.30 en la explanada del Polo Judicial y Penal de Mendoza, donde se llevará a cabo el encuentro entre la defensa, la querella y el fiscal de Tránsito a cargo de la pesquisa Fernando Giunta, para definir la situación del hombre imputado por homicidio culposo agravado por darse a la fuga, delito que prevé hasta seis años de cárcel.
Noche trágica
Castro era chofer de micros interurbanos para la empresa El Cacique y viajaba en bicicleta de su casa al trabajo y viceversa porque estaba ahorrando dinero para comprarse un auto, luego de haber sido víctima de una estafa que lo dejó sin ahorros.
“Era un padre muy presente, siempre trabajando para darle la mejor vida a sus hijos. No se merecía que le pasara algo así”, explicó a este diario Marcia Julián, prima hermana de la víctima.
Esa madrugada del 5 de abril, el colectivero acaba de entregar su turno y tras guardar la unidad tomó su bicicleta para irse a su casa. Alrededor de la 1.30 Castro le envió un audio de WhatsApp a su esposa, a modo de llevarle tranquilidad, en el que le decía que se le había pinchado una rueda, pero en cuanto la arreglara seguía viaje. “Para que no se preocupara”, aseguró Julián.
Pasadas las 2, una llamada al 911 alegaba que había un hombre tendido en el suelo en la calle Juan José Paso a metros del Acceso Sur, en Luján. Cuando llegó una ambulancia del Servicio de Emergencias Coordinado, los médicos constataron que había fallecido en el mismo lugar.
Cuando llegaron efectivos de la Policía Científica a peritar la escena, junto al Cuerpo Médico Forense, se percataron que el cuerpo de Castro estaba a unos 15 metros de la bicicleta, la cual estaba rodeada de pistas claves: plásticos blancos, una óptica y una rejilla, pero no había ningún rodado alrededor.
Fuga, investigación e imputación
Pasaron ocho días y las únicas pruebas seguían siendo aquellas recabadas por los peritos en la escena del accidente, porque las cámaras de la zona no alcanzaban a captar el momento del hecho, según allegados a la investigación. Hasta que una llamada anónima al 911 ayudó a esclarecer el panorama.
Del otro lado del teléfono, una persona señalaba la vivienda en la que había una camioneta con similares características a las que buscaban. Fue entonces que personal de la Unidad Fiscal de Tránsito, en conjunto con la Unidad Investigativa Departamental (UID) de Luján llegaron a una vivienda ubicada en el barrio Huerto del Sol.
Allí, guardada en el patio de la casa estaba una Nissan Frontier de color blanco abollada en el costado derecho a la cual le faltaban los mismos elementos hallados en la calle Paso. Mientras la madre de Sosa Donatti negaba la situación, el conductor aseguró que se había dado cuenta al otro día de lo que había sucedido tras ver su vehículo y las noticias.
En su declaración, Sosa Donatti explicó que regresaba de un asado y que “no se dio cuenta de lo que había sucedido”, es decir, según su versión, que atropelló a Castro y continuó camino ignorante de la fatalidad.
Para la fiscalía, en cambio, la hipótesis más firme es que Sosa Donatti atropelló, asesinó y abandonó a Castro en el lugar del hecho haciendo abandono de persona y mantuvo la camioneta escondida durante ocho días a sabiendas de que había cometido un delito grave.
“Tuvo ocho días para ir hasta una comisaría y entregarse de lo que había hecho, pero no lo hizo. No sintió ni culpa, mientras nosotros estamos destruidos. Y su madre ¿cómo lo va a cubrir sabiendo lo que hizo? No nos entra en la cabeza”, se lamentó Marcia.