Los mellizos Ángel y Milagros Martolio, que viven en Coquimbito (Maipú), recibieron una hermosa sorpresa en medio del festejo familiar por sus 15 años: la visita de los policías Andrés Adaro y Luis Flores, quienes en la madrugada del 1 de mayo de 2008 ayudaron a su mamá a dar a luz luego de que se descompusiera antes de la fecha prevista.
En medio de una celebración íntima, con sus padres, tíos y unos pocos amigos, Andrés y Luis tocaron timbre en la vivienda del barrio Batalla de San Lorenzo, donde vive la familia, y fueron directo a abrazar a los “mellis”.
“Fue un momento de mucha emoción y felicidad para todos. La historia, que podría haber sido trágica, resultó muy bonita. Siempre estaré agradecida por el gesto de estos dos héroes que aparecieron en mi camino en pleno trabajo de parto”, relató María Rosa Cortínez, la mamá de los mellizos, a Los Andes.
“Los chicos siempre habían querido conocer a estos policías que los ayudaron a nacer y el deseo, finalmente, se concretó. Estoy segura de que la tía de los chicos tuvo mucho que ver con esta sorpresa”, dijo María Rosa. Agregó que los policías Luis y Andrés revivieron en pleno cumpleaños cada segundo del episodio, siempre entre risas. Luego, los mellizos soplaron las velitas y todos cantaron el “Feliz cumpleaños”.
La ayuda justa
Ángel y Milagros debían nacer a partir de una cesárea programada por varias razones: además de tratarse de un embarazo múltiple, su mamá, que había tenido otros mellizos el año anterior, sufría trombosis.
Pero los bebés se adelantaron. María Rosa se descompuso y, posiblemente por tratarse de un feriado, la ambulancia llegó tarde. Y nunca aparecieron los taxis ni los remises que pidieron por teléfono.
Fue entonces cuando la situación llegó a oídos de estos dos policías que trabajaban en la comisaría 29 de Gutiérrez y recorrían la zona con el móvil en medio de maniobras preventivas.
“El matrimonio estaba en la vereda y lo primero que hicimos fue tranquilizar a la mujer. Mientras se desencadenaba el nacimiento nos contaba que ya tenía otros cuatro hijos, dos de ellos también mellizos ¡Y que nuevamente venían dos!”, repasó Adaro en diálogo con este diario 15 años después.
Más allá de los conocimientos que ambos efectivos tenían en primeros auxilios y en este tipo de eventos, el uniformado confesó que se puso nervioso y hasta se descompensó. “Luis tenía más experiencia porque había ayudado en el parto de su propia esposa”, relató.
De todos modos, ya recuperado, ambos efectivos cumplieron al pie de la letra el protocolo para estos casos y los bebés llegaron al mundo, sanos y hermosos, en un colchón ubicado en el piso.
“Por eso les puse Ángel y Milagros. Creo que Dios nos acompañó en todo momento con ese gran milagro y que estuvimos rodeados de ángeles”, reflexiona hoy María Rosa.
En realidad, aclara, siempre fue una persona bendecida: cuando nacieron sus primeros mellizos recibió ropa durante tres años. Más tarde, cuando llegaron Mili y ángel, una cesárea de riesgo se transformó en un parto saludable y placentero. Además, todos sus hijos son sanos. “¿Qué más puedo pedir?”, pregunta, con una sonrisa.
Presentes
Andrés y Luis, además de héroes y personas importantísimas en la vida de los Martolio, son amigos. Actualmente trabajan en la Jefatura Departamental de Godoy Cruz y en la comisaría 25 de San José, Guaymallén, respectivamente.
“Los mellizos están siempre presentes en nuestras conversaciones, aunque hacía muchos años que no los veíamos. El lunes pasado fue inolvidable, compartimos un momento hermoso y recordamos aquel día que, para mí, fue sobrenatural”, señaló Andrés Adaro. “Porque todo fue perfecto y no hubo riesgo de ningún tipo. Más tarde, efectivamente, llegó la ambulancia y los trasladó al hospital Diego Paroissien sin ninguna complicación”, agregó el uniformado.
Así las cosas, Andrés y Luis fueron elegidos padrinos de bautismo de los mellizos. Nunca antes, aseguró Andrés, habían protagonizado una historia tan singular y con “semejante gesto de gratitud”.
Milagros y Ángel concurren a la escuela Bienvenido López Agüero, de Coquimbito. “Son chicos hermosos, sanos y muy queridos por todos sus amigos y compañeros. Son como cualquier adolescente, tienen sus días, aunque son felices y eso es lo más importante”, los describe su mamá.
Familia de mellizos
La historia de mellizos en la familia viene de mucho antes. “Nos enteramos de que la abuela paterna de mis hijos fue melliza, pero su hermano murió al nacer, por eso nunca se habló demasiado del tema”, contó María Rosa.
Tras el nacimiento de sus dos hijos mayores, Alexis y Andrés (que no son mellizos), llegó la dupla de Benjamín y Danisa, que tienen 16 años. “Un shock”, sostuvo la mamá. Un año después la noticia de otro embarazo múltiple fue un “balde de agua fría”.
“En su momento le pregunté a la doctora por qué tantos mellizos y me respondió que, posiblemente, empezaba conmigo una nueva generación”, recordó la maipucina.
La historia de María Rosa y los embarazos múltiples no termina allí: es abuela de Román y Zoe también mellizos e hijos de su primogénito. Tiene, además, otro nieto, Mateo, hijo de Andrés. “Pero él llegó solito”, aclaró, entre risas.
Tener seis hijos, en estos tiempos, no resulta fácil, asumió María Rosa. Tampoco fue simple criar, casi en simultáneo, a cuatro bebés. “Festejamos 15 años dos veces muy seguidas con cuatro de mis seis chicos y aunque los festejos fueron muy sencillos los disfrutamos muchísimo, especialmente esta última vez, con la visita de nuestros héroes, de quienes siempre estaremos agradecidos”, concluyó.
Urgencia, nervios y un parto bien asistido
El 1 de mayo de 2008, cerca de las 2 de la madrugada, el por entonces auxiliar primero Andrés Adaro y su compañero, el auxiliar segundo Luis Flores, fueron desplazados por el 911 que había recibido el llamado de los padres de los mellizos en camino.
María Rosa Cortínez, quien tenía por entonces de 30 años y cursaba su noveno mes de embarazo, empezó a sentir las primeras contracciones.
Los efectivos que prestaban servicios en la comisaría 29, de Gutiérrez, llegaron a la vivienda ubicada en calle Faiman, de ese distrito maipucino, y contuvieron a la pareja. La mujer les advirtió que sentía que el parto era inminente. Comprendiendo la urgencia de la situación, Flores la alzó y la llevó al living, donde rápidamente hicieron los preparativos para el nacimiento, colocando un colchón en el piso y recostando a la mujer.
Los uniformados comenzaron las maniobras de parto y minutos después nació un varón. Los policías utilizaron un cordón de calzado para anudar el umbilical y con una tijera de la casa, previamente desinfectada, lo cortaron. Luego nació la niña, con quien usaron el mismo procedimiento.
Después de limpiarlos y cubrirlos con mantas, los bebés fueron colocados sobre el pecho de su mamá, quien los amamantó sin inconvenientes. Luego de algunos minutos llegó una ambulancia y los trasladó al hospital Paroissien.